Medicina.

251 40 19
                                    

Lucifer luchaba con sus demonios. Solo en algún bosque. Caminando sin rumbo y en círculos. Intentando dejar de pensar, dejar de sentirse aturdido. Su respiración rápida solo lo ponía más nervioso. Tenía tanto para decir, pero el hablador Luci se había quedado sin palabras. En un arranque de furia, un golpe derribó uno de los tantos árboles. Eso tampoco acalló su ira. Solo de nuevo. Necesitaba desestresarse.

Gritó con toda su ira saliendo. Podía sentir sus uñas afiladas clavarse profundo en sus palmas, sin que le importara la sangre goteando. Alguien se acercaba. Hombres lobos.

Fingió miedo para dejarlos acercarse lo suficiente. Cuando los ingenuos seres iban a atacarlo, la furia que lo consumía reclamo sangre. Desgarró, aplastó y quemó cada uno de aquellos sucios animales. Cubierto de sangre, con su respiración agitada y la escena del crimen a su alrededor, sonrió, aspirando el aroma metálico.

Más pasos se escucharon. Humanos. El rostro del ángel se paseó por sus recuerdos, centrándolo.



El celular de Dean sonó, esperaban malas noticias después de la huida repentina de Satanás. Un cazador amigo, lo saludaba con aparente tranquilidad en su voz.

- Algo muy extraño pasó, creí que ustedes podrían saber algo. – Explicó.

- ¿Qué sucedió? – Dean aplicó el altavoz para que su hermano y el ángel escucharan también.

- Estábamos persiguiendo a unos... cinco hombres lobos. – Se escuchó al hombre suspirar, como intentado ser lo más claro posible. – Los encontramos completamente destrozado. Eso era una jodida carnicería. Y al medio, estaba este tipo.

- ¿Cómo era? – Interrumpió Sam.

- Alto, Rubio, y tenía jodidos ojos rojos sangre.

- ¿Les hizo algo?

- No, solo desapareció. Literalmente, desapareció allí mismo. – La total estupefacción podía notarse en su tono.

- Ok, Johnny. Pásame el lugar y nosotros nos encargamos.

Los ojos furiosos de Dean se detuvieron en Castiel.



Los cazadores se habían encargado ya de los cuerpos, al menos de lo que quedaba de ellos. Y aun así, la sangre estaba por todas partes junto a aquel árbol derribado. Cas acarició la notable marca del puño de Lucifer en aquel tronco.

Revisaron el lugar en busca de pistas o algo que pudiese decirles donde pudo ir, pero por supuesto que era muy difícil encontrar algo como eso. Lucifer solo había desaparecido en medio de aquel reguero de sangre.

- Bien, ¿Alguna idea para encontrar a tu Romeo, Julieta? – Se mofó Dean.

Castiel huyo de su mirada, avergonzado de haberles fallado nuevamente. Elevó su mirada al cielo, buscando consuelo y guía en un padre que jamás respondería.

- Váyanse. – Ordenó.

- ¿Qué? – Interrogo Jack a su lado.

- Cas, es muy peligroso. – Intento convencer Sam, descubriendo el plan del ángel.

Los ojos azules recorrieron a aquellas tres personas que significaban tanto para él. ¿Qué más importaba? Si Lucifer lo asesinaba, era lo mínimo merecido por haber puesto en peligro algo tan valioso. Sonrió intentado trasmitir tranquilidad.

- Estaré bien.

De alguna forma, los hermanos y Jack fueron persuadidos de una locura.


Solo, con el atardecer acercándose, Cas no temía.

- Lucifer...

Pronuncio con suavidad. De alguna forma sabía que el otro esperaba su llamado. Los sonidos de la naturaleza fueron su única compañía durante unos minutos. Pero fue paciente.

- ¿Qué haces aquí?

Sentado sobre aquel tronco caído, Lucifer parecía un niño perdido. El ángel supuso que en cierta forma lo era. La ropa del más alto seguía cubierta de sangre y jugaba con las heridas de sus manos como un masoquista.

Los pasos suaves del ángel se dirigieron hacia él. Castiel hinco su rodilla en la mezcla de sangre y tierra frente al arcángel, y tomo una de sus manos sangrantes.

- ¿Estas bien?

De entre todo lo que había pasado, Cas estaba preocupado por él. Rompió su promesa, le hizo daño y también, a los Winchester. Asesinó sin razón y la sangre de aquel crimen estaba bajo sus pies. Pero a pesar de todo, se preocupaba por él.

Lucifer sintió como todos sus muros caían como hojas de otoño. Estaba descubierto, en carne viva frente a un ángel caído. Le asustaba todo esto más de lo que aparentaba o quería pensar. Era frágil e indefenso ante un par de ojos azules, que lo observaban con una ternura que jamás había presenciado antes. Se arrodillo de igual manera que el más bajo, y beso su boca, la única medicina que necesitaba para alejar cualquier mal sentimiento. 

Incontrolable.حيث تعيش القصص. اكتشف الآن