[29] Conexión Peligrosa

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LEIGH

Las ramas del árbol al lado de mi habitación azotaban mi ventana, sus sombras se colaban dentro y formaban figuras en el techo encima de mi. Estaba acostada en mi cama con los brazos estirados a mis lados. La oscuridad me rodeaba, mis ojos sobre esas formas espeluznantes que se formaban en el techo. El reloj acababa de marcar la medianoche, así que ya era oficial.

Hoy es el día...

19 de Diciembre...

Ya ha pasado un año.

—Leigh, mírame, confía en mi— la voz de Rhett había sonado tan honesta, casi romántica si no fuera por las oscuras circunstancias.

Recordé estar de rodillas sobre la tierra frescamente revuelta de mi jardín, sembrando las semillas de las flores para cubrirlo todo y cuando ellas florecieron espectacularmente con el pasar de los meses me permití pensar que de alguna forma eso hacía lo que había pasado menos perverso, que la belleza podría cubrir la oscuridad.

Lagrimas inundaron mis ojos, las figuras se volvieron aún más terroríficas a través de mi vista borrosa. Parpadeé, lagrimas escaparon y rodaron a los lados de mi cara. No quería recordar, no quería pensar en eso pero cada vez que cerraba mis ojos eso era todo lo que venía a mí. Apreté las sabanas debajo de mis manos para llorar en silencio. Mi pecho se estremecía con cada sollozo mientras me permitía sentir el dolor, la tristeza, y todas esas emociones que reprimía porque no sabía que hacer con ellas.

No quiero sentir. Me niego a sentir, cada vez que lo hago me destroza de esta forma, ¿qué puedo hacer para dejar de sentir?

Mis manos bajaron a los shorts de mi pijama, acaricié las cicatrices en la parte interna de mis muslos. El recuerdo de la sensación de las navajas cortando mi piel me dio escalofríos, esas heridas que yo misma me causé en mis peores momentos. No podía volver a eso. Mis dedos trazaron cada cicatriz con gentileza.

Y ya no tengo a nadie a quien recurrir. Natalia ha desaparecido, y Rhett es solo el recordatorio de lo que pasó. Cada vez que lo veo, siento tantas cosas pero también recuerdo todo. Quizás una parte de mí se ha alejado de él no solo por mis metas si no porque él me recuerda a todo lo que con tanta desesperación quiero olvidar. Ese día perdí tanto de mí y al parecer también lo perdí a él.

Estoy sola.

Subí mis manos para descansarlas encima de mi estomago y el rostro de Heist vino a mi mente, sus ojos cerca de los míos, sus labios contra los míos, en ese momento no había pensado en nada, solo había sentido, lo había sentido a él. Me senté en la cama y limpié mis lagrimas antes de levantarme y salir con cuidado de mi habitación.

No, Leigh, para, me regañé a mi misma pero no me detuve.

La casa estaba completamente a oscuras, me escabullí en el estudio de papá donde estaba el teléfono de la casa y busqué con cuidado en las primeras gavetas donde estaba la tarjeta que los Steins le habían dado a mamá con sus números de contacto. Encendí la pequeña lampara al lado del teléfono y ojeé la tarjeta en mi mano, viendo el número debajo de Heist Stein, ¿de verdad haría esto? ¿De verdad lo llamaría a la medianoche? Pensar en volver a mi habitación y sumergirme en el dolor de los recuerdos de lo que este día significaba para mi me dio el valor necesario para marcarle.

Heist [Darks #1] [En librerías] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora