¿Qué harías si una noche de chicas, encuentras al hombre perfecto y le permites derribar tus barreras, dejando te arrastrar por el deseo?
Creíste que él era perfecto??
Nadie lo es...
Él tiene... Bueno ahora ya no importa lo que tenga, tú nunca debis...
Las pestañas de Jean temblaron levemente como símbolo de que estaba volviendo en sí, algo aturdida sus castaños ojos se abrieron y se encontró en una de las carpas que estaban dispuestas para el personal que asistía al evento.
Con un poco de mareo trato de levantarse pero su brazo fue sostenido por un hombre que con una sonrisa amable y una mirada profunda le pidió que se recueste, ella no sabía quién era él y después de tantas experiencias en su vida prefirió apartarse rápidamente de ese caballero.
Sin poder evitarlo cuestionó la situación y solo recibió una breve explicación de lo sucedido, aparentemente se había desmayado, de la impresión posiblemente, pero en su interior sabía que un corazón roto también podía hacer perder la conciencia.
Se quedó unos minutos más recostada, mientras el hombre trataba de sacarle conversación para animarla ya que notaba la tristeza en su mirada y las lágrimas contenidas, ¿Qué había hecho para recibir tal traición?... ah sí, meterse con un idiota infiel, pero mas tonta fue ella, se recriminaba internamente por haber confiado en él por muy en el fondo creer que el lucharía por ellas, por su "princesa" como la llamaba, e incluso anhelar que lucharía por ella.
Suspiro profundamente dejando ir la tristeza, ella no era estúpida, y no dejaría que esto lastime a su pequeña Isa, lentamente se levantó sintiendo su cabeza ligeramente pesada y sus sentidos algo atontados, se miró las manos algo maltratadas pues se había esforzado porque esta comida sea especialmente deliciosa para su cliente, ya que, al ser de la alta sociedad, podía ser una apertura a más eventos de ese tipo.
De pronto se escuchó un murmullo de gente molesta, miró con curiosidad al hombre que la acompañaba, un castaño de ojos claros muy intensos, sonrisa amable y buen porte, no tan escultural, pero tampoco fuera de forma, sus labios anchos y sonrisa sensual la hizo mirarlo dos veces, pero luego agitó la cabeza como regresando a su difícil situación.
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Los murmullos aumentaron luego vio entrar a la carpa a la mujer que la contrató, quien ahora sabía era la madre de la nueva prometida de James.
Trago grueso y dio un ligero paso hacia atrás cuando la mujer se acerco a ella hecha una furia, - ¿Qué clase de porquería serviste a mis invitados gorda inmunda? - dijo con rabia nada disimulada, ¿y la clase de la refinada señora? - de preguntó Jean, suspirando aun confundida se atrevió a preguntar.
- ¿Sucede algo señora Callager?- dijo reuniendo todo su coraje y tratando de mantener una seguridad externa de la que carecía, puesto que estaba casi segura de lo que estaba sucediendo... ¡Todo había sido una trampa!
Debía reconocer que la madre de James era de temer, jamás debió confiarse y creer en que él la protegería, recordó aquellos mensajes que le envío horas después de que su madre la visitara, aquellos en los que prometía un futuro juntos, en los que le dibujó un futuro de acuarela con colores de ilusión y detalles de sueños que ahora entendía no eran de buena calidad pues habían perdido todo valor hace solo unos cuantos minutos.
