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Daniela: en serio fue solo eso? Anda, Guille, cuenta!

Yo: Te hablo en serio!

Esas fueron sus palabras exactas

"Me agradas"

Agh, entre más lo pienso más creepy suena

En serio te gusta?

Daniela: Si, me gusta

Y deja de verlo como alguien creepy

Yo: No te sentirías igual si te hubiese pasado a ti?

Daniela: bueno... si

Pero eso no hace que Samuel sea malo!

Rodé los ojos y guardé el móvil en uno de los bolsillos de mi pantalón, intercambiándolo por las llaves de mi casa, la cual estaba a pocos metros de mí. El dispositivo electrónico continuó vibrando hasta que llegué a la entrada de mi hogar, causando un leve cosquilleo en mi muslo derecho. La curiosidad de Daniela parecía haber explotado en cuanto recibió mi primer mensaje hacía un par de horas atrás, por lo que no me sorprendía seguir recibiendo mensajes de su parte. La situación había sido tan bizarra y sin sentido que, si lo pensaba un poco mejor, también hubiese reaccionado de la misma manera; si las cosas hubiesen ocurrido a la inversa y ella estuviese en mi lugar posiblemente también le llenaría el móvil con mensajes.

Coloqué la llave en la cerradura y, al mismo tiempo que las hacía girar, escuché como unos cuantos y veloces pasos retumbaban mientras se acercaban, cosa que me hizo sonreír. Abrí la puerta con un leve empujón y casi en el mismo instante sentí unos pequeños brazos rodear mi cintura, como así como estos me estrujaban con fuerza.

-¡Llegaste!- anunció Carolina, mi hermana menor, mientras apoyaba su cabeza en la parte baja de mi pecho -Te extrañé- confesó refregándose contra mí, causándome cosquillas.

-Y yo a ti, enana- dije para despeinar su oscura y larga cabellera, lo que la hizo reír e incrementar el abrazo.

-Carol, deja entrar a tu hermano- escuché a mi madre decir, por lo que levanté la mirada para observarla. Aun llevaba el atuendo del trabajo y su rostro denotaba cansancio, por lo que supuse que había tenido una tarde atareada.

La pequeña se separó de mi agarre y se movió con velocidad a mi espalda, teniendo que salir de la casa para lograr alcanzar mi mochila. Pronto el bolso calló por mis hombros y mi hermana corrió escaleras arriba con el entre sus manos. Negué divertido; sabía que lo revolvería completamente en búsqueda de algún dulce.

Di dos pasos al frente y finalmente entré tras cerrar la puerta, topándome de lleno con el olor característico de mi hogar. La casa no era demasiado grande, por lo que los aromas y fragancias se mantenían durante casi todo el día, como lo hacía el olor a flores y comida casera. La sala/comedor era lo que te recibía al entrar, como así también lo hacía la escalera al segundo piso, donde estaban las habitaciones y el baño. La habitación estaba cubierta con tonalidades rosas y anaranjadas muy suaves, las cuales contrastaban perfecto con el sofá, la mesa y las sillas oscuras. Al final de la habitación, y conectada por un marco de madera, estaba la cocina y la salida al patio trasero, el cual era casi tan grande como la casa.

-¿Cómo estuvo tu día, cariño?- preguntó mi madre luego de verme caer sobre el sofá -¿Quieres una taza de café?- se sentó a mi lado y depositó un dulce beso en mi mejilla.

-¿Cómo estuvo el tuyo?- cuestioné ignorando sus preguntas -¿Por qué llevas el uniforme de trabajo?

-He tenido que volver para cubrir a Andrés un par de horas antes de que tu hermana saliese de la escuela, por eso- suspiró -no me dio tiempo ni a cambiarme con todo lo que hice- rio y yo fruncí el ceño con preocupación -No te preocupes, todo está bien.

{ !love } [Wigetta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora