Día uno

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Desperté esperando encontrar tus rizos en la almohada de un lado, pero cuando me di vuelta, la cama estaba vacía. Y no había rastro tuyo en ningún lado. Al principio lo ignore, diciéndome a mí mismo que probablemente estabas preparando el desayuno o duchándote. El silencio en todo el apartamento debió advertirme y me disculpo porque no le tome importancia alguna.

Debí haberlo sabido. Debí haberte detenido.

Cuando finalmente me levante de la cama el silencio en la casa me puso nervioso y mientras te buscaba en cada rincón del apartamento los nervios comenzaron a hacer efecto en mí, me sentía mareado y mis piernas se debilitaban con cada paso que daba.

Pero caí de rodillas cuando te encontré.

Llore. Llore mucho, a decir verdad. Mis ojos se lastimaban por las venenosas lágrimas y mi corazón latió con fuerza. No te culpo. De verdad.

Me culpo a mí.

Sé que no puedo desear no haber vivido aquel día y también sé que no podré olvidar la imagen de tu frio e inmóvil cuerpo yaciendo en el suelo. Me persigue cada día y cada noche. Hice la única cosa que sabía que debía hacer, llamé a una ambulancia. Ellos llegaron al departamento en un par de minutos, cargándote lejos, alejándote de mí. Era incapaz de moverme, al igual que Andrés y Ale a quienes junto con Niko, había llamado después de pedir la ambulancia. Niko fue quien condujo detrás de la ambulancia mientras silenciosamente lloraba en la parte trasera del auto.

99 días sin ti | adaptación Emiliaco |Where stories live. Discover now