Capítulo 3

3.3K 145 3
                                    

Mercy se había implicado de verdad en su trabajo como guía y cada día me enseñaba una parte de la ciudad. Al final del primer día le pregunté que cómo era posible que se supiera tantos datos sobre los lugares y se sonrojó al contestarme que se lo había preparado todo la noche anterior, solo con eso ya consiguió que la adorara.

El plan que Mercy diseñó era de norte a sur de la ciudad y hoy toca la parte en la que ambas vivimos. Como más o menos ya lo tengo visto y las dos nos negamos a subir al London Eye porque es carísimo, decidimos ir a cenar juntas y invita a sus amigos para presentármelos. 

—Ya verás como te llevas bien con todos, son muy majos —dice intentando convencerme de que me caigan bien antes de llegar a conocerlos. 

—Seguro que sí, Mercy, no te preocupes. ¿Dónde vamos? —pregunto cambiando de tema. No es que no suela llevarme bien con la gente, es que me cuesta dar el primer paso. Con Mercy tuve suerte, ella fue la que se lanzó a ello, pero puede que sus amigos no sean igual.

—A un restaurante que está a un par de calles de mi casa, es pequeño pero está escondido así que nunca hay mucha gente. Es perfecto, ya verás.

—Vale, me has convencido, me lo quedo —digo riendo por su entusiasmo—. Es tu restaurante favorito, ¿verdad? 

—Vaya, me has pillado. —Ella también ríe mientras subimos las escaleras del metro hacia la calle— ¿Te molesta si pasamos un momento por mi casa para coger un suéter? Tengo un poco de frío. 

—Claro, vamos.

Tenía curiosidad por ver la casa de Mercy pero nunca me habría imaginado que era una de las casas en la zona cara. No era enorme, pero desde luego estaba por encima de la media de la ciudad.

—¿Mercy? ¿No ibas a cenar fuera? —pregunta una mujer saliendo del salón— Oh, tú debes de ser Clara, Mercy ha hablado un montón de ti.

—Y tu debes de ser su madre, Martha. Encantada de conocerla. —Le doy la mano como saludo. Echo un poco de menos el abrazo y los dos besos típicos de cuando conoces a alguien en mi país, pero supongo que tendré que acostumbrarme.

—Mamá, solo veníamos a buscar algo para abrigarme, ya nos vamos —dice Mercy mientras sube corriendo las escaleras y me deja sola con su madre. 

—Tampoco os iba a echar —responde Martha subiendo el tono para que su hija la escuchara—. Ven, pasa. ¿Quieres un poco de té o agua? —pregunta llevándome a la cocina. 

—No, gracias, no se preocupe. —En la cocina hay un joven cocinando, debe de ser el hermano de Mercy. 

—Te presento al encargado de hacer la cena, Titan, también es mi hijo mayor. Titan, esta es Clara, la nueva amiga de Mercy. —Nos presenta y nos damos la mano, ya veo de donde ha sacado su personalidad Mercy. 

Estábamos en medio de una charla extraña pero no incómoda, que también debe de ser un talento familiar, cuando escucho unas patitas venir corriendo hacia la cocina.

—Vaya, tú debes de ser Diesel, eres más grande de lo que imaginaba —digo mientras me agacho para que el enorme perro me huela.

—No es que él sea muy grande, es que tú eres muy baja —dice Mercy cuando entra a la cocina y pilla a Diesel pegándome un lametón en la cara. 

—¡Pero si le gustas! —exclama Martha—. Que extraño, suele tardar más tiempo en estar cómodo con los desconocidos.

—Bueno, a mi también me gusta él —respondo mientras le rasco detrás de las orejas y sigue intentando lamerme la cara.

—Vamos, hombre, déjala en paz, la vas a llenar de babas. —Titan intenta apartarlo sin tocarlo con las manos, que tiene llenas de tomate.

—No pasa nada, estoy acostumbrada. —Me levanto del suelo y decido esperar a sacudirme los pelos de Diesel que tengo por toda la ropa hasta estar en la calle— Ha sido un placer conoceros al fin.

Nos despedimos de su familia y vamos al restaurante. Mercy dice que ya nos están esperando todos, pero eso no parece hacerla ir más rápido.

Al llegar, nos dirigimos a una mesa con al menos diez personas ya sentadas. Con grupo de amigos me pensaba que se refería a cuatro o cinco, no a toda su clase.

—¡Al fin! —dice demasiado fuerte uno de los chicos, lo que hace que todos se rían y que la chica que está sentada a su lado le regañe.

—Lo siento, ha sido culpa de Clara, se ha entretenido con Diesel. —Mercy me mira con cara de enfado y sé que está actuando.

—Tu cara completamente recién maquillada dice lo contrario —respondo. Realmente van todas extremadamente maquilladas. Y yo que pensaba que me estaría pasando por llevar base y contorno. Por suerte, el comentario les hace gracia.

—Sabemos que es culpa de Mercy, si salimos de noche y se maquilla hay que decirle que llegue media hora antes —comenta la chica, Olivia, que había regañado al chico que gritó, Jace.

Al final, acabo adorando tanto a los amigos de Mercy como a ella. Es genial poder quedar con alguien como una adolescente normal después de tanto tiempo sin hacerlo.
Me acabo aprendiendo algunos nombres como los de Olivia y Jace — que resultan ser pareja—, Lucy, Harry y Charles, mientras que me olvido completamente de los otros y tengo que pensar maneras discretas de referirme a ellos. Tendré que pedirle una chuleta a Mercy. También me doy cuenta de que a Mercy le gusta Charles, pero no menciono nada por si acaso, de todas formas, será útil recordarlo por si quiero molestarla algún día.

Los últimos días de guías por Londres los hacemos con algunos de los amigos de Mercy, que se apuntan y deciden interrumpirla todo el rato durante sus explicaciones, lo que hace todo más divertido. Al final, acabé con un ataque de risa en medio del Tower Bridge junto con algunos de los chicos mientras Mercy y Jace discutían sobre el mecanismo que hacía que el puente se levantara, y la gente comenzaba a darnos empujones para poder pasar, lo que solo hizo que nos riéramos más.
Me lo estaba pasando tan bien que casi se me olvida que el día en el que se supone que vuelvo a casa ha llegado.

Home | Hero Fiennes TiffinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora