Chapter 34

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Jack se arrodilló frente a la cuna en la reposaba su pequeña sobrina. Ámbar tenía una belleza particular, era como si un ángel la hubiera tocado, aunque fuera la hija de un demonio.

No pudo evitar rozar con sus dedos la piel blanca de su rostro, era tan frágil, pero seguro en unos años sería una mujer poderosa puesto que, desafortunadamente, podría heredar la ponzoñosa magia del Amo de las pesadillas, pero él estaría a su lado para enseñarle a controlar su poder, aunque, Emma no estuviera con ellos, viendo crecer a su hija.

—Solo quedamos tú y yo, pulga —sonrió y pellizcó su mejilla con cariño. Ámbar respondió con una tierna risita y agarró con su manita el dedo de su simpático tío.

Jack comenzó hacerle caras graciosas para que ella riera a carcajadas, y así lo consiguió, la bebé no paró de reír y sacudir con fuerza el dedo del peliblanco.

Luego, decidió mostrarle su magia a través de un copo de nieve que flotó frente a sus ojos dorados, quiso tocarlo, pero él se movía de un lado a otro sin parar. Enojada, comenzó a llorar y a patear las mantas que la cubrían. Jack, sorprendido, hizo que el copo de nieve descendiera hasta que Ámbar por fin pudo tocarlo con sus pequeñas manos.
Después, desapareció asustando a la bebé.

—Te gusta ¿verdad? —susurró —Pues cuando seas más grande vas a ver las inmensas nevadas que crearé en tu cuarto, te encantará —afirmó con una sonrisa divertida.

Se quedó viendo a la bebé por unos minutos hasta que escuchó un leve golpeteo en la puerta de la habitación. Levantó su mirada y le indicó al sujeto que siguiera.

Tooth entró al cuarto con una media sonrisa. Saludó con la mano al peliblanco para después caminar hasta la cuna de Ámbar y levantarla en sus brazos, a pesar de que luego comenzó a llorar.

—Es hora de darte de comer, linda —dijo acariciando su cabeza.

Desde la partida de Emma, Toothina ha decidido cuidar de Ámbar como si fuera su hija. Afortunadamente, había aprendido de Emma lo suficiente para abastecer sus necesidades básicas, como cambiarle el pañal, vestirla, sacarle el aire y darle de comer. La menuda mujer desde un principio se había sentido gustosa al ver a un humano tan pequeño cerca de ella. El cariño que sintió al verla fue tan grande que juró protegerla de todo.

Jack se levantó de la alfombra para ubicarse cerca del par de chicas. Observó como Tooth se sentaba en la cama que pertenecía a su hermana, con Ámbar en brazos, para después sujetar el biberón en sus manos y dárselo a la bebé en la boca. Ella dejó de llorar para degustar de su sabrosa leche.

Para la pequeña había sido difícil acostumbrarse a los brazos de otra mujer pero poco a poco empezaba a reconocer a la chica de ojos violetas como una madre.

—¿No quieres intentarlo? —le inquirió al peliblanco. Él negó con la cabeza.

—En otra ocasión. Tengo algo importante qué hacer esta noche y debo prepararme —señaló. Luego, anduvo hasta la puerta para después girar el pomo.

Sin embargo, Tooth lo llamó antes que decidiera salir.

—¿Te pasa algo, Jack? Veo que últimamente pasas mucho tiempo fuera de casa, o que cuando estás decides encerrarte en tu cuarto.

El aludido dejó escapar un suspiró y luego le dijo.

—No es nada importante —respondió con frialdad, sin siquiera voltear a ver a su amiga.

Ella, decepcionada, negó con la cabeza. Jack jamás le diría cómo se sentía porque desde que perdió a su hermana ha estado sumergido en una cúpula de cristal en la que nadie puede siquiera hablarle. Hasta el día de hoy había resuelto ver a su sobrina por un rato, para distraerse, sin embargo, no lograba hallarse en ningún lugar.

 Hasta El Fin Del Mundo (Jelsa) [Primer Libro]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora