je t'aime

925 119 13
                                    

[...]

Capaz.

Supo que pudo haber sido el final, qué tal vez era su triste final y que todo su mundo se estaba acabando. Porque Edd no pudo mover los pies, no fue capaz de hacerlo a pesar de ser la persona que más quería en el mundo la que huía de él. Se le hacía tan difícil creer que, tras haber pasado tanto tiempo, aún era imposible tolerar un simple y suave roce.

Joder, que era Matt.
El amor de su vida, su novio, su mejor amigo, compañero de aventuras. ¡Lo era todo! ¿Y él que hacía? Se quedaba quieto, aguardaba en silencio, creyendo que sería él quien lo solucionaría, quien vendría corriendo otra vez. Pero no fue así. Lo único que había logrado, lo máximo, fue hacer que su mente le gritara que era un verdadero y total imbécil.

Dejó pasar los días, tres días y dos noches. En ninguno tuvo la fuerza suficiente para llamar, y ni siquiera lo había visto. Matt no apareció en casa hasta su cuarta noche en soledad.

Tres de la mañana, Edd bebía té en el sofá, Ringo ronroneaba a su lado e intentaba, con mucho esfuerzo pero pocos resultados, detener las lagrimas frustradas de su querido padre.
El silencio cernía en la sala y Edd no se detenía, era incapaz de controlar sus impulsos, era incapaz de querer a su propia pareja y de hacer algo cuando era necesario.
Era incapaz.

Catorce minutos, el sonido de las llaves siendo encajadas en la puerta, la suela de los zapatos siendo arrastrados por la madera en un caminar pesado, en un caminar herido y destrozado, se hicieron presentes en casa.
Y Edd lo supo, reconoció entre el silencio, la pesadez en ese característico andar, la sombra delatando al alma que se colaba entre la madrugada.

— Edd...— escuchó, y muy a duras penas alzó la cabeza.

No dijo nada.
No pudo hacerlo, otra vez.

Cerúleo y hazel se conectaron; esta vez Edd no necesitó de impulsos o señales, absolutamente ninguna palabra o regla que se hubiese puesto en el pasado fueron capaces de controlarlo en ese instante.

Ambos estaban en la orilla del precipicio, aún capaces, de un último e inigualable momento que podría significarlo todo. 

Fue entonces cuando Gould mandó a la mierda el miedo, porque él se iba. Sabía que Matt no podía soportarlo más, que era culpa suya por no aprender a quererlo a pesar del tiempo, por estar asustado de todo, por ser un desconfiado del chico que le entregó el corazón.

— Matt.— Dijo por fin, sintiendo el cuerpo pesado cuando, poco a poco, logró levantarse. Vio el andar del hombre detenerse a duras penas, dispuesto a escuchar las últimas palabras de Gould. Pero no volteó, y otro poco del corazón de Edd se estremeció por ello.

La valentía se apoderó de él, y aún desconociendo el como, las fuerzas para avanzar hacia Matt lo dejaron guiar una de sus manos hasta las del hombre de ojos cerúleos.

Frías. Estaban frías.

Notó como el pelirrojo se sobresaltó, también como, por un pequeño e insignificante momento, quiso quitar la mano.
Pero no lo hizo.

El más pequeño, con la cabeza gacha y los nervios haciéndole temblar, se acercó hasta rozar la espalda de Matt, y apoyó la cabeza allí, sin soltarle la mano.

Un pequeño susurro escapó de los labios de Gould, tembloroso y asustadizo, también razón del porqué el agarre que tenía con la mano de Matt se iba haciendo más fuerte.

— ...Te amo.—

Diecisiete segundos, tal vez la mitad. No se les hizo nada, mucho menos a Matt, quien en poco menos de ello dejó las lágrimas salir y el corazón atascársele en la garganta. Negó, negó muchas veces hasta caer y creer que era realidad, que él había logrado decirlo, que él lo abrazó y tocó como si no fuese la peor peste del mundo.

Soltó la mano de Edd y se cubrió el rostro, porque no podía, era tan difícil.

— Te amo... te amo... por favor no te vayas.—

Escuchaba, tantas veces, Edd no se detenía.

— Cállate .—
Sollozó, temeroso de voltear y que no estuviera ahí, de que en realidad nada fuera real. 
Sintió los brazos de Edd envolverlo en un abrazo, logró percibir el calor como nunca antes.
Y ya no pudo.
Volteó, ni siquiera le importaron todas las palabras de antes, solo lo abrazó, lo besó como nunca y se mantuvieron así, ignorando la madrugada avanzando o a Ringo mirándolos desde el sofá.

Edd había sido capaz, y Matt también.





_____
Espero comprendan que en este Au, Edd es intolerante al contacto físico, un nervioso y desconfiado. Paranoico total.

Acá lo representé con Matt y la relación que conllevan, como se atreve a salir de su temor y tal, a abrirse con él, ya entienden.
Espero les haya gustado, y ojalá haya quedado bien escrito, aún intento mejorar, lol big F.

Besos

¡Edd! ¡La zanahoria se está incendiando!|MattEdd One-ShotsWhere stories live. Discover now