Negrura

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Demasiados cuervos anidan mi consciencia, y las pocas golondrinas que me mantenían en pie han emigrado. Dudo que vuelvan, los únicos nidos que quedan en mi cabeza son de alambre de espino. 

Contra todo pronóstico, escuché otra vez cantar al jilguero, como una ola de paz y tranquilidad que acariciaba mis oídos, un poco de luz entre toda aquella oscuridad... Pero ya no queda ni un atisbo de aquella armonía. 

De nuevo, demasiados cuervos. Cuervos negros que devoran cualquier espantapájaros, que no dejan respirar ni ver más allá de su plumaje escamoso. 

Demasiados cuervos a los que cada día me cuesta más hacer frente.

Noches de verano en primaveraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora