Capítulo 40

211 36 48
                                    

Veinte días después, regresaron a Londres. En su casa y fuera de peligro, Hayley continuaba su recuperación.

Liam lucía tan bien como antes de la cirugía. Se le recomendó un estilo de vida saludable no muy distinto al que se le sugeriría a cualquier paciente. También chequeos anuales que en su caso no serían mera rutina sino el seguimiento de una persona que, a partir de ese momento, vería aumentado su riesgo de padecer enfermedades renales a largo plazo. No le importaba, ni ahora ni antes, cuando los médicos le notificaron los peligros potenciales de su decisión. Graham estaba feliz, radiante, había conservado a su única familia y ellos estaban juntos. No podría pedir más.

Damon los esperaba con un recibimiento digno de la ocasión.

-Por fin han vuelto- dijo abrazando a todos por turno- estaba tan preocupado...y los eché tanto de menos- no pudo evitar mirar a Graham cuando lo dijo pero éste bajó la vista, turbado como estaba por la presencia de Noel a quien nada parecía escapársele.

Liam se echó en el sofá junto a su hermano y Graham se perdió en la cocina para ayudar con los trastos. En cuanto estuvieron solos, Damon lo abrazó.

-¿Tranquilo ahora?

-¿Tranquilo?- repitió, incapaz de comprender cómo era posible que Damon ignorase o pasara por alto lo delicado de su posición.

-Tu hermana está bien...

-Pues es lo único que está bien. Y ahora suéltame- dijo deshaciéndose de su abrazo- nos pueden ver.

Dejó la cocina y corrió a sentarse junto a Liam. Damon observaba desde lejos cómo sus peores temores se hacían realidad. Destinado a ser el amante eterno al que siempre le toca perder. Primero a Alex y ahora a Graham.


Apenas volvieron a sus rutinas, Damon notó que Graham lo evitaba. Accedió de mala gana a tener un par de encuentros furtivos y desapasionados. Respondía a sus llamados pero se deshacía de él tan pronto como podía. Ya ni siquiera dormía con Liam en el apartamento. No deseaba infligirle ese dolor a Damon...ni a sí mismo.

Aquella doble vida se había vuelto una carga insoportable. Como Alex en su momento, se sentía incapaz de desprenderse de uno de los dos. Poco importaban las razones; amor, gratitud, pasión, atracción. Todo se mezclaba.

En un intento de aclarar sus pensamientos, viajó a París junto a Liam. Se trataba de un viaje de trabajo, al menos oficialmente. Pero eso no apagó las iras de Damon que parecía ignorar lo mucho que Graham debía ahora a su joven amante.

-No puedes irte así- recriminó y su tono parecía reivindicar el derecho de un verdadero esposo.

-Es mi trabajo, Damon.

-Me refiero a Liam.

-Todavía goza de la licencia que le concedieron por la cirugía. No puedo dejarlo aquí, lo mínimo que merece son mis cuidados, ¿no crees?

-Creí que dejarías apagar esa relación.

-Y yo creí que mi hermana se apagaría. ¿Olvidas que le salvó la vida? ¿Qué gracias a él mi única familia sigue aquí?

-¿Y qué harás? ¿Agradecérselo con tu propia vida?

-Quizá no traicionarlo y demostrar algo de consideración sean suficientes, ¿no crees Damon? De lo contrario, te invito a pararte frente él y decirle la verdad sobre nosotros. Yo no puedo. Créeme que lo he intentado y no puedo. ¿Tú lo harás?

Damon bajó la vista. No podía hacerlo.

-Parece que no- dijo Graham secamente y tras hacer una pausa su tono se suavizó para añadir- Y no creas que no te entiendo, te importa Liam...

-El que me importa eres tú- interrumpió.

-Es tu amigo...te quiere- lo invitó a reflexionar- te quiere y me quiere- y tras soltar un hondo suspiro, agregó- No estoy dispuesto a herirlo, Damon. Y por lo que veo, tú tampoco.

-Tampoco estoy dispuesto a perderte.

-No lo harás...pero quizá...quizá este no sea el momento...volveré y...

-¡No digas "volveré", maldita sea! ¡Alex lo hacía!- gritó.

Graham lo miró pasmado. Le gustara o no admitirlo, se había transformado en su esposo.

-No digas que volverás- insistió Damon ofuscado- no pidas tiempo...porque si alguien en este mundo sabe que todo eso es mentira, ese soy yo. Estoy harto de ser el segundo.

Graham bajó la vista para esconder sus lágrimas y no ver las de Damon. Sufría por aquellos dos hombres a quienes amaba de un modo diverso. Por haberse convertido en algo que jamás había deseado ser, en la versión de sí mismo que apenas un año atrás hubiese repudiado, avergonzado.

-El avión saldrá en unas horas. Debo irme. Tendremos que seguir esta conversación más tarde- respondió fríamente antes de marchar.


Los días junto a Liam contribuyeron muy poco a aclarar sus ideas. Lo atormentaba la visión de su alegría de niño que no ha visto el mundo, su amor inmenso y desenfadado que no conoce de temores porque jamás se ha desengañado. ¿Sería él acaso quien hundiera el puñal de la traición por primera vez? ¿Tendría la perfidia necesaria para escupirle a la cara toda su ingratitud? Se requería valor para eso. Y también se necesitaban agallas para responder a su cariño como era debido.

Una tarde, en París, creyó haber reunido el coraje para hablar. Para insinuar al menos que tal vez...deberían tomarse las cosas con más calma. Sabía que aquella frase no significaba nada pero quizá...quizá mellaría su entusiasmo. Aquel apego perruno del que Noel le había hablado.

-¿Te aburres, Liam?- preguntó con un fingido interés que lo asqueaba- Hoy he tenido que estar fuera toda la tarde, lo siento.

-Pero ya estás aquí- dijo arrodillándose sobre la cama y poniéndole los brazos al cuello.

-Eres joven...me apena que no te estés divirtiendo.

-Me divertiré ahora- respondió dándole un mordisco en el mentón.

-Lamento si este viaje no ha sido como soñaste.

-Ha sido mejor de lo que jamás soñé, Graham. Estamos juntos, en París.

Graham lo vio de lleno para volver a sorprenderse con el amor que latía en el azul de sus ojos. Y ya no se sintió capaz de seguir hablando. Se sentó al borde de la cama, de espaldas a él.

Liam lo abrazó dejando descansar la mejilla sobre su hombro.

-Sé que piensas que no me gusta este viaje...

-Oh, no...no es eso...- respondió Graham sorprendido.

-Lo siento- insistió el más joven- es que...hay tantas cosas que me gustaría decirte pero no sé cómo...

Graham intentó voltearse para evitar que continuara pero Liam se lo impidió.

-¿Sabes qué pensé la primera noche que pasé contigo? Pensé..."cielos, esto es como correr las cortinas de tu habitación en la mañana y descubrir que alguien construyó el Taj Mahal en tu jardín y lo llenó con tus golosinas favoritas" (1), ¿comprendes?- reveló y plantó un beso suave sobre su cuello.

Aquella confesión, infantil hasta el ridículo, tan amorosa y a la vez tan hiriente, lo desarmó.

(1) He tomado prestadas estas palabras. Originalmente, no fueron una declaración amorosa sino la encendida reseña con que NME recibió el lanzamiento del disco debut de Oasis, "Definitely Maybe". 

El AmanteWo Geschichten leben. Entdecke jetzt