cap. 10 El encuentro con los Jáuregui

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Narrador

El semáforo cambió de color otra vez y volvió a arrancar. Pasaron por delante de una tienda de confecciones y no pudo evitar ver a su madre cosiendo delante de la chimenea.

Por navidad siempre se sentaban alrededor de su madre mientras ella terminaba de rematar sus calcetines para Santa Claus. Cada uno de los hermanos le indicaba cómo quería las letras de su calcetín y después los colgaban juntos.

- Niños, este año Santa Claus no va a poder traer muchos regalos.

- ¿Por qué mamá?- preguntó Lorenzo.

- ¿Nos hemos portado mal, mamá?- preguntaron Chris y Taylor.

- No, mis niños.

Su madre se arrodilló junto a ellos y les dio un gran abrazo maternal.

- Santa Claus tiene que repartir regalos para los niños pobres, menos afortunados que nosotros. Por eso este año va a hacer menos regalos a los que podemos vivir en mejores condiciones. Nosotros tenemos un hogar, comida y lo más importante, los unos a los otros.

Les dio un beso en la frente a cada uno de sus hijos.

- Pero os prometo que otro año será diferente.

- ¿Por qué será diferente?- insistió el pelinegro- Los niños pobres tendrán más dinero...

- No lo sé, Lorenzo. - le revolvió el pelo- Sólo sé que este año nos ha tocado a nosotros pero otro año les tocará a otros. Santa Claus no va a dejar siempre con menos regalos a los mismos.- le sonrió- Lo que sí que tendremos será bienes invisibles.

- ¿Qué es eso, mamá?- preguntó Chris en esa ocasión.

- No se pueden ver pero aquellos que los tenemos somos muy afortunados. Amor, amistad, cariño, felicidad... Somos afortunados de tener todo eso.

Su madre las abrazó a las tres con lágrimas en los ojos que ellos no supieron interpretar.

Años más tarde descubrió que en esas navidades habían despedido a su padre. Su madre tenía la esperanza de que lograra encontrar algún otro trabajo ya que ella no podía mantenerlos con su taller de costura aunque trabajara veinticuatro horas diarias. Su padre encontraría trabajo dos meses más tarde afortunadamente.

El resto del trayecto fue silencioso pero muy inspirador para Lorenzo. Un recuerdo navideño tras otro asaltó su memoria y para cuando llegaron al pueblo no podría sentirse más nostálgico.

El pueblo en el que se crió debía ser la ciudad de la navidad de Santa Claus. Nunca había visto algo tan entrañable y acogedor en toda su vida. Y siempre fue así, desde que podía recordar. Igual por eso le gustaba tanto a sus padres.

Condujo en zigzag por las calles y fue girando y buscando indicaciones en las carreteras nuevas hasta encontrar el barrio residencial en el que se crió. Aparcó frente a la casita de sus padres y la contempló asombrado. No había decoración navideña. ¿Cómo era posible? Su padre ponía los adornos un mes antes.

- Vamos! . Dijo la castaña.

- ¡Espera! Grito él .

El Pordiosero y Su ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora