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Leon

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Leon

Jamás había sentido tanta felicidad en mi vida, pasaba un buen momento con mi nuevo equipo, estaba convocado para jugar con la selección Alemana y la mujer a la que más amaba en este mundo, claro después de mi madre, estaba durmiendo a mi lado, acurrucada en mi pecho, con pequeños mechones de cabello rubio sobre su rostro, parecía un ángel, su brazo rodeaba mi torso, mientras yo le daba leves caricias en su fina cintura y alejaba aquellos mechones rubios que le molestaban.

— Me estás viendo mientras duermo — susurró Vai aún con los ojos cerrados.

—Me gusta hacerlo — respondí acercándome para darle un pequeño beso en sus labios — buenos días nena.

—¿Qué hora es? — dijo abriendo sus ojos y regalando me una pequeña sonrisa.

— mmm son las 11:00 AM — dije fijandome en mi celular que estaba en la mesita de al lado.

— ¿Las 11?— preguntó calmada— ¡joder Leon tienes que estar en Alemania!— recordó y se levantó de la cama apresurada para dirigirse al baño a cambiarse, ya que solo portaba una camiseta mía del Bayern.

— Tranquila cariño, ya reservé el vuelo, no vamos  dentro de 3 horas.

— ¡3 horas Leon! — dijo saliendo ya lista con el mismo vestido de la fiesta de la noche pasada — tengo que ir por mis cosas a la habitación que comparto con las chicas.

— Eh pues llamé a Dinora, le dije que trajera tus cosas y ya están aquí — expliqué tranquilo, para luego señalar la gran maleta de color negra que estaba al lado del mueble del televisor.

— ¿Seguro que está todo?— preguntó sentándose en la gran cama.

— Eso creo — reí — igual deberías fijarte, si falta algo, pasamos por el hotel de las chicas.

— Está bien.

Después de 30 minutos, Vaitiare dejó de inspeccionar su gran maleta, al parecer estaba segura de que todo estaba bien empacado.

Tomó algunas prendas, su neceser y volvió a ingresar al baño, esta vez a ducharse y a cambiarse.

—¿Ya estás lista Vai? — pregunté tocando la puerta del sanitario— tenemos una hora para llegar amor.

—Ya salgo, ten paciencia— respondió para después abrir la puerta y dirigirse al centro de la habitación.

— Eres preciosa — me acerqué para tomarla de la cintura.

—Tenemos que irnos Tigre— dijo sonriendo.

—Ellos pueden esperar — junté mis labios a los de ella en un beso lento.

— Nos tenemos que ir Leon—reiteró, alejándose de repente, tomó su bolso y su gran maleta.

— Vale.

verzeih mir | julian draxlerWhere stories live. Discover now