Everstrange/Rosstrange

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Si Everett pensó que todos los embarazados eran iguales, tan adorables y tiernos como lo hacían ver las series de televisión, estaba claramente equivoco. Un escalofrío recorrió su espalda al recordar todo lo que había tenido que pasar con Stephen, como el omega se había puesto aun más caprichoso y gruñón que de costumbre, pero aun así lo amaba profundamente, realmente su hombre había sido el más bello, dio un suspiro, quizás en un par de años no sería tan mala idea tener otro cachorrito, pero por ahora tenía a su Rosamund Beverly Ross Strange, la pequeña más hermosa del planeta, probablemente del universo.

Sintió llantos, al parecer Rosie tenía mal genio ese día, apuró el paso y se encontró con la pequeña llorando desconsolada mientras agitaba sus manitos, y de su omega no había rastros.

Tomó rápidamente a su pequeña, la cual se escondió en su pecho y rápidamente dejó de llorar mientras aspiraba su aroma.

— ¡Stephen Vincent! — dio un grito haciendo que la bebé diera un salto y frunciera el ceño — ¿Cómo se te ocurre dejar a Rosie sola, qué mierda estabas haciendo? — le gruñó a su esposo, quien se levantó de la cama con el rostro pálido mientras sus ojos se aguaban rápidamente. Trago duro y salió a pasos tranquilos de la habitación, Everett lo iba a seguir, pero la pequeña Rosie estalló en llanto y en ese instante se dedicó a tranquilizar a su niña, luego vería que hacer con Stephen, porque definitivamente algo estaba mal y él la había cagado.

Una vez dormida dejó a su hija en la cuna, fue hasta el primer piso, se estaba preparando para recibir los gritos e insultos de Stephen y esta vez los tenía más que merecidos. Pero en cambio sólo se encontró al omega preparando la cena en un sepulcral silencio, apenas conectaron miradas, Stephen siguió en lo suyo y Everett no supo que decir o hacer.

La tarde pasó rápido y poco después ambos estaban cenando en un incómodo silencio, ambos eran tercos y ninguno se atrevía a romper el silencio, Everett se sentía realmente mal y ya se estaba hartando de la situación.

— Stephen, lo siento.

— Está bien, fue mi culpa, no debería haberme quedado dormido — fue la escueta respuesta, sin siquiera darle una mirada. El omega a los pocos minutos se levantó de la mesa, para abandonar rápidamente el salón. Everett estaba desesperado necesitaba pensar bien que hacer o decir, se sentía realmente idiota y no quería causar más daño.

Al subir se encontró a Stephen dando de comer a Rosie, el omega tenía una boba sonrisa y no dejaba de susurrarle palabras de amor a su hija, el alfa se quedó mirando desde el umbral de la puerta, aunque ya había visto esa escena más de una vez, siempre se enternecía al verlo nuevamente, adoraba saber que era uno de los pocos que conocía aquel cálido lado de Stephen Strange.

Poco después la niña se durmió y Stephen se encargó de ella, aunque Everett se ofreció para ir a dejarla en su cuna, el omega negó con la cabeza y se fue de la habitación, nuevamente sin decir algo, Ross estaba seguro de que prefería mil veces ser maldecidos en distintos idiomas a sentir la indiferencia y dolor de su omega.

No supo cuánto tiempo estuvo esperando al omega pero en algún punto se había quedado dormido, cuando se despertó pudo notar que aún era de noche, que no se había escuchado el llanto de Rosie y que el lado de Stephen en la cama, seguía tan pulcro y frío como cuando se había ido a dormir.

Se levantó rápidamente, en la habitación de Rosie se encontró al omega sentado en el suelo, abrazando sus piernas mientras su mirada estaba fija en la pequeña, sentía la esencia a tristeza en su omega, se sintió peor que antes.

Con cuidado abrazó a Stephen quien dio un salto, Ross no pudo evitar notar lo frío que estaba su hombre, rodeándolo aún más con su cuerpo mientras daba besos en la marca de su mordida, pero el omega seguía ausente, apenas reaccionaba a las caricias.

Saga Omegaverse Marvel: Ya somos padres Where stories live. Discover now