Capítulo 1

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— Todos miren —gritó alguien en el área—. ¡Está naciendo la estrella!

Corrí como un cometa para alcanzar buena vista del suceso. Todos en el lugar hacían lo mismo, por lo que tuve que acelerar el paso.

— Ficseto —me gritó Lífsero—. ¡Espérame!

Tuve que hacerlo. No podía dejarla atrás. Tomé su mano, luego continué corriendo.

Cuando llegamos a la multitud, nos abrimos paso por entre las demás estrellas. Llegamos justo a tiempo: la nebulosa que la escuela había criado por meses, se estaba uniendo junto a otros fragmentos de polvo y gas. Hacía frío. Pero el espectáculo era tan bueno que lo valía. De un momento a otro hizo calor. Fue un cambio repentino e increíble, nunca había presenciado el nacimiento de una estrella. La presión del aire se intensificó. Después, en una especie de explosión, surgió un destello: la nueva estrella había nacido.

Había una pequeña estrella bebé. Un maestro corrió y lo cubrió con la manta de emergencia, que estaba ahí, como precaución, por si nacía de imprevisto.

— Es una gali —gritó él.

Todos en la zona gritaron. Estábamos eufóricos. En especial las estrellas galis, que siempre se emocionan más que nosotros los gerlos. Ese día era miércoles veintisiete de El Quinto Mes dando su primer respiro el mismo día: La gali era una Estrella Blanco.

Las estrellas bebé no se clasificaban según su día de nacimiento. Una estrella bebé después de la explosión daba su primer respiro y ése día recibía su color. Algunas estrellas ni siquiera daban el primer respiro hasta días después, por lo que no se les daba un color por su día de nacimiento, sino en el que respiraban.

En Astéri debíamos de estar al tanto de en qué día nos encontrábamos, porque es gracias a la fecha que todo estaba bajo control.

De nuevo sonó el timbre de liberación de receso, para volver a clases. Obviamente nadie quería volver después del espectáculo que ocurrió. Pero cuando uno de los profesores comenzó a gritarnos, todos nos fuimos.

Cuando llegamos al salón de clases, me senté junto a Lífsero y Cetta. Ellos eran mis mejores amigos, era una Blanco, y también un Azul. Yo era Verde, lo que nos hace compatibles, por eso hacíamos todo juntos, aunque sentarnos a estudiar fuera una de las actividades más aburridas.

Entró la maestra, Manú. Era Turquesa. Es un color incompatible a mí, por lo que ella no me agradaba; y yo no le agradaba a ella. Lo primero que vio al entrar, fue a mí. Siempre lo hacía. Sabía que me molestaba que sólo me mirara, o que estuviera cerca de mí. No era una estrella agradable.

— Estrellas —dijo cuando se posó frente a nosotros— todos los que tengan ya dieciocho años de existencia, por favor vayan al pasillo. Hay algo que hablar con ustedes. —Dirigió la mirada, llena de desdén, a mí.

Sólo algunos en este salón teníamos dieciocho años de existencia, porque el año comenzaba el veintiuno del Tercer Mes, el día en que nació el primer Rojo -Él era nuestra principal deidad y los demás colores íbamos por detrás de ellos.

Lífsero se levantó y me tendió la mano para salir. Me puse de pie y la seguí. Cetta se quedó, él era un año mayor. Nos hizo una seña con la mano despidiéndose y haciendo una cara de sufrimiento.

Otras tres estrellas se pusieron de pie también. Un Rojo llamado Zifto, una Negro llamada Cixta y un Marrón llamado Solofos. Fáciles de identificar por el color de su ropa.

Salimos al pasillo. Estaban otras estrellas de otros grupos. Todos tan desconcertados como yo.

— ¿Qué crees que esté pasando? —me preguntó mi amiga.

Los Combates de Astéri [La Trilogía de las Estrellas 1]Kde žijí příběhy. Začni objevovat