-Capítulo 15-

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*Lo merecía*

El sol comenzó a derramar sus tintes de luz en la sala de espera de aquel sitio donde aún permanecían esperando. La noche fue larga y fría. La culpa pesaba, el dolor entumía, la esperanza seguía pendiendo de un hilo.

Ciro llegó temprano, con un refrigerio caliente para todos, se encontraba profundamente consternado con  lo ocurrido. Carmen y Marco lo pusieron al corriente del estado de salud de Isabella.

Sebastián, sin embargo, no se había movido; continuaba perdido en sus recuerdos en esa retorcida marea de desasosiego que le brindaba el saberse y sentirse responsable de toda aquella tragedia. En cuanto a Raúl, sólo los observaba, no dijo ni media palabra, las acciones cometidas en contra de ese ser que se debatía entre la vida y la muerta lo tenían inmerso en un pozo oscuro donde los demonios del dolor lo carcomían, lo consumían. No podría con una tragedia más en su vida, ya no.

A media mañana, Paco informó que Isabella continuaba luchando pero solo pasadas unas horas podría asegurar que salía prácticamente del peligro, mientras tanto nada estaba dicho.

El nuevo asistente de Sebastián, un chico simpático y muy eficiente, llegó con varios papeles para que su jefe los ojeara y firmara. Este se entregó al trabajo como única forma de mantener la cordura, su mente iba y venía entre la mujer que amaba, su salud, y esa pequeña caja que había sostenido unas horas y que sabía encerraba lo que más hubiese amado en el mundo y que ahora por su culpa, no conocería jamás.

Realizaron varias llamadas, se pusieron de acuerdo y después desapareció asegurándole que no se preocupara de nada. Abigail estaba lidiando con una enorme demanda y sus socios, perseguidos por el fisco. La prensa ya estaba al tanto, por lo que afuera todo era un caos, lo cierto era que le daba igual, si se hundían, mejor, él ya solo podía pensar en esa mujer que amaba y que estaba ahí, adentro, peleando su más grande batalla; la de vivir. Horas sin sentido, momentos entumidos, palabras desvanecidas, un cúmulo de tiempo perdido. Ya nada nunca sería igual.

La noticia tan esperada llegó en la noche.

–Isabella pasó el periodo crítico —anunció Paco tranquilamente, notoriamente agotado–. A partir de ahora empezará a mejorar. El proceso va a ser paulatino, muy lento. Debe recuperar todo lo perdido, que fue bastante. Si todo continúa así, pasado mañana la trasladaré a terapia intermedia —declaró con esperanza.

—¿No ha despertado? —deseó saber Dana. Quería verla, necesitaba saber que en serio estaba viva, que... mejoraría, de otra forma no lograría salir de esa tormenta interna que le provocaba el saber a la única mujer que veló por ella desde que nació, estaba mal.

—Sí, pero enseguida vuelve a dormir. Para ella decir una palabra es como correr un maratón, así que prefiero que descanse e intente usar sus energías recuperándose —le explicó con paciencia. La niña asintió al tiempo que se acercaba a Marco, este la rodeó infundiéndole fuerza.

—Entonces, ¿no podemos verla? —dedujo el chico, triste.

–No, lo siento, si mañana sigue así te prometo que podrán entrar un momento. ¿De acuerdo?

—Está bien, Paco, lo entendemos.

Esa noche, Sebastián y Marco convencieron a los demás de que fueran a dormir a su casa, Dana ya se veía notoriamente cansada, y ellos igual. Costó mucho que accedieran, pero al final aceptaron.

—Sebastián, no es tu culpa todo esto —musitó Marco ya que se quedaron solos, mientras tomaban café que el menor compró en no de los expendios que tenía el hospital. Lo había observado todo el día, se estaba consumiendo, era como si una braza inclemente los estuviese quemando y no tuviera ni la menor intención de oponer resistencia.

Vidas Cruzadas © ¡ A LA VENTA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora