cap. 6 Pista de Patinaje

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Horas mas tarde

Para la hora de comer Troy ya le había enviado por correo parte del trabajo realizado. Tal vez tuviera alguna oportunidad de recuperar toda su fortuna. Estaban encontrando pequeñas pistas que aún Tom podía esquivar ante un caso policial pero si daban con algo lo bastante gordo, se lo devolverían todo inmediatamente. Todo era cuestión de seguir buscando porque no pensaba rebajarse a reventar la cerradura de su viejo apartamento para rebuscar entre sus cosas. El allanamiento de morada no testificaría a su favor precisamente.

Enfrascado como estaba en su trabajo ni siquiera bajó a la hora de comer. Ese día había jornada intensiva para que todos pudieran volver a sus casas a partir de la hora de la comida por lo que se quedaría él solo en el edificio. No bajó a buscar a Camila porque se le ocurrió que tal vez ella tuviera planes familiares, pero en seguida se arrepintió. No podía dejar que ella se marchara sin felicitarla tan siquiera por navidad.

Marcó el número de su extensión que ya se sabía de memoria y esperó, pero nadie contestó a su llamada. Nadie excepto el buzón de voz.

- ¡Maldita sea! Exclamo el pelinegro molesto.

Dejó otra vez el teléfono en su lugar y se torturó por no haberla llamado antes. Prometió verla más tarde y él como un idiota se había quedado ahí parado. Acababa de perder su gran oportunidad de ver a Camila antes de la semana siguiente y de entregarle su regalo. Era algo modesto pero lo vio y pensó que a ella le gustaría.

Alguien llamó a la puerta pero él no contestó. Escuchó el clic de la puerta al abrirse y estaba a punto de gritarle a quien quiera que fuera que se marchara cuando vio el gorrito navideño de Camila. No se había marchado, estaba subiendo cuando él llamó.

- Como no bajabas pensé que estarías muy liado, dijo la castaña.

La verdad es que estaba muy liado con todo lo que le envió Troy, pero había cosas mucho más importantes.

- Sí, pero no lo suficiente como para renunciar a nuestra taza de chocolate.

Dejó todo lo que estaba haciendo tirado de cualquier manera, se puso su abrigo y salió del despacho junto a Camila.

En menos de diez minutos los dos estaban sentados en su lugar habitual en la chocolatería y esperaban su pedido. Camila se quitó el abrigo y el pelinegro quedó fascinado. No era un disfraz, pero el diseño del vestido podría perfectamente pasar por un precioso y sexi vestido de Mamá Noé. El terciopelo color burdeos lanzaba destellos por la luz y lo tentaba a tocar la suavidad de la tela. El escote era mucho más que generoso y la falda corta y con vuelo dejaba a la vista sus piernas cubiertas por unas medias de seda blancas. Un cinturón negro remarcaba su cintura de avispa y realzaba su pecho. Estaba preciosa.

- ¿Ocurre algo?- le preguntó ella.

- No… Yo sólo… - tragó hondo- Estaba fascinado el pelinegro…

- Disculpen.

La camarera llegó justo en ese momento rompiendo la magia. Camila se quedó anonadada sin saber que decir y atrapada por la interrupción de la camarera. Se había pasado el momento y ya no podía indagar sobre lo que Michael había dicho, pero juraría que acababa de decirle que estaba hermosa. Fascinado sólo podía traducirse en eso, ¿no? La miraba fijamente y sus ojos brillaban ansiosos. Ojala no hubiera aparecido la camarera para estropearlo todo.

El Pordiosero y Su ÁngelWhere stories live. Discover now