Capítulo 11

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Me desperté mientras unas manos me acariciaban el pelo, levanté la vista y me recibió una gran sonrisa por parte de mi madre y mi corazón se apretó aún más por haberla dejado sola tanto tiempo.

-Hola ma- le salude imitando su sonrisa- como te sientes?

-Como una vieja inútil, prostrada en esta cama- se quejó

-Estas enferma señorita- le recordé- y no estas vieja

-Tuve un pequeño mareo, hijo eso no es estar enferma- protestó

-Pues el médico no dice lo mismo- intente convencerla-según él no fue un simple mareo

-Ese médico tiene casi tu misma edad, va a saber el más que yo qué estoy rozando los 60, es que acaso no has oído que el diablo sabe más por viejo que por sabio

-Si lo he oído, pero a pesar de eso confió mas en su juicio que en el tuyo - le dije serio aunque el humor pintaba mis palabras.

-Y eso porque - preguntó ofendida

-Pues porque tiene un título de medicina y tú no

-Esos son detalles-murmuro poniéndome cara apenada

-Ma digas lo que digas vas a estar aquí hasta que ese médico no te de el alta, así que no me vas a convencer de lo contrario

-No tengo ni la más mínima posibilidad que me saques de aquí- preguntó

-Nop

-Bueno- suspiro- te veo más grande, más guapo – me dijo con voz dulce

- Mamá - advertí

- Qué?, una madre no puede decirle a su hijo que se ve más guapo-sus voz sonaba falsamente dolida

-No, cuando su único objetivo es que la saque de un hospital, que milagrosamente está internada por gusto- dije riéndome

-Vale- dijo resignada - tu ganas. Entonces cuéntame un poco como te fue por new york, a ver si así pasa más rápido las horas.

Estuvimos hablando por horas hasta que empezó a oscurecer, ella había sabido de mi a diario, pero aun así me esforcé por contarle anécdotas graciosas con mis compañeros de trabajo.
Después que el médico entró a comprobarla y me aseguro que todo marchaba bien en los análisis que le iban haciendo, mamá prácticamente me echo del hospital.

Me fui no muy convencido pero realmente necesitaba un baño y unas horas de descanso. No había pasado por casa desde que llegue al pueblo y la comida de la cafetería del hospital no me había quitado el hambre.
Así que sin más preámbulos me dirigí a la casa, después de asegurarle a mamá que iba a regresar después que descansara un poco.

Entre por la puerta a paso apresurado y me golpeo un sentimiento de paz que me dejo paralizado en el umbral. Recuerdo que cuando llegamos a esta casa sabía que no íbamos a durar mucho tiempo aquí.
Me pasé mi infancia cambiando de hogar constantemente así que esta no iba a ser la excepción. Pero con el paso de los años había empezado a personalizar mi habitación y mamá había puesto pequeños detalles, como flores y cuadros y supe que esta era definitiva.

Ahora después de dos años la casa seguía igual que cuando me marché. Un tapete rosa se burló de mi, recordándome el mal gusto de mamá a la hora de combinar los colores. Las flores amarillas encima de la cocina del comedor, fotos de cuando era niño pegados en la puerta de la nevera, todo me resultaba tan familiar.

Subí las escaleras hasta mi habitación y me recibió una cama bien tendida que seguro que había arreglado mamá porque yo nunca lo hacía . Todo estaba organizado, también cortesía de mamá porque la última noche que estuve aquí la deje echa un desastre.
Me acerqué a la cómoda que estaba enfrente de la cama y deje mis llaves y me permití echar un vistazo a la foto de Abril que me sonreía.

Junio ( Borrador)Where stories live. Discover now