22. Posibles curas

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LLEGAMOS a una parte del bosque que ninguno de nosotros conocía, lo cual me asustaba un poco por si nos perdíamos.

-¿Oye Terry, cuánto falta?

-Joe pareces tú la pequeña. No lo sé.- Me sorprendí.

-¿C-como? ¿Acaso sabes a dónde estamos yendo?

-Nop.- Dijo él tan tranquilo.- Pero me considero a mí mismo como alguien con mucha orientación, y terriblemente guapo para que engañarnos.

Mister Autoestima siguió su camino hacia ninguna parte, hasta que unos minutos después aminoró el paso.

-Detras de estos árboles se encuentra mi casa. Te dije que me oriento bien aunque no lo recuerde. He estado viviendo mucho tiempo en estos bosques bonita.

Avanzó unos cuantos metros más y efectivamente ahí se encontraba una pequeña casa de dos pisos de madera con pinta de haber estado abandonada durante muchos años.

-Que bonitos recuerdos por favor.- Dijo Terry en tono sarcástico.- Por cierto, ahora que me fijo, ¿vosotros dos porque habéis venido?- Señaló a los mayores.

-Me interesa la historia.- Dijo mi padre.

-Yo simplemente vengo para vigilarte.

-Que bonito es tener confianza...

Por fin entramos en la cabaña, la puerta estaba entornada. Estaba lleno de polvo y lo que parecía ser sangre que nunca se limpió. También como Dana comentó una vez el ambiente aún conservaba su olor a pólvora.

Terry se dirigió a una pequeña estantería que había encima del mueble de la televisión y agarró todos los libros que pudo.

-¡Achú!- Terry estornudó levantando el noventa por ciento del polvo que se encontraban en los libros ya amarillentos.- Putos ácaros... Por aquí debe de haber información. Son libros únicos que cuentan todas las ventajas de nuestra dieta, o eso recuerdo.

Él levantó la vista echando una ojeada rápida a todo el lugar.

-Voy a ver el resto de la ca-cas... ¡Achú!... De la casa.- Terry se retiró a una de las habitaciones más cercanas a la salida.

-Voy con él, a ver si encontramos algo.- Dicho eso le seguí.

Al entrar donde estaba él me encontré con una habitación pequeña con cuatro literas, la escena era igual que el resto de la casa; polvo, sangre y olor a arma.

-Este era nuestro cuarto.- Dijo Terry en tono despreocupado.

-¿Erais cuatro?

-Sí. Mi hermano mayor, el mediano, me salvó.- Pude ver cómo se le dibujaba una sonrisa.- Es gracioso porque no recuerdo ni su nombre.

Él seguía con aquel tono de pasota total.

-Lo siento.

-No te disculpes idiota. Lo hizo porque él quiso y punto. Vayamos a otr-otra-a-a... ¡Achú! A otra habitación, estar aquí dentro me da alergia.- Abandonó el cuarto.

Antes de yo salir me di cuenta de algo, en el suelo había una pequeña marca de que el polvo se había retirado en forma de círculo. Automáticamente me vino a la mente la pequeña pelota azul de Dana. Fue la primera vez que la vi en su forma de loba a principios de curso cuando la encontré herida en el bosque...

-No hay nada por ahí.

-Nosotros hemos encontrado un libro que podría significar algo.- Comentó María sobre el libro que tenía en sus manos. Automáticamente Terry se lo retiró de su alcance.

Querida Alfa [COMPLETO] {1}Where stories live. Discover now