Chapter 19

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Hoy no era su día de suerte, sin lugar a dudas. Tenerlo cerca era lo peor que podía sucederle, además, no podía hacer nada para alejarlo porque llamaría la atención de todos los presentes.

—Hans, aléjate de mí —le ordenó con un gesto imperativo.

Sin embargo, aquel pelirrojo estaba disfrutando de la molestia que emanaba su antigua reina, esta tentándola para que explotara y todos vieran lo peligrosa que era.

Para provocarla aún más, pasó su brazo por su cadera acercándola más a él.

—Mi querida reina, aquí no puedes hacer nada contra mí —susurró cerca de su oído.

Las mandíbulas de la platinada crujieron ante la fuerza de voluntad que estaba usando para no mandar a volar al odioso príncipe lejos de ella. Apartó con cuidado la mano del sujeto, pero este opuso resistencia.

—¡Vete y déjame en paz! —exclamó en voz baja para que solo él pudiera escucharla.

En medio de tantas personas no podía hacer nada en absoluto contra Hans, este hombre sabía muy bien cómo manipularla a su antojo y aprovecharse del miedo a ser descubierta.

Pasó su mirada por todos los que estaban a su alrededor por si alguno de ellos se hubiera dado cuenta de la disputa entre ambos, sin embargo, los chicos y chicas estaban inmersos en el juego de baloncesto que se estaba llevando a cabo; maldijo el momento en el que había decidido presentarse al juego porque le dio la clara oportunidad a Hans de acercarse a ella.

Entre tantas personas pudo notar una singular cabellera blanca a pocos metros de ella, sin duda era Jack que estaba acompañado por la simpática chica castaña y el sujeto pelinegro que le había guiñado un ojo en la última oportunidad que se vieron en el instituto.

Hans notó hacia donde apuntaba la mirada azul de la chica. Esbozo una sonrisa cargada de diversión.

—Hace un momento lo observé que voltea a verte, Elsa. ¿Algún interés romántico, mi reina? —inquirió con malicia.

Elsa frunció el ceño ante la osadía del príncipe de las islas del sur. Como lo odiaba.

—Es un tema que no te compete, Hans. Ya deja de molestarme, por favor —suplicó como si con ello pudiera sacárselo de encima.

—Lo lamento, pero estaré contigo un buen rato —dejó caer su cabeza sobre el hombro de la platinada.

Un escalofrío bajó por la espalda de la chica cuando una de las manos de Hans se coló por debajo de su blusa. Su rostro se calentó de ira, tomó la osada mano del sujeto y dejó que su hielo se hiciera presente y rodeara su mano.

Hans ahogó un grito de dolor cuando sintió la quemazón en su mano, trató de moverla pero estaba entumecida. Fulminó con la mirada a Elsa, quien sonrió satisfecha ante el gesto contraído de su acompañante.

—¡Pagarás por esto, Elsa! —espetó entre lamentos —¡Todos sabrán quién eres!

La respiración de la chica se tornó forzosa ante la amenaza de Hans. Ya no podía hacer nada más, él hablaría y todos se irían contra ella, llamándola bruja.

Sin embargo, Hans no pudo eminir palabra alguna porque un estruendo llamó la atención de todos los presentes.

Elsa abrió los ojos como platos al vislumbrar a un caballo envuelto en una capa de oscuridad acompañado de más bestias espantosas. A lo lejos escuchó los gritos de las otras personas, el ambiente se tornó pesado en cuando esas bestias se hicieron presentes. Todos salieron corriendo amedrentados por el imponente caballo.

En par de minutos se encontraba sola, Hans había decidido salir corriendo como los demás llevándose por delante al que se le atraviesara en su camino.

 Hasta El Fin Del Mundo (Jelsa) [Primer Libro]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora