cap. 8 La verdad sale antes

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Narrador

Lorenzo salió cabizbajo del ascensor cuando las puertas se abrieron y sacó del bolsillo de su pantalón ese billete de veinte dólares que conservaba como si fuera todo un tesoro. Y es que lo era. Esos veinte dólares, ese pedazo de papel que jamás le entregaría a nadie, la habían hecho más feliz que ninguna otra cosa en toda su vida. ¿Qué iba a hacer? No podía permitirse el lujo de perder a Camila.

- Ha cambiado mucho señor Jauregu!? .

Al escuchar esa voz levantó la vista del billete y buscó a su alrededor. Su secretaría no estaba en ese momento, sólo estaba un señor que trabajaba en el servicio de la limpieza. Estaba limpiando el cristal de una ventana por dentro.

- ¿Disculpe? dijo él sorprendido .

- Le he dicho que ha cambiado mucho señor Jauregui, respondió el hombre.

- Le he escuchado bien. – guardó el billete en su bolsillo.

- Lo que quiero saber es a qué se refiere.

-Hace dos años sus empleados le tenían miedo, se escondían a su paso y lo observaban como un perro a su amo. Ahora es mucho más amigable con todos y lo veo muy comprometido con las buenas acciones, dijo el hombre mayor.

- ¿Usted me conoce? pregunto al hombre que tenia al frente.

El hombre dejó de frotar el cristal y se volvió. Era ya bastante mayor, tenía el poco cabello que le quedaba blanco y una reluciente calva en la coronilla. Sus ojos eran de un tono azul grisáceo y tenía una nariz realmente peculiar, era muy grande. De hecho, la forma de su cabeza era la de un balón de fútbol americano. Le recordaba al mocoso de la serie de Padre de familia cuyo nombre no lograba recordar. Sí, antes veía toda esa televisión basura.

- Claro que la conozco señor Jauregui. Soy Vicen, yo trabajaba para usted cuando era el jefe. Siempre limpiaba su despacho cuando usted salía por la tarde.

¡Sí, era verdad! Cuando él terminaba de trabajar siempre estaba esperando ese señor para limpiar. Muchas veces lo hacía esperar hasta altas horas de la noche sin ningún remordimiento.

- Lo siento mucho. Lo traté muy mal, dijo Lorenzo apenado.

- No te preocupes por mí, hijo. Vicen empezó a tutearlo repentinamente.

- Me alegra saber que ya no es usted aquel monstruo. Ha cambiado mucho.

En verdad no estaba perdido si alguien que lo conocía de su anterior vida pensaba eso.

- ¿Por qué no lo despidieron?- preguntó con curiosidad él.... - Tom echó a todo mi personal…

- No tocó al equipo de limpieza. Pensó que éramos demasiado insignificantes y que no le daríamos ninguna clase de problema, respondio Vicen.

Típico de Tom y típico de él años atrás. Aún así, no podía evitar alegrarse porque alguno de sus empleados al menos no se hubiera encontrado en paro. Muchos fueron los que se quedaron en la calle por la dirección de Tom Holland.

El Pordiosero y Su ÁngelOù les histoires vivent. Découvrez maintenant