4 Am

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+18.

Son las cuatro de la mañana y Matt ahoga sus suspiros contra su palma, la cama no deja de moverse, pero no emite ruido suficiente como para alertar a los escasos y distanciados vecinos.
Edd, sobre él, moviéndose con más fuerza cada vez, provocando una exquisita fricción sobre la pelvis del pecoso con su trasero.

— ...Bebé, más despacio. Van a oír la maldita cama y... ah mierda, olvídalo.— 

Edd sonríe victorioso, no tenía más que hacer que disfrutar; Matt aveces era paranoico en estas cosas, y admitía que él también, pero estando solos, los vecinos ni nadie molestaría, ¿quién diablos querría hacerlo a las cuatro de la mañana sin razón aparente?, estaba seguro de que nadie, a no ser que se acercaran y pegaran el maldito oído a la pared que daba con su habitación, allí tal vez lo consideraría, pero por ahora, solo se preocuparía de refregarse contra Hargreaves como se le diera la puta gana.
Tiene que morderse el labio para no soltar ruidos demasiado llamativos, suelen ser discretos, pero las manos grandes y fuertes del pecoso le aprietan contra el falo duro aún oculto sobre su ropa interior, y cada vez se hace más difícil este trabajo, porque mierda, siente su trasero arder de lo caliente que está. Aveces es imposible contenerse, piensa, en realidad ni siquiera importa si suelta un gemido a estas alturas.

— ...Ah, santa mierda.— maldice entre dientes y por fin, jadea. Suele hacerlo cuando se siente bien, tal vez demasiado. Echa la cabeza hacia atrás y deja salir un suspiro ahogado, caliente, espontáneo. Se sujeta de la cabecera de la cama para poder hacer algo de presión contra el enhiesto miembro de Matt.

— M-Matt necesito que... ah...—

Escucha un sonido por parte del pelirrojo, proviene de su garganta y es bastante ronco, una suave respuesta que fue capaz de estremecerle por completo.

— ¿Mnh...? No te detengas, yo continuaré si estás cansado, lindo.—

— A-ajá... por favor, muévete.— 

Hargreaves incorpora la espalda y aúpa a Edd en brazos, al pequeño no parece molestarle, así que lo sujeta firme desde los muslos para pasar de la posición en la que lo tenía sentado arriba a tenerlo de piernas abiertas y con él entre ellas. Se pasa la lengua entre los labios antes de sostenerle la cadera y volver a apegar el trasero de Gould contra su entrepierna.

— ¡Ah!.— 

Las manos del artista se dirigen a las sábanas para jalar de ellas mientras que con las piernas aprieta a Matt, puede sentir el grosor encima de la ropa interior y lo desea, comienza a desear que él desgarrara la prenda y lo embistiera de una vez por todas.

— V-voy a... ¡Ah Matt!.—

Siente el abdomen cosquillearle, tal vez un poco más abajo. Matt dio justo en el clavo con solo unos movimientos, unos duros y exquisitos movimientos que provocaron sucumbirle desde pies a cabeza, haciéndole temblar, jadear y pedir más entre murmullos cuando en realidad requería gritos. Era un maldito placer libidinoso, uno que no tendría con nadie más, porque con Matt, era inigualable. 

— Agh...—
Edd arquea la espalda y Matt se muerde el labio, unos simples movimientos más y ambas prendas inferiores están húmedas y manchadas de aquel líquido blanquecino.

— Estuvo...bien.—
Susurra el pecoso, acurrucándose bien sobre las sábanas desordenadas para abrazar a Edd y besarle el cuello, besos superficiales y cariñosos; Algo tranquilo tras tanta agitación mientras intentaba recuperar el aliento. Jadea contra la piel sensible del castaño y cierra los ojos, escuchando la respiración del artista chocándole en el oído.

— Estuvo increíble...— responde Edd.

Una suave risa escapa de los labios del inglés más alto y asiente sin más que decir, así Edd le besó la mejilla y rodeó con sus brazos.

— ¿Vamos a ducharnos? No planeo dormir con semen en mis bóxers, cariño.— volvió a hablar.

— Oh vamos, arruinas el momento romántico... ¿Qué debe hacer un novio como yo para tener a un novio como tú sin decir una palabra por al menos... quince minutos?.— una sonrisa burlesca afloró los labios del pelinaranja, solo bromeaban.

— Mmm, tal vez coserme la boca. O mejor aún, darme una buena cogida. Ya párate, vamos a ducharnos, puerco. Este parlanchín tiene mucho por decir.—

Más risas se escucharon en la habitación del artista, porque aunque fueran las cuatro de la mañana y hubieran tenido un momento caliente, nadie les quitaría la esencia de mejores amigos. Disfrutaban, se querían y bromeaban como en los viejos tiempos, así que si, fueron a ducharse y después a dormir, tal vez hasta las doce o una y media del día siguiente, quién sabe.



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⏰ Last updated: Jul 21, 2019 ⏰

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