Capítulo 10: Regalos.

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- Despierta – dije acariciando uno de sus hombros, Bridgette hoy parecía tener planes de dormir durante un largo tiempo pero eso arruinaría los míos de festejar su cumpleaños, así que recordando que para ir a visitar ese zoológico ella se levantó tempano, seguí insistiendo hasta que me respondió.

- ¿Qué? – susurro dándose la vuelta y escondiendo su rostro en la almohada.

- Tenemos que salir a dar un paseo – le susurre jugando con su cabello.

- ¡Quiero dormir! – se quejó jalando el edredón para cubrir su cabeza, puse los ojos en blanco y me metí debajo de las cobijas con ella.

- Quero que veamos el amanecer desde la torre Eiffel – le susurre antes de besarle.

- ¿Amanecer? ¿Qué horas son? – dijo levantando un poco el edredón y viendo el reloj -. ¡A estas horas de la madrugada!

- Es que el amanecer es a estas horas de la madrugada – dije poniendo los ojos en blanco.

A la final aun medio dormida se deslizo fuera de la cama y la lleve casi amarcandola al baño para que tomáramos una ducha juntos.

Bridgette termino de despertarse cuando vio el sol saliendo y comenzando a iluminarnos desde lo alto de la torre Eiffel, el horario de apertura de este lugar es a las nueve y media pero conseguí reservarla antes, de vez en cuando ser hijo de diseñador millonario tiene sus ventajas.

Los ojos azules de Brid se iluminaron a medida que el sol salía. Comimos nuestro desayuno en silencio pero intercambiando miradas de complicidad, París todavía no despertaba y apenas había ruido en el ambiente.

- Te quiero – le susurre mientras bajábamos en el ascensor, ella me sonrió y se colgó de mis hombros para darme un beso que duro hasta que las puertas se abrieron en la planta baja.

Entonces fuimos al rio Sena para subirnos a una de las embarcaciones. Bridgette apoyo su cabeza en mi hombro mientras la embarcación se movía.

- Despertarme temprano es un delito – susurro ella -. Lo sabes perfectamente, pero esta vez te lo dejare pasar.

Bese su frente sin decirle una palabra. Era la primera vez que visitaba París... al menos eso creemos, durante el tiempo que pasemos en Francia quiero mostrarle todo de mi país, de mi ciudad, lo más seguro es que nos quedemos a vivir en Londres, pero me gustaría que a Bridgette le agrade venir a pasar de vez en cuando aquí.

- Feliz cumpleaños número veinticuatro – le susurre.

Luego del barco, dimos un paseo en una carroza tirada por caballos y el guía nos habló de la historia de muchos de los lugares de Francia. Tanto Bridgette como yo escuchábamos con atención, luego de haber vivido la mayor parte de mi vida en el extranjero yo desconocía muchas cosas de mi propio país.

Almorzamos en uno de los restaurantes favoritos de mi padre, me lo había recomendado cuando hace días le pregunte qué lugar sería el mejor para llevar a Brid, creo también toco algún hilo sentimental en mi cuando dijo que allí había llevado a mamá en la primera cita.

Después de almorzar, le dijimos a gorila que nos esperara en la gran rueda y comenzamos a dar una larga caminata.

- ¿Quieres algo? – le pregunte cuando llevábamos un buen tiempo caminando y ella había girado la cabeza para ver los postres que se exigían en una panadería, regreso a verme algo avergonzada.

- Si... supongo que si – sus manos temblaron cuando empujo la puerta casi sin fuerza y yo me apresure a terminar de abrirla para que pasara.

- Buenas tardes – salude a una mujer asiática en el mostrador.

- Buenas tardes – suspiro Bridgette examinando la tienda y a las dos personas que se encontraban en lugar, luego frunció el ceño y su buen humor regreso.

Brid comenzó a examinar con alegría el mostrador, y me di cuenta que la pareja que atendía el local también la examinaba de arriba a abajo con una expresión que me intrigo... incluso incomodo ¿Qué pasaba con las miradas de la gente aquí en París?

- Brid... - la llame comenzando a hablar en inglés -. ¿Ya decidiste que quieres?

- Espera... ¡Sí! – dijo ella señalando unos cuantos panes.

- ¿Planeas hacer la compra para la semana? – dije seguro que no se avanzaría tantas cosas, ella me fulmino con la mirada.

- Hoy es mi cumpleaños, así que mímame – dijo medio bromeando.

La señora tomo los postres para cobrar con las manos temblorosas y se las arregló para balbucear el precio de la cuenta, entonces pareció convencerse de seguir hablando.

- Señorita ¿Cuántos años cumple? – pregunto la mujer, aparentemente nos había entendido... era un poco obvio ¿Quién no sabe el significado de birthday?

- Veinticuatro – contesto Bridgette sonriendo, la señora no dijo nada más y nos entregó la orden.

Más tarde subimos a la Grande Roue de Paris, y Bridgette suspiro mientras la enorme rueda nos levantaba.

- ¿Pasa algo? – pregunte.

- No es solo... que todo el día de hoy ha sido magnífico – dijo sonriendo dulcetemente -. Te quiero Félix.

- Yo también te quiero.

- Sabes – susurro Brid -. Esta rueda me hace sentir nerviosa.

- ¿miedo a las alturas?

- No, no es miedo, es como... ¿nostalgia? – susurro Brid y luego negó con la cabeza -. Debe ser porque París es la cuidad del amor y estoy siendo demasiado romántica.

Durante todo el día estuvieron llegando mensajes de felicitaciones al celular de Bridgette, ella contestaba con un agradecimiento y volvíamos a concentrarnos en nuestra cita.

Regresamos a la mansión Agreste cuando la noche ya había caído. Subimos sin hacer ruido hasta nuestro cuarto y cerramos la puerta con cuidado.

- Te compre algo – le dije buscando su regalo y entregándoselo, ella sonrió con esa alegría infantil que los regalos le provocaban.

- Gracias Fél – me dijo mientras lo habría.

- ¿Te gusto?

- ¡Muchísimo! Gracias – entonces sus manos tocaron el arete que deje allí "Casi por descuido" y su rostro se ilumino más de lo que ha estaba -. Se parece al mío.

- Si... - dije un poco incómodo ¿Hubiera sido mejor mandar a hacer una réplica de su arete?

- Es genial Félix – dijo ella -. ¿Me los pruebo ahora?

- Claro

Cuando ella saco de su guardapelo y coloco a los dos aretes juntos, nos dimos cuenta que eran idénticos... ¿Sería posible ese otro arete sea el que perdió Bridgette?

Ella se los coloco, pero antes de que yo pudiera decirle algún alago, una luz llamo nuestra atención.

- ¡Marinette! – grito un bichito rojo volador.

Bridgette grito he intento alejarse, yo tome un tarro de plástico y logre atrapar al bicho rojo dentro, pero este paso a través del plástico y siguió repitiendo.

- ¡Marinette! 

La chica que una vez fuiWhere stories live. Discover now