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¿Por qué todo parecía salírsele de las manos? Primero fue rechazado por Taehyung. Segundo, corrió a los brazos de quien se convirtió en su enemigo oficialmente y por último la llamada de Jung Oh Soo. El pelirrojo no había encontrado ningún tipo de información en la oficina de Park Seokjin. Con un golpe de suerte seguirían creando incidentes para ver la caída del dueño de Imperio Rojo, planes creados por órdenes de la misma madre de Seokjin. 

¿Cómo alguien podía ser tan vil como para alegrarse de la ruina de sus propios hijos? Solo porque ellos no querían seguir el camino que se les impuso. Se preguntó en la ducha al tiempo que dejó caer algunas lágrimas rabiosas.

Tenía en la boca un mal sabor. No por la comida que degustó en ese restaurante impagable donde la comida parecía echa de bloques de lego. Sino por el veneno que destilaba de sus entrañas. No soportaba ver el fracaso del plan que él mismo trazó para deshacerse de Jimin ¿Cómo pudo cometer tantos errores en menos de una semana? Pobre alma, ya había nacido errado. 

—Debo ir a ver al taoísta—Se dijo a sí mismo alborotándose los pelos con frustración.

Como si un pequeño papel en forma de flecha escrito con símbolos que él a penas entendía, podría traerle suerte o hacer que su maldad pasara como tierna oveja ante los ojos de dios.

Entonces se odió, Yoongi había dejado de ser suyo para convertirse en el perro de los Park. Le dolió más admitir que creció siendo entrenado para ello. Se contempló en el espejo de su habitación alumbrada con una pobre lámpara—¿Quién eres? —volvió a interrogarse y aquellas líneas arremetieron contra su orgullo—El perro de los Park. La voz de Chanyeol resonó junto al recuerdo de la cruel mirada que le dio en el hospital.

Se sentía expuesto y usado, las palabras de Chanyeol se triplicaban y hacían eco en su cabeza haciéndolo enloquecer de coraje. Una noche lo besaba y le confesaba su atracción, pero al otro día era una persona totalmente diferente. Tenía que buscar la manera de mantenerse alejado de él, de que no boicoteara ninguno de los planes de Park Seo Uhn. De que no siguiera llamándolo con insistencia.

—No necesito que me amenace más doctor Park. —Refutó con desdén apretando el móvil.

—Tres días, Min Yoongi—Acarició el cuello de su pijama de seda—Mañana te veré en mi apartamento, supongo que no querrás que le enseñe a Park Seo Uhn la conversación que tuvimos, grabé todo lo que tus labios borrachos dijeron aquella noche. Ya sabes, el maquiavélico plan...

—¿A qué hora quieres verme? —Lo interrumpió conteniendo el aire. Se sentó en la cama, se puso de pie y contempló la ciudad tras la ventana de su habitación —No necesitas repetirme lo mismo todos los días. He empezado a tener pesadillas con tu maldita voz.

El mayor sonrió con desaire, odiándose por usarlo con tal suciedad, sintiendo su alma retorcerse dentro de su pecho cuando recordó su trato hacia Yoongi en el hospital donde se retaron con palabras y miradas. Ambos estaban jodidos.

Park Chanyeol sabía que coaccionar de esa manera a quien quizás amaba, no tenía sentido. Pero no podía mezclar el deber con los asuntos del corazón. Haría todo lo humanamente posible por desenmascarar a la señora Park Seo Uhn y su familia. Ya había logrado colarse en la mente y el corazón de Taehyung, pero si alguien conocía bien a los Park, ese era Min Yoongi. Y Chanyeol no pasaría eso por alto.

—A la hora de la cena, arréglate para mí Min Yoongi, y no te preocupes, estarás soñando conmigo en menos de lo que canta un gallo.

Yoongi lanzó teléfono al otro lado de la habitación y lloró, era lo menos que podía hacer por y para sí mismo.

—Maldito psicópata.

...

Habían transcurrido tres días y no sabía nada de ese chiquillo caprichoso. Se suponía que estarían pretendiendo ser novios, pero el menor ni siquiera volvió a buscarlo y de cierta forma eso lo intrigaba. Nadie lo había rechazado de la manera en la que Taehyung lo hizo aquella noche. Había terminado su entrenamiento junto a Namjoon.

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