Capítulo 40. La tragedia de Cozumel

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Exactamente hace seis días llegamos a la isla y desde entonces Diego y yo no hemos podido mantener nuestras manos lejos de nuestros cuerpos, hemos hecho el amor en prácticamente cada rincón de la habitación, también debo decir que nos hemos divertido con nuestros hermanos, quienes sin duda alguna son los que más han disfrutado de estas vacaciones, desde el primer día hasta hoy han recorrido lugares icónicos del caribe, incluso hemos ido al continente, estuvimos en Cancún, Tulúm, hemos conocido los vestigios de la antigua civilización mayas de toda la Riviera, aún así siempre volvemos a Cozumel que es mucho más tranquila, lejos del bullicio que hay día y noche en Cancún.

Algo que me llama la atención es que Emilio pese a ser nuestro guía turístico se mantiene lo más alejado de nosotros, no parece disfrutar su trabajo o tal vez le resulte desagradable lidiar con nosotros, en este momento Itzel, Steve y Diego se encuentran jugando en las aguas del mar caribe, una escena demasiado tierna que llena de un sentimiento cálido mi pecho, yo salí un momento por un poco de agua debido a mi sed, el calor es algo sofocante.

El barman me atiende y me dedica una sonrisa coqueta, pese a ser lindo, estoy felizmente enamorado de un hombre precioso, observó a mi derecha a una distancia considerable se encuentra nuestro guía turístico charlando de manera amena con los meseros que atienden en la palapa.

Una "palapa" es una vivienda o un tipo de restaurante/bar al aire libre con techo formado con palmas secas y soportes de madera de palma. La palapa es quizá uno de los aportes arquitectónicos y de identidad regional más significativos que la cultura filipina legó al Occidente mexicano. La palabra palapa es de origen malayo; significa "hoja pulposa", en referencia a la textura de las diferentes hojas de palma. La palapa tuvo una gran aceptación en la región mexicana. ¿Cómo se todo eso? Gracias a Diego quien parece disfrutar hablar sobre México y su cultura, debo decir que yo disfruto ver su mirada iluminada de emoción, también amo ver sus sonrisas.

Volviendo al tema, observó al barman que me atendió y movido por la curiosidad decido Preguntar la razón por lo cual Emilio es tan distante, espero poder entender o que el me entienda a mi.

— Hola — Es la palabra más fácil de decir, aún así se escucha bastante chusca mi pronunciación — ¿Porque Emilio, ser mucho alejaro de ras personas? — Siento mi cara arder al ver la sonrisa burlona del barman y es me me resulta imposible no cambiar algunas letras al pronunciar.

— Se hablar inglés güerito — Responde el chico — No se aleja de todas las personas, no confía en los turistas extranjeros, especialmente en los gringos.

Entiendo perfectamente que los latinos se refieren a los ciudadanos de Estados Unidos de esa manera y que generalmente suele ser usada de manera despectiva.

— ¿Por qué? — Mi curiosidad solo aumenta mucho más, aunque no me sorprende que no todas las personas nos amén, muchos estadounidenses se han ganado el desprecio del mundo por méritos propios — ¿Que ocurrió?.

— Hace veinte años, aquí en San Miguel de Cozumel cuatro turistas norteamericanos cometieron una barbaridad demasiado brutal, desde entonces las personas suelen ser demasiado desconfiados de los extranjeros.

Veinte años atrás.

San Miguel de Cozumel era apenas un pequeño pueblo que sobreviva gracias a la pesca y a los pocos ingresos que generaban los turistas que llegaban a Cancún, los cuales atraídos por las cristalinas aguas del caribe y las casi vírgenes tierras de la isla, un paraíso para el buceo y excursiones a las ruinas mayas a través de la selva, no era el prospero destino turístico de hoy en día.

En ese pequeño pueblo vivía una familia humilde, pero muy unidos, pese a las constantes carencias eran felices, el hijo mayor había viajado a la ciudad de México para poder estudiar, los padres sabían que lo único que les podían ofrecer a sus hijos era una carrera a base de muchos sacrificios, así que con los padre se habían quedado los dos hijos mas jóvenes, Elizabeth de diecisiete años y Abel con tan solo quince años.

Alexander © (Gay) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora