20-La cuenta atrás en ciudad Orquidea

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-Venga, rápido. ¿Dónde podemos encontrar a ese hombre?-Preguntó Aiko nada más bajarse de Tentacruel.

Los pokemon les habían dejado al lado de un pequeño puerto de madera, que estaba un poco ennegrecido, como si en algún momento se hubiesen producido pequeños incendio en ciertos puntos de este.

Des de allí, ya se podía apreciar que el pueblo, aparte de muy pequeño, cas no tenía población ya. Había un par de casas, un centro, una tienda y un gimnasio pokemon. Pero no fue aquello lo que más les llamó la atención, sino que fue la gran montaña que ocupaba casi la isla por completo y conforme más te acercabas más calor sentías.

-Dios, no se exageraba, la calor es casi insoportable ya aquí fuera.- Dijo Saya pasándose la mano por la frente, llegando a la altura del centro pokemon, dónde entraron, notando una agradable sensación de frío, por el aire acondicionado.

Parecía que allí estaba reunido todo lo que quedaba del pueblo, su mayoría era gente mayor que seguramente no podía hacer el viaje a ciudad Olivo montado en un pokemon, también había algún adulto que hablaba por el ordenador, que por lo poco que se podía escuchar, estaban buscando algún familiar que los pudiera acoger en la península.

Fueron directamente a hablar con la enfermera Choi, la cual estaba bebiendo un poco de agua mientras hablaba con un hombre de hombros anchos y sin camisa, que escuchaba las palabras de la enfermera con un gesto de preocupación.

-Enfermera Choi. Perdone que la interrumpa pero es urgente- Dijo Aiko, metiéndose en medio de la conversación, como si no conociera la palabra educación. Pero por primera vez, ni Saya ni Eco recriminaron nada, al contrario, se pusieron al lado de Aiko para hacer un poco de presión, y asegurarse de que ese hombre no le soltaba algún chasco a su amiga.

-¿Que ocurre? ¿Algún pokemon con un golpe de calor?

-No, necesitamos encontrar al hombre que sabe hacer ese medicamento que hace milagros.- Dijo Aiko haciendo que el hombre suspirase, y la enfermera Choi abriese los ojos.

-¿Habéis venido des de la península por el medicamento? Chicos lo siento, pero no podemos patentarlo ya, el ingrediente...

-El ingrediente esta dentro de la montaña, y nadie es capaz de soportar el calor que hay allí dentro, lo sabemos.- Dijo Aiko cruzándose de brazos.- ¿Dónde podemos encontrar al hombre que sabe hacer esa medicina?

-Creo que no lo entiendes, si ni los cuerpos especiales han sido capaces de soportar esa calor, dudo mucho que tu puedas.

Los tres se giraron hacía el hombre, que sacó un poco de pecho para imponerse un poco más, pero Aiko no se dejó intimidar, aunque apretó los puños, como si tuviera ganas de girarse e irse.

-Al contrario, el que no entiende absolutamente nada es usted. ¿No se la ha pasado por la cabeza que si quiero intentarlo a pesar de saber esto es porque lo necesito urgentemente? Mi pokemon depende de ese medicamento. Lo que no pienso hacer es quedarme de brazos cruzados, viendo como tiene que pasar su vida en una reserva sin poder acompañarme, ya estuve a punto de hacerlo y no pienso pasar por ello otra vez. Así que ya me está diciendo dónde esta ese hombre, o iré habitante por habitante preguntando.

-No hace falta que busques más niña.

Aiko se giró al escuchar la voz detrás de ellos, viendo como se les acercaba un señor con barba y pelo blanco, un poco curvado hacía adelante y con las manos en la espalda.

-¿Es usted?

-Lo era al menos.- Dijo sentándose en una silla de manera cansada.- ¿Para que queréis la medicina?

-Para varios pokemon, mi Charizar fue alcanzado por uno de los rayos de Raikou. También la queremos para los Ampharos de Yasmina. Y.., bueno, tenemos un pokemon que está muy herido y creemos que solo esta medicina la puede curar.

-Entiendo...-Dijo el señor, tocándose la barba.- ¿Qué te parece Aníbal? Tú eres el guardián de la entrada al acantilado, ¿Les das tu permiso?

El hombre que estaba al lado de la enfermera Choi se los quedó mirando, mientras los tres esperaban la respuesta de manera expectante. A Aiko ya no le sorprendió el hecho de haberse encontrado con un líder sin saber que lo era. Aunque de los pocos que se había encontrado, Aníbal era el que dejaba más claro su posición por la imponente que era su presencia.

Aníbal lo meditó cerca de un minutos, mientras se rascaba la mejilla a ratos.

-Las normas dicen que solo los que tienen la medalla tormenta pueden entrar. Pero entiendo que dada la situación tengáis prisa, aparte de que también estamos hablando de los pokemon del faro. Así que haremos un poco de variación. Un pequeño combate un uno contra uno, si en menos de dos minutos tu pokemon ha conseguido evitar el mio y llegar la puerta del acantilado, os dejo pasar.

-Pero nosotros ya tenemos la medalla tormenta.- Dijo Eco mientras se abría el chaleco para mostrarla, y Saya se daba prisa para mostrar la suya, en un estuche metalico que siempre llevaba, y dónde también guardaba las de Kanto y Hoenn.

-¿Y ella?

-Bueno... yo gané la liga pokemon de Kanto.

-Entonces, no creo que tengas problemas en ganarme.

Aiko suspiró un poco al escuchar aquello, pero acabó asintiendo. Al menos no tendría que hacer un combate oficial y enfrentarse a todos los pokemon de Aníbal, de echo, no tenía ni que debilitarlo, solo tenía que conseguir que su pokemon llegase a la entrada del acantilado.

-Esta bien, vamos.


Pokemon. Atrapados en Jotho (Completa)Where stories live. Discover now