Capítulo 16 (I)

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Me despierto con resaca y noto a Mercy pegada a mi. Hace frío en la habitación pero con ella chafándome me estoy asfixiando. La empujo con todo el cariño del mundo y la acabo tirando de la cama.

—¡Eh! —se queja mientras se levanta del suelo con dificultad—. Uf, voy a por agua. —Sale por la puerta de su cuarto apoyándose en la pared y escucho como va bajando los escalones de uno en uno, con mucho cuidado. Me quedo embobada mirando los rayos de luz que se reflejan en cada una de las fotos de Mercy hasta que al rato me acuerdo de que no ha subido con mi vaso de agua.

Voy al lavabo y reviso que la ropa de ayer siga en buenas condiciones, aunque está un poco arrugada porque ni siquiera me molesté en quitármela para dormir, me quito los restos de maquillaje y bajo después de hacer mis necesidades. Cuando entro a la cocina me encuentro a Mercy tirada en el suelo con Diesel encima y bebiendo directamente de la jarra de agua.

—¿Tan mal? —pregunto, a lo que asiente sin decir palabra. Yo estoy bastante aceptable, y mejoro al beber un poco de agua, así que comienzo a buscar un analgésico en el armario del que he visto sacar medicamentos a la familia unas cuantas veces y se lo doy a la moribunda.

—Gracias. —Creo que dice, aunque no distingo muy bien las palabras.

Lleno el cuenco de comida de Diesel y miro la hora. Son las nueve de la mañana, seguramente los demás sigan durmiendo y nosotras deberíamos estarlo. De golpe me siento mal por haber tirado a Mercy de la cama y me ofrezco a ayudarla a subir para que vuelva a dormir, pero se niega y se arrastra hasta el sofá. Sé por experiencia propia que si se duerme ahí va a acabar mal, pero no me arriesgo a decirle nada en ese estado de ánimo y comienzo a preparar algo para desayunar.

Le dejo un zumo de naranja y una tostada encima de la mesa de centro y se lanza a por la tostada devorándola, así que le doy también la mía y me levanto a prepararme otra. Cuando al fin me siento a desayunar y enciendo la televisión con las noticias lo más flojo que puedo, escucho la puerta de la entrada abrirse.

—¡Buenos días! —dice (o más bien grita) Hero al pasar por la puerta del salón.

—Mmmfpg —responde Mercy desde debajo de su manta, que está usando tanto para taparse como para impedir que la luz la moleste, y me río mientras le hago un gesto con la cabeza a modo de saludo al chico. Hero se agacha al lado del sofá y mete la cabeza debajo de la manta, a lo que Mercy le pone la mano en toda la cara y lo empuja para atrás, haciendo que Hero caiga por el poco equilibrio que tenía en cuclillas. Su hermano se tira encima suyo como venganza, comienzan a forcejear, se la lleva en brazos, le da vueltas por todo el salón y se pegan un rato mientras yo me bebo mi zumo con el volumen de las noticias un poco más alto.

—No te veo en forma para ir a patinar —comenta el chico cuando se dan tregua y se sientan en el sofá. Mercy parece a punto de vomitar y no la culpo para nada. No responde, pero juraría que la oigo murmurar un insulto hacia su hermano, que gritaría si no estuviera en su estado. Estoy bastante segura de que Hero tampoco estaría en forma si no fuera porque aún parece estar en medio de la borrachera, aunque sea una lo suficiente ligera como para que pueda hacer frases con sentido, pero está demasiado animado—. Tendremos que ir nosotros solos, ya tenemos las entradas reservadas —me dice. Me alegro demasiado por oír esas palabras pero intento disimularlo lo mejor que puedo, me hacía ilusión de todas formas pasar este día también con Mercy.

—Es por la tarde, aún tiene tiempo de recuperarse y volver a ser un ser humano —respondo, dándole un golpecito en el hombro pero la chica me gruñe, así que me aparto rápidamente.

—Ni de broma, me voy a la cama y que a nadie se le ocurra despertarme hasta mañana. —Se levanta envuelta en su manta y comienza a subir los escalones aún más lento que antes.

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