El jilguero cada tarde se postraba, con la elegancia de un cisne, en el alféizar de mi ventana. Me visitaba y observaba como mi vida pasaba, impertérrito, primavera tras primavera. Viendo como con el sol del verano mis sentimientos se tornaban simples y monótonos, y como con las hojas del otoño mis ánimos caían. El jilguero vivía mis semanas desde un palco de omnisciencia, espectador de una obra de teatro ruin escrita por un bolígrafo seco y poco nítido. Contemplaba una actuación en la que los inviernos devoraron el tercer acto.
Y el jilguero dejó la sala.
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Noches de verano en primavera
RandomPequeños textos en los que me expreso y reflexiono abusando del uso de figuras retóricas.