12

274 36 50
                                    

Era casi media noche cuando Taehyung manejaba sin mirar. Él, con sus lágrimas saladas y el corazón haciéndosele añicos mientras se machucaba por sus hermanos, su familia y el amor no correspondido por el que se desmoronaba a diario. 

Iba rumbo a encontrarse con ese hombre, Jeon Jungkook. Cínico, impetuoso, apuesto con sus cabellos negros. El mismo hombre que tenía una boca tan lasciva como los pensamientos que se revolcaban en la mente de Taehyung quien mordió sus labios inconscientemente para luego ruborizarse. El mayor no había puesto objeción alguna cuando el castaño le pidió que se encontraran, incluso organizó su apartamento, cambió las sábanas y roció un delicioso aromatizante que cubrió los restos del aroma del chico que había abandonado el apartamento minutos antes de recibir de recibir aquella llamada.

Al llegar, Taehyung se detuvo a meditar si realmente quería refugiarse en alguien tan tóxico y contraproducente como Jeon Jungkook. Bajó de su auto luego de exhalar todo el aire que tenía apretado en el pecho y tomó el ascensor una vez ingresó al edificio. Se sentía derrotado, utilizado y decepcionado, todo a la vez. Porque así es la vida, arrastra y enlaza sus hilos para ver como las personas reaccionan. Si eres débil caes y te pierdes, pero si sabes como seguirle el juego, entonces avanzas a otro a nivel.

—No puedo dejar que errores externos afecten mi vida. Ya no—Se dijo Taehyung luego de presionar el timbre.

Jungkook corrió a observarlo por la cámara de seguridad antes de decidirse abrir. Taehyung se abrazaba los hombros cabizbajo como si pudiera abrazar su dolor. El castaño apretó los labios dando paso a un llanto mudo cuando se giró de espaldas a la puerta, finalmente sintiéndose ridículo. Compasión recorrió el cuerpo del mayor al ver tal escena, aquel chiquillo estaría pasando por momentos difíciles. Se iba, estaba dando pequeños pasos y Jungkook no lo permitiría.

Abrió la puerta y se apresuró a envolverlo en sus brazos, tomando a Taehyung por sorpresa. El castaño no lo rechazó, estaría siendo un hipócrita si lo hacía. El poder de un abrazo en tiempos de dolor, tiene el mismo efecto de una bomba atómica en tiempos de guerra.

—No sé por lo que estés pasando, pero sentí que necesitaba abrazarte. —Finalmente articuló en una ronca voz. 

La actitud de Jungkook era diferente a la habitual dejando a Taehyung poco confundido. Él había ido allí buscando una riña, ya fuera sexual o de palabrería sucia, pero aquel consuelo repentino había hecho ceder a sus defensas.

—Gracias—Musitó el castaño desmoronándose en los brazos ajenos.

A ninguno de los dos le importó, se necesitaban. Taehyung no era el único con heridas que sanar ni malos recuerdos que olvidar. Jungkook besó la coronilla del más bajo, acto seguido se separó contemplando a tanta hermosura cubierta de dolor. El castaño miró a su compañero a la vez que trataba de minimizar sus sollozos. Se inclinó, dándole a Jungkook un beso tenue y salado por las lágrimas intrusas que fueron limpiadas por el antes mencionado. Lánguido y callado aquel beso pasó a ser un espiral de sensaciones que los arrastró a devorarse las bocas. El ruido del ascensor les hizo darse cuenta de que aún seguían en el medio del pasillo que, aunque solo estaba ocupado por el apartamento del pelinegro, contaba con cámaras de seguridad. Jungkook depositó otro beso e instantáneamente jaló hacia adentro a unTaehyung enrojecido y jadeante.

—¿Tienes alcohol? —Preguntó el menor con la cara enrojecida por el llanto y el deseo sexual que afloraba en él.

—No, pero si puedo hacerte el amor hasta que olvides ese dolor que te carcome.

—Entonces... ¿Qué esperas?

Jungkook asaltó los labios del menor con avidez, como si fueran a desgastarse y él necesitara de ellos para sobrevivir. Sí, él también tenía dolores que dejar atrás, por eso simpatizaba con aquel ángel que envolvió las piernas alrededor de su cintura. No pararon de besarse rumbo al sofá donde tiró el cuerpo del menor.

EnvidiosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora