-Capítulo 20-

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XYLØ - I Still Wait For You

*Confianza*

Al llegar a su destino un chófer ya lo esperaba. Subió al ostentoso y enorme auto, sin ocuparse si quiera de su equipaje. El vehículo rodó tranquilo, treinta minutos después se estacionó frente al palacete que se alzaba sobre una pequeña colina en una de las villas más exclusivas y caras de Milán.

No solía llegar a esa casa cuando viajaba para allá, normalmente se alojaba en su apartamento en uno de los rascacielos del centro de la ciudad, de modo que todo lo tuviera cerca y pudiera atender sus asuntos de forma rápida y eficiente. Sin embargo, en esta ocasión era diferente, necesitaba paz, alejarse del bullicio de la ciudad y le era indispensable un lugar como esa casa que perteneció a la familia de su madre desde hacía siglos y que fue renovada una y otra vez para que pudiera adaptarse a los cambios que iba sufriendo el mundo. Era muy bella y justo lo que su mente y cuerpo necesitaban.

Al ingresar, el encargado de la parte doméstica de aquel impresionante lugar, lo recibió con una sonrisa cargada de formalismos.

Benvenuti in Italia, signor Sebastián –escuchar ese idioma que tan bien conocía lo hizo sentir extrañamente reconfortado, esa era la lengua materna de sus padres y aunque él habla otros tantos, ese siempre significó sus raíces, su casa, en ese instante supo que ahí lograría sanar las heridas.

Grazie, Benito.

Isabella mantenía aquella hoja aferrada y arrugada de tantas veces ya que la había leído. Lo amaba, pero aún no lo perdonaba, no sabía si algún día lo lograría, lo cierto era que dolía su ausencia. La volvió a abrir con los ojos llorosos.

"Isabella;

Ya debes saber que me fui, es lo mejor. Te hice mucho daño, no tengo justificación. Fui ruin y rompí mi promesa. Te fallé y al hacerlo lo hice conmigo. Sé que necesitas la distancia, que acercarme te daña... No deseo volver a causarte nunca más dolor, al contrario, ruego porque logres, de alguna manera, volver a sonreír como lo hacías, que intentes, de alguna forma reconstruirte, volver a ser esa mujer eres.

Te amo, lo sabes, jamás será de otra manera. Por lo mismo me alejo, respetaré tu decisión, yo también debo reinventarme, fortalecerme e intentar perdonarme por lo que te hice vivir y las consecuencias que eso tuvo en ti, en ambos, en... ella. No obstante, regresaré, eso te lo juro y sé que escribiré una historia diferente a tu lado. Porque en tus ojos me perdí un día, y deseo perderme la vida entera.

Vive, Isabella, te lo suplico. Yo ya no te obstaculizaré la sanación, y si en algún momento decides que puedes hacerlo junto a mí, búscame, yo te estaré esperando la eternidad si es preciso.

Siempre tuyo;

Sebastián"

—Isa, ¿cómo estás? —Le preguntó Carmen al entrar después de tocar y no recibir respuesta. Ese día él ya se había ido y ella... lo sabía. El trozo de papel blanco continuaba en sus manos, como desde el día anterior que Marco se lo dio. Qué difícil estaba siendo todo. Lo amaba demasiado eso lo sabía, Sebastián también, pero había cosas contra las que aún no estaba lista para luchar.

Isabella se encogió de hombros perdida completamente en sus recuerdos y sintiendo como él físicamente se iba alejando, entendiendo que ese era un punto final en su historia e intentando convencerse una y otra vez que era lo mejor, que por mucho que deseara que las cosas fueran diferentes, lo cierto era que su alma estaba rota, su corazón muy herido y su mente colapsada por el miedo e inseguridad.

Vidas Cruzadas © ¡ A LA VENTA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora