Décimo Sexto Rugido

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Un pasillo larguísimo se extendía frente a los ojos de Daniel. Se oían murmullos a su alrededor y no podía evitar sentir que alguien lo observaba.

- ¿Q-qué rayos pasa? - Preguntó asustado.

Empezó a caminar lentamente con la intención de salir de donde estaba. Ibas apenas vestido con un pantalón y sentía un dolor terrible en el hombro izquierdo.

- Debo salir de aquí... - Murmuró, mientras caminaba más rápido. Pero entonces empezó a sentir fuertes pisadas detrás de él.

Buscando alejarse de esos tétricos pasos, apuro el paso y su caminata, pero las pisadas se acercaban cada vez más rápido. Él sabía que algo que no podía verlo trataba de alcanzarlo. Las antorchas se apagaron de golpe, y Daniel sintió un frio aliento en la nuca, lo que fue más que suficiente para que el muchacho empezase a correr.

- ¡No! ¡NO! - Empezó a gritar. - ¡DÉJAME EN PAZ!

De pronto, tropezó. Al girar, se encontró la mirada aterradora de un monstruoso León. Este era gigantesco, con una melena de un rojo oscuro. Tenía una profunda y sangrante herida en la cara, la cual la atravesaba de forma diagonal. El león lo miraba de forma amenazante mientras se acercaba cada vez más al asustado muchacho, quien retrocedía instintivamente. Finalmente, cuando estuvo a sólo centímetros de Daniel, puso una pata sobre su brazo izquierdo y clavó una de sus garras en el hombro del chico.

- AAAAAAAAGH!- Gritó el desdichado, que veía aterrado cómo su hombro se bañaba en sangre y no podía hacer nada. Como un venado que ya se encontraba acorralado, Daniel intentó luchar al principio; pero por más golpes que diera en la pata del león, este no la movía, sino que hasta retorcía la garra que clavo en el hombro de Daniel sin dejar de gruñir, lo que hacía a su víctima gritar y retorcerse de dolor.

Cuando Daniel pensó que eso no podía empeorar, escuchó una voz espeluznante salir de las fauces de la bestia.

- DÁMELO... - Dijo en un tono cargado de odio.

- ¡N-no lo tengo, lo juro!.... AAAAAGGH! - Chilló el lastimado muchacho.

- ¡DÁMELO! - Vociferó la bestia y se lanzó a devorar la cabeza del muchacho. Daniel sólo pudo cerrar sus ojos gritar por su vida.

¿Que había hecho para merecer esto?

. . .

Abrí los ojos aterrado. Mi cuerpo se sentía pesado y adolorido, ni qué decir de mi hombro izquierdo, el cual ardía horriblemente. Apenas y sentí esa punzada de dolor en mi hombro, traté de levantarme de inmediato, pero el dolor me hizo caer de nuevo sobre la cama.

- Ouch... Demonios... - Murmuré con los ojos cerrados.

- Hey, ¡Al fin despertaste! ¿Cómo te sientes? - Dijo cerca de mí una voz femenina con un curioso acento francés. Una voz que no reconocía.

Fue esta voz la que me hizo reparar en dónde estaba. Parecía que estaba en una especie de hotel, con un rosa pastel en las paredes y muebles rojos con detalles dorados. Al lado de la cama había un sofá color rojo y sobre él estaba sentada una joven mujer de piel morena y cabello rojizo ondulado.

La mujer no parecía tener más de veinticinco años. Ella tenía un rostro en general muy atractivo y llevaba puesto un par de lentes de marco inclinado color negro. Estaba vestida con un top naranja acompañado por un short color negro muy pequeño, y vi que tenía sobre su regazo un volumen de la novela gráfica "Queen B: Salvadora de París", la cual no se supone que no saldría hasta en un mes.

La joven se levantó de un salto y, tirando el libro hacia el sofá sin mucho interés, caminó descalza hacia mí, mirándome con preocupación.

- Oye, ¿Estás bien? Aún pareces algo aturdido... - Preguntó, levantando una ceja.

Miraculous Chronicles - A Lion's TaleWhere stories live. Discover now