Capítulo 13: Ladybug

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El frió de la noche es siempre igual, pero no se compara en nada con el sentimiento que tengo en corazón porque mi Lady ya no está, desde que Félix trajo a su novia a casa y yo la vi no he vuelto a ser el mismo, todos esos sentimientos que había enterrado han vuelto a florecer.

Desde que he visto a Bridgette apenas he hablado con Kagami, sé que es ingrato de mi parte despreciarle así, pero no deseo acercármele, quizá por vergüenza de que logre descubrir en mí el anhelo por Marinette que hace mucho le dije que había olvidado.

¿Pero que se supone que puedo hacer? Esta mañana cuando Kagami se acercó a mí y me abrazo (Tal gesto me tomo por sorpresa, no es propio de ella algo así, supongo que es consecuencia de la frialdad que le he mostrado últimamente) me mostré esquivo, no puedo soportar verle a los ojos cuando en mi cabeza solo hay un rostro y una voz que se repiten sin cesar, y no son suyos.

El cielo está despejado hoy, pero la noche es oscura porque no hay luna. Cada vez que veo a Bridgette pienso en mi Marinette, cada vez que la escucho hablar me parece que es ella y cada vez que ella hace alguna torpeza tiemblo de deseos en abrazarla ¡Y me estoy volviendo loco! Cuando escucho su risa el tiempo desaparece, pero no es por mí que ríe, solo de pensarlo las venas se me llenan de ira y celos, cuando la veo caminar me pierdo en su hermosa figura y en su dulce rostro pero sus pasos siempre la llevan a los brazos de mi hermano, cuando los veo juntos mi mente se nubla y aunque se que ella es suya, me cuesta contener mis deseos de arrancarla de sus brazos.

Y ella me dice que no es mi Marinette, me lo susurra temerosa como si me tuviera miedo, y le creo, le creo cada palabra porque ¿Cómo podría ser ella mi Lady? Entonces el remordimiento me corroe y corro junto a Kagami, le compro rozas y chocolates, la invito al cine a un paseo romántico, me refugio en su calor intentando olvidar... pero al día siguiente, vuelve a aparecer Bridgette rondando mi casa, riéndose alegre mientras Félix la observa con su semblante serio pero cómplice, y mis sentimientos regresan, siento celos y rabia, me parece que odio a mi hermano ¡Y realmente lo odio! Deseo verlo muerto, quiero asesinarle con mis propias manos cuando lo veo besándola, me siento en el infierno cuando al pasar frente a su cuarto escucho esos gemidos y me imagino lo que le está haciendo a mi Marinette...

Y la casa se siente tan vacía cuando Félix se la lleva a pasear, siento que vuelvo a los días después de su desaparición y me encierro en mi cuarto lamentándome. Quiero encontrar a Marinette aunque solo fueran sus huesos, saber que le sucedió por más horrible que fuera, quiero quitarme la obsesión que tengo por esa chica que lo único que ha hecho es parecérsele, quiero que el odio contra mi hermano desaparezca.

Tengo miedo que por culpa de este delirio demente pueda perder a Kagami, cuando se acerca a mí, la culpa me carcome, cuando veo su impasible rostro llenarse de tristeza ante mi rechazo, mi corazón duele y quiero arrojarme en sus brazos, pedirle que nos marchemos lejos de París, lejos de todos los recuerdos de Marinette, lejos de la prometida de mi hermano, confesarle que no sé lo que siento y pedirle que no me abandone nunca, pero cuando estoy a punto de corresponder a sus afectos... el rostro de Marinette, o mejor dicho de Bridgette aparece en mi mente, sonríe con inocencia y me mira con dulzura, pienso entonces en el futuro que imaginamos cuando éramos adolescentes, ella por su lado y yo por el mío, recuerdo todo lo que Alya me contaba cuando se lo pedía... y me marcho, dejando sola a la única persona que me ama tanto como para soportarme.

Sin darme cuenta he comenzado a llorar, desde ese día hace diez años mi vida perdió el sentido, he soñado tanto con su regreso que ahora siento que me pertenece... y me compadezco de Bridgette y de Kagami ¿Qué culpa pueden tener ellas de mis delirios?

Una sobra se desliza por las farolas llamando mi atención, es un sueño... una alucinación, observo anonadado como su largo cabello cae sobre su cuerpo delgado, como se mueve la persona en ese traje que es el de mi Lady y al mismo tiempo no lo es, entonces ella se detiene a algunos metros por delante de mí, no me ha visto, sus ojos observan deslumbrados y vidriosos la ciudad de París, tardo un poco en moverme pero en cuanto puedo hacerlo corro detrás de ella para atraparla.

¿Es esto un sueño? Si lo es no quiero despertar nunca, quiero morir y quedarme a vivir aquí por el resto de la eternidad, tengo miedo de tocarla, temo que desaparezca como una ilusión, pero cuando la sujeto con mi mano, descubro que su cuerpo es sólido y caliente.

Ella gira la cabeza hacia mí y el aire escapa de mis pulmones cuando puedo ver sus grandes ojos azules detrás de su antifaz y su rostro ¡Qué bello es su rostro! En ese momento no hay maravilla en el mundo que me parezca más hermosa que sus grandes ojos azules, su boca rosada y su pequeña nariz, ninguna diosa griega se le compararía en belleza.

- ¿Tú eres Cat Noir? – pregunto ella suavemente girándose hacia mí, ¡Que hermosa que es su voz! Que nostalgia me trae, la recuerdo tan valiente lanzándose a combatir el peligro sin dudar.

No le respondo y la estrecho entre mis brazos, ella se pone rígida por la sorpresa.

- Te quiero tanto my Lady – le susurro -. No te permitiré irte nunca más.

- Bueno es que yo... - comenzó a decir ella con tono de duda he intenta apartarse de mí.

- ¿Qué haces? – le pregunto.

- Me estas abrazando muy fuerte – dice ella intentado apartarse -. Por favor, suéltame.

- ¡No lo voy a hacer nunca! Tu eres mía Marinette, mía y de nadie más.

Ella tembló visiblemente y de un empujón logro zafarse, me miro algo asustada... y dando un salto huyo de mí, dejándome de nuevo completamente solo.

La chica que una vez fuiWhere stories live. Discover now