12. Noche de Navidad

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ODIABA EL INVIERNO, el puto frío hacia que incluso las puntas de mí pelaje marrón consiguieran congelarse como el hielo. Pero no todo era malo, conseguí seguir el rastro de una familia que iba en una caravana, si seguía al mismo ritmo podría incluso alcanzarlos antes de que salieran del bosque.

Tras varios kilómetros pude sentir un olor muy desagradable, era como el olor de aquel cacharro con rudas multiplicado por cien. Como mi hambre aún no era voraz pude permitirme dejar a esa familia en paz como regalo de Navidad e irme a dónde ese hedor era más abundante, pues era demasiado curioso. Un paso más cerca del premio Nobel.

Me quedé gratamente sorprendido, era una ciudad llena de gente. Llena de comida. Pero no podía permitirme que me disparas en pensando que me he escapado de algún zoo, así que muy a mi pesar le tenía que decir adiós a mi esbelto cuerpo cubierto de pelo para pasar a uno más bien delgado pero igual de entrenado.

El viento congelado caló en mis huesos haciéndome tiritar por primera vez en mucho tiempo. Mis manos eran pequeñas y podía ver mi pelo por encima del hombro. Andé hasta que me topé con la primera carretera de la ciudad, donde divisé un coche blanco y azul que se paró justo a mi lado.

-¿Que cojones...?- Escuché decir al señor desde dentro. Se asomó por la ventanilla.- ¡Chaval!

Le miré escondiendo mis ojos rojos con un semblante serio.

-¿Que haces así en Navidad? ¿Dónde están tus padres?

-¿Acaso pregunto yo por tu vida?- Él abrió los ojos sorprendido.

-Solo responde.- Dijo intentando no responderme.

-No tengo a nadie. ¿Contento?- Me giré de mala gana con la intención de irme. Con lo de pacífico que estaba yo tenía que venir este inútil a molestar.

-¿Que?... Hey espera.- Salió del coche. Iba con la intención de pararme, le miré rápidamente para que no me tocase.- ...¿Puedes venir conmigo, por favor?

Gruñí sin molestarme en disimular y a regañadientes abrí la puerta de su coche y me senté en la parte de atrás cruzado de brazos. Él se sentó en la parte del piloto y volvió a encender el motor.

-Anda ponte la chaqueta, no sé cómo puedes soportar... ¿Porque estás desnudo?- Acepté la prenda solo por el frío.

-¿Qué mierdas te importa?- Podía oler como su mal humor aumentaba, y eso me divertía.

-Está bien, ya pillo que no vas a confiar en mí, pero me veo obligado a llevarte con servicios sociales.

-Wow sabes decir cosas sin preguntar, felicidades.

El hombre por fin pilló que no iba a contarle nada. Aún con un humor de perros llegamos a un edificio que, a pesar de ser casi las once de la noche, seguía con las luces totalmente encendidas. Bajé del auto y me ajusté la chaqueta que era justo de mi talla.

Me abrió la puerta y me encaminé a una entrada con una señora detrás de una mesa.

-¿H-hola, puedo ayudarle en algo...?

-Me he encontrado a este chico en medio de la calle. No tiene familia y no me quiere decir nada más.

-Chico ves a sentarte ahí.- Me ordenó a señora.

-Voy solo para dormir, no pienses que te estoy haciendo caso.

Dicho eso me tumbé en el sofá negro durmiendome sin remedio, mi intención era escuchar haciéndome el dormido pero... Debía admitir que eso era mucho más cómodo que el suelo.

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Me desperté debido a que me estaban tocando el hombro y abrí mis ojos de golpe enseñando mis encías amenazante. Solo conseguí la mirada incrédula de la señora.

Querida Alfa [COMPLETO] {1}Where stories live. Discover now