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Diez grados de frío invierno azotaban la madrugada, mientras que adentro del apartamento la temperatura comenzaba a subir desde que se bajaron del elevador. Yoongi se había abalanzado sin vergüenza alguna sobre el joven doctor que apenas pudo contenerse ante los labios que ahora devoraba con los suyos. Gimió el más bajo, quizás por el mareo o por cómo sentía su boca ser reverenciada, lamida y mordida por el mayor.

Entraron al apartamento en un remolino de toques por aquí y allá en sus cuerpos—¿Por qué luchar con la contra los deseos de la carne? Y menos cuando la carne es dura, tiene buen cuerpo y mide uno ochenta y siete—Pensó Yoongi en su estado de ebriedad. Lloraría el domingo en la iglesia, allí donde los demonios humanos se disfrazan de santidad creyendo que así expían sus pecados.

Pecado era aquel encuentro producto de tragos. Consecuencia de un triángulo amoroso tan irónico que el karma se divertía al ver aquel circo sexual en el que él comenzaba a actuar. Se habían desecho de casi todo el textil que forraba sus cuerpos, quedándose Yoongi solo con la camisa. Misma que había sido uno de los tantos regalos caros hechos por Taehyung.

—¡Wow doctor! Su cuerpo es una delicia...—Yoongi rió luego de aquellas palabras y fue envuelto en otra tonelada de besos.

—Y todavía tienes el descaro de sonrojarte hasta el cuello cuando eres un provocador de primera ¿Huh?

Aquel tono de voz gutural y sugerente hizo a Min Yoongi erizarse, aunque para él no rivalizaba con la cantarina y jovial voz de Taehyung. Vino a su mente como un flash ¿Qué diantres estaba haciendo? Besando y a medio camino del sexo con quien no debía.

—Espera—Se detuvo cubriéndose el rostro con las manos. Tapando un par de lágrimas atrevidas. Era ridículo sentirse así cuando ni siquiera era correspondido por quien ocupaba su mente en ese momento. Era la primera vez que tenía algo que Taehyung deseaba.

Entonces admitió que si Taehyung estuviera en su lugar no dudaría en continuar.

Sus muñecas fueron sujetadas en un agarre que era fuerte y carente de brusquedad. Chanyeol soltó un suspiro estrechándolo entre sus brazos. No era necesario ser un adivino ni usar su coeficiente como psicólogo para darse cuenta de que aquel joven en su pecho estaba siendo presa de su propio remordimiento.

—¿Qué pasa? Tú, estás... —La preocupación invadió el rostro del mayor—Si no quieres podemos parar—se sintió tentado a besarlo nuevamente, aquella reacción que tuvo el menor le pareció hermosa.

—No...— Soltó casi hipando—Continuemos.

Chanyeol le ajustó más la camisa abrochándole unos cuantos botones. Lo cargó y Yoongi enredó las piernas en su fina cintura mirándolo a los fijamente—Sus ojos son hermosos y gentiles—pensó para sí y enlazó sus labios con los del mayor que caminó con él en brazos hasta la habitación.

—¿Por qué? —Salió como un quejido infantil que causó gracia a quien lo recibió.

Lo acalló con un beso acunándolo. No podía creer que ese momento había llegado a la realidad. Se había acostumbrado a contemplarlo desde lejos, a saborear retazos de sonrisas y miradas que no duraban más de unos segundos. Pequeñas cosas que llenan el alma de una manera que solo los enamorados entienden.

—Si vamos a hacerlo quiero que sea realmente especial, cuando ambos estemos seguros. Cuando tú no te vistas de dudas, por el momento no sabemos qué queremos.

—Pero...tú dijiste que yo te gusto.

—Eso no es algo permanente, tardaste tanto en captar el mensaje que he empezado a considerar aceptar a Park Taehyung. Confesó—No es menos cierto que él es jodidamente sexy—¡Ay! — Un golpe sacudió su pecho desnudo y Chanyeol sonrió con regodeo.

EnvidiosoWhere stories live. Discover now