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Revolcó todo neciamente repitiendo maldiciones al no encontrar indicios que respaldaran las acusaciones de la familia, mismas que él había comenzado a creer. Sin embargo, en todo el apartamento no había otro contrato de trabajo que no fuera el del modesto estudio de baile para niños en el que Jimin trabajaba. Taehyung dejó escapar un suspiro sentándose en la cama convencido de que su hermano tenía una entrada de dinero ilícita, porque no cualquier profesor de baile puede pagarse un apartamento de dos pisos en el medio de Gangnam. La lujosa vida que llevaba Jimin era el nuevo desayuno cada día en la Mansión Park.

Cansado de ver la piel de su hermano ser triturada y echada a los cuervos de las malas lenguas familiares, Taehyung solo quería cerciorarse que por alguna vez Jimin no merecía todo el odio que era derramado sobre él.

Sonó el bip del llavín electrónico anunciando la llegada del dueño de esa casa. Taehyung corrió a su encuentro listo para una de sus interminables discusiones. Jimin se asustó cuando su hermano surgió repentinamente en la sala con cara de pocos amigos.

—¿Qué haces aquí? Debiste haberme avisado si ibas a venir —Demandó el rubio apretando los labios ante la presencia de su hermano que lo escudriñaba en silencio con la mirada. — ¡Responde Park Taehyung!

—¿Desde cuándo necesito una razón para venir a casa de mi hermano? —Jimin rodó los ojos con una sonrisa ladina ante tanto cinismo. Se dispuso a subir las escaleras que llevaban a su habitación, pero fue interceptado por su hermano.

—¡Oh por favor! Hermanito, no es nada nuevo que es sinónimo de malos augurios cada vez que alguno de ustedes aparece de la nada. Si me permites... —Alzó las cejas en ese gesto que sabía su hermano detestaba.

Era en ese momento o nunca, palabras que ya corrían por su sistema como lava, Taehyung no era cruel como la otra parte de la familia, pero Jimin no se la ponía fácil con esa actitud renuente.

—¿De dónde sacas tanto dinero? Tu salario es una basura que malamente alcanza para pagar un estudio en lo recóndito de Hongdae, pero mírate Jimin. Vives de lleno de comodidades en Gangnam, cosa que aún no me explico. Seokjin era quien te daba dinero, y no quiere saber de ti después de que hiciste lo que hiciste ¿Entonces...?

Jimin rio con ironía mirando al techo y luego lanzó una mirada sanguinaria hacia su hermano que aún seguía bloqueándole el paso.

—Tae, tae, tae. Acabas de decir la frase más importante y eres tan estúpido que no te das cuenta. Desde que la maldita víbora de tu madre me echó de su casa, lo que ocurra en mi vida o cómo yo decida llevarla—hizo una pausa agitando la cabeza con altanería—no es problema de ustedes.

Taehyung no podía recriminar a su hermano por expresarse así sobre su madre. No era menos cierto que ella no había sido la mejor persona con Jimin. El menor de los hermanos dejó escapar un suspiro acariciándose el cabello nervioso antelando la reacción de su hermano cuando viera el reguero en su habitación.

—No puedo hablar por los demás, sabes perfectamente que a mí me importas. No intentes cambiar de tema y responde a mi pregunta. Por cierto, antes de que enloquezcas, tu cuarto está hecho un desastre.

El mayor abrió los ojos como platos, empujó a su hermano fuera del camino y se desprendió escaleras arriba llevándose las manos por toda la cara cuando se topó con el desorden en su habitación. Gritó fuera de sus cabales, regresó a la estancia bajo la mirada inerte de Taehyung que ni se inmutó en negar nada de lo hecho.

—¡Maldito loco! ¿Qué demonios te ocurre? ¿Quieres saber cómo es mi vida? ¿Eh? Imbécil, no te imaginas lo furioso que estoy ahora—bramó—sabes qué, arréglate...

Caminó hacia Taehyung que no entendía nada, tiró de él llevándolo hacia el cuarto de huéspedes.

—¿Para qué? Ni siquiera tengo ropa aquí.

EnvidiosoWhere stories live. Discover now