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¿A quién quería engañar? Si en sus labios aún rondaba el recuerdo de los de ese hombre. Jimin nunca intimaba más de lo necesario con sus clientes, menos cuando estos no le ofrecían alguna paga extra por los "pequeños detalles" que él estaba dispuesto a dedicarles. Amaba el dinero, pero la mirada de Namjoon valió más que los millones de wons que él hacía en una noche de sábado. Fue diferente, no como las típicas miradas que estaba acostumbrado a recibir, esas que desbordan lascivia y saliva. La forma tan obvia en la que ese hombre lo adoró con los ojos, atrajo rubor y vellos erizados.

Sonrió ante su reflejo ¿Cuánto había pasado? Ni siquiera recordaba la última vez en la que su cuerpo reaccionó de esa manera ante un hombre. Sacudió la cabeza.

—No Park Jimin. Eso fue solo el impacto de su presencia. Sé realista, ese hombre fue a buscarte solo para liberar el estrés. Nadie quiere salir con un stripper y tú estás bien por tu cuenta. Tengo que llamar a Hoseok.

Hablaba consigo mismo mientras se desmaquillaba y otro pensamiento agridulce se agarró a su mente. Por un segundo contempló su rostro enrojecido por la bofetada en la que Taehyung no dudó en poner toda su rabia. Aquella discusión había cruzado los límites del débil respeto que se tenían. El rubio lloró silenciosamente como si sus lágrimas pudieran ahogar todo el sufrimiento en su interior.

Tanto Jimin como Taehyung no encontraban la manera de deshacerse de aquel ahogo que los hundía en una batalla contra sí mismo día a día. Si todo fuera tan fácil como aplicar un poco de base y polvos, pero ni la marca más cara de maquillajes podría cubrir todos los estragos en sus corazones. Jimin admitió para sí mismo que fue él quien presionó los botones incorrectos. Lo único que había hecho durante los dos últimos años era derramar su odio sobre el inocente de su hermano. Se disculparía luego de que ambos estuvieran calmados.

Taehyung siempre estuvo a su lado, a pesar de las tempestades. Aun cuando creció siendo instigado por su madre a que odiara al deshonroso e indeseado segundo hijo de su padre. Sin embargo, nada de eso detuvo a Taehyung de simpatizar y amar al desdichado ser que se encontraba a una habitación de distancia.

Corrió hacia la habitación donde Taehyung yacía tratando de entretenerse en sus compras en línea. Su escapatoria, el despilfarro de dinero en ropas y accesorios que no llenaban el vacío en su vida.

Era amarga y lo atragantaba esa sensación de que su propia sangre fuera el primer enemigo. Los opuestos se atraen y los iguales se repelen, quizá esa era la razón por la que Jimin no gravitaba alrededor de su hermano. Porque estaban rotos, no sabían cómo aliviarse teniendo aún la cura en sus manos. El amor es el disfraz del odio y viceversa, solo se necesitan ciertas acciones y palabras para que alguno de estos dos se revele desenmascarando el verdadero sentir de los corazones.

Taehyung abandonó la vista de su teléfono y se disponía a gritarle una barbaridad, tenía tantas heridas por culpa de su hermano que en ese momento sentía ganas de desaparecerlo de la faz de la tierra.

—Si vienes con otra estupidez te aseguro que te romperé el trasero a piñas.

—Mírate, al menos he sacado lo peor de ti—rio sentándose en la cama frente a él, dudó en acariciar el dorso de la blanquecina mano que ahora estaba apretada en un puño ¿Desde cuándo había comenzado a quererlo? —Respecto a lo de antes...Lo siento...

—¿Te refieres a la bofetada, a tu cinismo o qué? Necesito seas claro para poderte entender.

Una disculpa nunca iba a ser suficiente para reparar los quebrantos que él había causado en Taehyung. La sinceridad es algo difícil de dar, más para alguien como Jimin quien cerció entre secretos, mentiras y escenarios tóxicos.

EnvidiosoWhere stories live. Discover now