oh, daddy! ❀ jikook.

está bien, daddy.

JungKook estaba realmente emocionado, su corazón estaba latiendo rápidamente por los nervios que sentía ante lo que se veía venir.

Tomó su mochila y comenzó a guardar uno de aquellos trajes que había comprado. Se arregló un poco más frente al espejo y de dedicó a caminar hasta la salida de su hogar, para así ir hasta donde su novio le esperaba.

Demonios, ¿qué se supone que haría después de llegar? No sabría cómo seguir aquel juego que se había animado a iniciado con su Hyung.

"—Jamás pensé llegar tan lejos", dijo el menor después de un largo suspiro. Estaba frente la puerta del departamento de su querido JiMin-Hyung, su mano quería golpear aquella figura de madera pero a la vez sus nervios no querían hacerlo. Pasó saliva y dio dos golpecitos, aquellos que siempre daba para que el mayor supiera que se trataba de él y esperó.

"—JungKook", el mayor sonrió de lado y lo dejó pasar. El mencionado entro en aquel cómodo lugar con algo de timidez, mirando fijo al suelo.

"—¿Qué tal, Hyung?", rió nervioso, acariciando su nuca debido a eso mismo. Cómo se odiaba en ese momento.

"—¿Hyung?", sí, JiMin mentiría si dijera que esperaba él ser el de la iniciativa y no el menor, creía que JungKook llegaría en aquel papel y Park no se negaría a aquello aunque si su mente se lo rogara.

"—Uh, yo...".

Tal vez, y sólo tal vez la idea de que "No era Hyung el de los mensajes" pasara por su cabeza una y otra vez. ¡Maldita sea! ¿Ahora qué hacía?

"—Por favor, Hyung, intentémoslo", rogó Jeon, creando un lindo puchero con sus rosados labios, sabía que el mayor no se resistiría. Aquello fue lo único que viajó a su mente en aquel momento. Dignidad no tenía, así que... ¿qué iba a perder?

"—Ggukie...", chasqueó su lengua. JiMin no podía decirle que no a aquellos lindos ojos, a aquel adorable rostro." —Sólo lo intentaremos; si no funciona, yo...", dejó de hablar al observar atentamente como el menor saltaba y aplaudía con sus manitas, sacando su emoción.

Le gustaba que su novio fuera feliz, pero... ¿cómo se supone que haría aquel papel?

Suspiró y cerró sus ojos por unos instantes, abriéndolos de nuevo para así comenzar con aquel juego tan extraño a su parecer.

"—Bebé", su voz sonó tranquila. Dio unos pasos hacia enfrente, quedando cerca de la figura contraria. JungKook le miró, su corazón estaba latiendo desbocado y la sonrisa que sus labios formaban le afirmaban que él estaba feliz. "—¿Por qué no me muestras qué traes para mí hoy?".

JungKook asintió y tomó su mochila que minutos antes había dejado en el suelo de aquel lugar. JiMin estaba ligeramente emocionado, no lo negaría, pero los nervios le rebasaban.

Minutos más tarde, por el pasillo que estaba en aquel lugar salió JungKook cambiado de una forma que Park jamás hubiera pensado ni en sus peores fantasías.

Una linda falda negra algo corta y las hermosas medias con estampado de gato adornaba sus preciosas y lechosas piernas, Dios, se veía jodidamente bien.

Jeon caminó hasta donde el mayor de ambos se encontraba, dejó un beso en la mejilla de éste. JiMin lo tomó de la cintura, con algo de fuerza, logrando que JungKook dé un pequeño saltito.

"—Tsk, sigues provocándome. A mí no me parece divertido, princesa", JiMin chasqueó la lengua, acercando cada vez más el cuerpo del contrario al suyo propio. "—Deberías saber que los niños que hacen eso son...".

"—Castígame", interrumpió el menor con un tono bastante juguetón. Le sorprendía en cómo JiMin había tomado su papel tan bien.

"—Mnh...", el mayor lo pensó, mientras su mano derecha viajaba por una de aquellas suaves piernas del contrario, subiendo un poco la falda. Llegando más allá. "—¿Qué debería hacer?", continuó con aquella acción pero había llevado su mano izquierda hasta el cuello de su inocente niño, acariciándolo con delicadeza. "—¿Debería darte unas cuantas palmadas en tu lindo trasero o quizás no dejar que llegues a correrte?", la voz del mayor ahora sonaba ronca, y aquello le daba un aspecto demandante. Joder, eso excitaba demasiado a JungKook, pero, ninguna de aquellas opciones le parecía agradable.

"—Daddy, yo...".

"—¿Tú qué, cariño?", mordió su labio. "—De acuerdo, voy a dejar tus nalgas rojas ésta vez. Así aprenderás que no debes provocar a Daddy, ¿de acuerdo?", esperó por una respuesta. Estaba obligando al menor a verle.

"—Está bien, Daddy".

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