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No había calor, noviembre se cernía sobre la ciudad enviando sus primeras espigas de frío, entonces ¿Por qué sentían sus cuerpos calentarse a punto de detonar estando sentados junto al otro? Jimin jugaba con sus dedos sin mirar al hombre a su lado. El más alto en cambio, daba miradas de soslayo incrédulo de que su ávido deseo tocaba la realidad, el rubio atrevido sería suyo esa noche.

Era un cachumbambé de sensaciones y ninguno de los dos entendía aquella atracción tan excitante. Se habían besado antes, incluso iban rumbo a intimar ¿Qué sentido tenía esa timidez que los rodeaba?

—¿Te sientes incómodo? —El peligris caminó trató de apagar el silencio buscando aligerar la obvia rigidez en el ambiente.

Jimin negó sonriente recibiendo la misma expresión de su acompañante. Él tampoco creía que esa noche terminaría en un carro con el hombre del que ni siquiera sabía el nombre, pero con el que había soñado desde la primera vez en que sus labios se tocaron ¿Estúpido? Sí, era estúpido dejarse imantar por el físico de alguien, ese hombre podría ser un asesino en serie y él no lo dudó dos veces en decirle que sí. Suspiró peinando sus cabellos, gesto que a Namjoon le pareció hermoso.

—He notado que te gustan muchos los olores frutales, sobre todo veraniegos—volvió el mayor—la primera vez tenías esa mezcla de Malibu, coco y piña—Jimin apretó los labios asombrado de aquel hecho, él no era el único que recordaba aromas—Y hoy me deleitaste con algo parecido.

—Beach Dream Forever. —Respondió Jimin posando sus ojos en Namjoon que lucía apuesto concentrado en el camino.

—¿Cómo? —Preguntó frunciendo el ceño y eso también deleitó al menor quién se sintió tentado a tomarle una foto en aquella postura.

—Son las colonias que nos proveen en New York House, como si Victoria's Secret patrocinara a putos baratos como nosotros.

—Baratos no son y respecto a puto...eso lo averiguaremos pronto.

La risa de Jimin llenó el vehículo contagiando al mayor. Ambos sintiéndose cómodos con el otro continuaron hablando sobre temas triviales e incluso se burlaron de la pelea que presenciaron, siendo Jimin quien imitara los gritos de Namjoon.

Un mes atrás no se imaginaron llegar a ese día. Ese ahora que los envolvía mientras tomaban un elevador a penas sin mirarse y con manos sudorosas, preguntándose qué pasaba por la mente del otro. Jimin peinaba su cabello una y otra vez bajo la mirada de Namjoon.

El elevador se paró y fue como darles rienda suelta a sus nervios, se bajaron, aún sin cruzar palabra. Namjoon tecleó la clave en el llavín electrónico y el tic de la puerta comenzó a hacer eco en sus corazones que no paraban de desenfrenarse.

Organizado, sobrio, carente de vida, así fue la primera impresión que tuvo Jimin de aquel apartamento cuando Namjoon prendió las luces y lo invitó a pasar. Manía o quizás cortesía, nunca entraba en casas ajenas sin ser autorizado.

—¿Deseas beber algo? Aunque no hay mucho que ofrecer. —Se rascó la parte trasera de su nuca maldiciendo mentalmente a Jungkook por no tener siquiera una botella de soju.

—Una ducha sería lo mejor... ¿Qué haces? —Preguntó llenándose de rubor cuando fue levantado por el par de brazos fuertes de su acompañante. 

Fue un pensamiento que inconscientemente llevó a la realidad. Al ver el hermoso rostro extenuado de Jimin luego de escuchar aquellas palabras en el Cuarto Rojo. Namjoon solo quería darle una experiencia diferente.

—Tú eres mi cliente ahora. —Salió casi como un susurro con su tono de voz grave y profundo. Namjoon lo cargaba sin esfuerzo alguno rumbo al baño de invitados.

EnvidiosoWhere stories live. Discover now