: Como en casa

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Hoseok no debería esperar que Yoonoh corra hacia él con una sonrisa y lágrimas en los ojos para besarlo, y sin embargo lo espera. Espera paciente y desesperadamente, anhela y desea que así sea, todo a la vez. Nunca llega, sin embargo. En cambio Yoonoh se queda congelado, observándolo, sorprendido, como si no esperaba encontrárselo en Seúl después de haber desaparecido por ocho años.

—Uh... C-creo que te equivocaste de persona.

Yoonoh hace una reverencia rápida sin hacer contacto visual y se aleja, el alfa quiere ir detrás de él pero la gente que cruza la calle lo detienen y pierde de vista al rubio. No tiene otra opción más que olvidarse de ello y volver por sus cosas.

—Oye, a la próxima que salgas corriendo no dejes tu mochila abandonada —rió Jungkook, al mismo tiempo que le extendía dicho objeto, frunce el ceño cuando nota su expresión perdida— ¿Pasa algo?

Hoseok niega y toma su mochila, se despide de su equipo, ofreciéndoles disculpas y promete que no volverá a pasar. Toma el autobús hasta unas cuadras antes de su edificio, sube las escaleras, gruñendo ante el ardor en sus piernas, claro, eso es lo que necesita: ejercitar para olvidarse de lo que pasó. Entra a su apartamento, enciende música a todo volumen sin importarle las quejas de los vecinos por el ruido y empieza con su rutina de ejercicio. Aproximadamente en el abdominal número cuarenta y siete, alguien toca la puerta lo suficientemente fuerte como para escucharse encima de la música. Hoseok se levanta del piso y pausa su música, tomando una toalla para secar un poco de su sudor antes de abrir la puerta.

—¿Quisieras bajarle a tu escándalo por un momento? Hay personas que quieren dormir después de un largo viaje desde–...

Yoonoh está frente a él, parado justo frente a su puerta, quejándose con el ceño y su nariz fruncidos, y un puchero cubierto por una de sus manos que fueron hasta su rostro, interrumpiéndose a sí mismo. Hoseok sabe que su sudor no apesta (gracias, genes asiáticos) y asume que su reacción se debe a su olor, su bloqueador debió haberse lavado con su sudor, aunque a los betas no les debe afectar tanto el olor de un alfa, ¿no?

—Yoonoh. —Hoseok no puede detenerse a sí mismo cuando toma la muñeca del rubio, evitando que se vaya— ¿No... no me recuerdas?

Su piel se siente distinta a como la recuerda, más suave y blanca, y su voz también es más grave, Hoseok quiere pensar que es por tantos años sin haberse visto. Las mejillas del beta enrojecen así como la punta de sus orejas y su cuello, asiente lentamente con la mirada gacha y Hoseok siente como si le retiraran un peso de los hombros. Una vez más, no puede detenerse cuando atrae el pequeño cuerpo del beta hacia el suyo y lo envuelve en sus brazos, probablemente pensaría que es asqueroso abrazarse lleno de sudor, sin embargo Yoonoh no hace nada para alejarlo. Enreda sus propios brazos en la cintura del alfa y apoya su cabeza en su pecho, respirando profundamente su olor.

—Lamento no haber intentado más, si hubiera seguido intentado... tal vez te hubiera encontrado más rápido.

Yoonoh se siente diferente en sus brazos, tal vez es por los años en que no estuvo presente, o tal vez porque finalmente está aquí, con él, en Seúl. Hoseok no quiere dejarlo ir, ¡tuvo que esperar siete años, maldita sea! Pero está bien, pueden recuperar todo el tiempo perdido, poco a poco.

—¿Quieres pasar? Me daré una ducha y después puedo hacer algo de cenar para ambos y podemos hablar un poco, ¿qué te parece?

Hoseok sostiene las manos de Yoonoh entre las suyas, esperando su respuesta, y cuando asiente una vez más, lo invita a pasar y a ponerse cómodo en el sofá mientras él se ducha. Cuando regresa, con el cabello mojado y ropa limpia, camina hacia la cocina para examinar sus ingredientes y ver qué puede cocinar. Siente la presencia de Yoonoh antes de que éste hable.

—Puedo ayudarte con la cena, si quieres... Recuerdo que mi–... Que no eras tan bueno cocinando, ¿o ya lo eres?

Hoseok ríe a carcajadas por su comentario, una leve sonrisa se forma en el rostro del beta también, asiente y saca los ingredientes para una cena sencilla. Ambos cocinan, Yoonoh haciendo la mayor parte del trabajo porque no quería que el alfa terminara quemando la comida. Al terminar, sirven los platos y se sientan en el piso uno al lado del otro en la pequeña mesa de centro.

—Unos meses después de que te fuiste, intenté conducir hasta Daegu y tuve un accidente. —Yoonoh casi se ahoga con el pedazo de kimchi que está comiendo al escuchar eso, Hoseok acaricia su espalda con preocupación— ¡No me pasó nada! Bueno... Solamente perdí el olfato.

—¿Por completo? —El rubio eleva una ceja, entre curioso y preocupado— ¿No puedes oler nada?

—Nada. Es una pena, no sabes lo que daría por volver a olerte. —Hoseok sonríe con nostalgia, recordando los días en donde enterraba su nariz en su cuello y Yoonoh reía, diciendo que le daba cosquillas— Aún puedo recordar el cosquilleo en mi nariz cada vez que podía oler un poco de leña de árbol de bosque y el fuego, era algo raro pero me recordaba a una fogata o una chimenea, me hacía sentir en casa.

Hoseok sonríe nuevamente observando a Yoonoh, que se sonroja levemente y trata de evitar su mirada concentrándose en su comida. El alfa se aclara la garganta, nervioso de repente.

—Intenté olvidarte como me dijiste que hiciera, pero cuando te vi... Me di cuenta que nunca pude hacerlo. Y quisiera que lo volviéramos a intentar, sin padres que nos prohíban cosas ni maestros que nos regañen por besarnos en los pasillos —ríe al recordar eso—, si es que aún sientes algo por mi.

Los ojos de Yoonoh albergan duda y miedo, Hoseok puede sentirlo, toma sus manos en un intento de relajarlo y acaricia sus palmas con sus pulgares, es en este momento cuando extraña su sentido del olfato y el exótico pero leve aroma que el beta desprendía en ocasiones.

—D-de acuerdo...

HOPE ON THE STREETS ❈ HopeGaWhere stories live. Discover now