Vigésimo Tercer Rugido

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Aria Richter despertó en su cama.

Una vez más se la pasó girando de un lado al otro sobre su espaciosa cama despertándose cada diez minutos al asumir lo peor. Seguía teniendo esas enormes dudas que no la dejaban en paz, las cuales empezaban a preocuparle un poco.
¿Realmente ella... Estaría obsesionada con K.Lion?
Finalmente se cansó de seguir intentando descansar, por lo que se acercó a ver su celular. Eran las 5:59 AM.

- Bueno... Aquí vamos, ¡Suena ya!. - Murmuró hasta que sonó la alarma, la cual era la alegre melodía con la que comenzaba "Chica Increíble", una de las más famosas canciones de Luka Couffaine. Si bien Aria era fan del cantante, el asociar esa canción con despertarse no era una buena idea ya que empezaba a tomarle algo de rechazo.

La joven de voluptuosa figura y cabello rubio casi naranja y muy corto se levantó de un salto de su cama, cayendo con fuerza sobre sus pies. Comenzó a estirarse lentamente y salió de su cuarto a empezar con sus habituales ejercicios.

Trotó hasta el parque que se encontraba frente a su casa para dar sus acostumbradas veinte vueltas y luego de golpear árboles y estirar los músculos con su práctica diaria de golpes y patadas, regresó a su casa. Como era habitual a las 8:00 AM, Aria encontró a su padre leyendo el periódico mientras dejaba su taza de café enfriándose. De pronto la televisión encendida capto su atención, pues hablaban sobre una persecución que Aria no pudo terminar de escuchar al prestarle más atención a su progenitora, quien salía de la cocina para saludarla con un beso en la nariz.

- Buenos días. - Dijo Aria sin mucha emoción mientras se secaba el sudor de la frente.

- Hola, linda. ¿Qué tal las artes marciales? - Respondió alegremente su madre, una mujer mucho más baja y ancha que ella pero con el cabello castaño muy largo.

- Pues no hay mucho que decir, ma'. Gracias a esto de pelear tu hija aún puede patear traseros y verse bien al mismo tiempo. - Rió la muchacha.

- La verdad practicar baile bastaría para verte bien... - Se oyó decir a su padre a través del periódico que cubría su cara.

Ante el comentario, Aria sólo dió un suspiro y rodó los ojos mientras terminaba de servirse un enorme desayuno, acompañado de un tazón de alfalfa picada al lado. Mientras Aria comía, pudo oír a su padre una vez más.

- ¿Y ya decidiste qué estudiar?

- No, pa'. Seguiré entrenando gente en el dojo a petición de mi Maestro, y mientras gano dinero allí puedo pensar en paz qué carrera seguir.

El padre de Aria bajó el periódico solo para echarle una mirada de desaprobación, levantando sus pobladas y rubias cejas.

- ¿Sigues llamándole "Dojo" a esa bodega sucia?

- No está sucia, pa'. Los chicos quw entreno y yo la limpiamos cada semana. Ayuda a forjar el espíritu. - Afirmó Alya dándose golpecitos en el pecho orgullosa.

- Me parece una tontería que tomaras tan en serio el favor que te pidió ese viejo ridículo . - Replicó una vez más su padre, algo que Aria ya veía venir. - Y ahora mientras él viaja por el mundo divirtiéndose, tú estás atascada en ese basurero al que llamas "dojo" y desperdicias tu juventud.

- Pa', no empieces... - comenzó a decir Aria, pero esta vez fue su madre quien la interrumpió.

- Aria, querida... Sé que lo que tu padre dice suena muy brusco, y definitivamente no debería decírtelo de esa forma. - Dijo, haciendo énfasis en esa última frase mirando a su esposo enojada. - Pero él tiene un punto, querida. Ya tienes dieciocho años y nos gustaría verte hacer algo más que entrenar en ese Dojo y ver en las noticias a K.Lion.

Miraculous Chronicles - A Lion's TaleWhere stories live. Discover now