Capítulo 21 (II)

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Noto como Hero suelta el aire que estaba reteniendo y me siento en la cama para poder volver a juntar nuestros labios mientras sus manos comienzan a reseguir todo mi cuerpo. Esta vez se me adelanta y es él el que me quita el jersey primero, pero yo no me resisto. Se aparta un paso hacia atrás y me mira de arriba a abajo, no puedo evitar soltar una sonrisa cuando le veo tragar saliva y morderse el labio inferior, así que me levanto de la cama y me acerco a él para acabar con la injusticia y quitarle la camiseta. Lo alargo un poco levantando la tela demasiado lento, mirándole a los ojos todo el rato mientras su respiración se altera, rozando con las yemas de mis dedos su abdomen, jugando con su paciencia hasta que puedo notar lo duro que está y me quita la tela de entre mis manos para sacarse él mismo la camiseta corriendo, lo que me hace soltar una risa. Él me mira y en sus ojos no veo diversión, solo deseo. Se agacha un poco para poder llegar a mi cuello y comienza a hacer lo que sé que dejará marca, tal vez como venganza por mi pequeño juego, pero se siente tan bien que echo la cabeza hacia atrás de todas formas para dejarle el camino libre y él sigue hacia abajo, llegando a la parte de mi pecho que el sujetador deja ver para marcarme también ahí. No se para ahí, sino que sigue bajando sus besos, llevándose con él mis tejanos y ropa interior hasta que me hace gemir. Lo único que impide que me caiga son mis manos en su pelo y sus brazos agarrando mis piernas. Cuanto más cerca estoy del orgasmo menos puedo mantenerme en esa postura, pero Hero me sujeta más fuerte y no para hasta que ha acabado. Me vuelve a dejar tumbada sobre su cama, pero no sin antes quitarme el sujetador para volver a mirarme durante unos cuantos segundos, y esta vez es él el que sonríe. 

Comienza a caminar y le sigo con la mirada hasta su cómoda, donde abre un cajón y saca un pequeño sobre plateado. Se gira pero no se mueve, sigue con su sonrisa traviesa y se apoya en el mueble, dándose golpecitos en la mano con el sobre. Me pongo de lado y apoyo mi cabeza sobre mi mano para permitirme observarle. Aún lleva pantalones, lo que me parece extremadamente injusto, pero es tan atractivo de por sí que verlo sin camiseta solo lo hace mil veces mejor.

—¿Tengo que suplicar? —pregunto al final, frunciendo las cejas. 

—No estaría mal —dice, pero de todas formas da los pasos que nos separan y se tumba encima de mí, encerrándome en una jaula hecha por sus brazos y volviendo a poner nuestros labios donde deben estar, juntos. Estoy impaciente, quiero sentirnos juntos al fin y la espera se me hace eterna. Meto las manos entre nuestros cuerpos para llegar a la cremallera de sus pantalones y poder bajárselos—. No vayas tan rápido, quiero que esto dure —me susurra en el oído, pero permite que siga con lo que estaba haciendo, aunque al final logramos adaptarnos el uno al otro perfectamente.

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Llevamos toda la tarde tumbados en su cama, aún sin ropa, aunque entre caricias y besos han parecido apenas minutos. Incluso hemos vuelto a dormirnos, esta vez con la cabeza de Hero en mi pecho mientras le acariciaba el pelo como le gusta, algo que yo también disfruto bastante, pero no he podido conciliar el sueño porque me he despertado pensando que alguien había llegado a casa, lo que ha resultado ser mi imaginación pero que ha hecho que necesite vestirme de inmediato mientras escuchaba las quejas de Hero.

—Lo último que quiero es que tu madre me encuentre desnuda— digo mientras me peleo con mis tejanos, intentando ponérmelos sin sentarme.

—Es una vista muy bonita. —Está haciendo un esfuerzo por abrir los ojos, que se le cierran solos por el sueño. Es normal que llevemos todo el día quedándonos dormidos porque ayer se fue muy tarde de mi habitación y hoy hemos quedado demasiado temprano por las pocas ganas que teníamos de estar separados.

—¿Se puede saber qué has hecho con mi sujetador? —Ignoro su comentario y sigo dando vueltas por su habitación, aún medio desnuda, en busca de las piezas de ropa perdidas. Hero sonríe con los ojos medio cerrados y me arrodillo al lado de la cama para quedar a su altura— ¿Dónde está? —Vuelvo a preguntar, pero lo único que él hace es señalarse los labios, así que le doy un beso que es apenas un roce, pero niega y vuelve a hacer la misma señal, consiguiendo que resople y que su sonrisa se haga más amplia, así que no me queda más remedio que complacerle. 

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