Día 21: Tormenta eléctrica

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Día 21: Tormenta eléctrica

Autor: thekillerkiwi_


*Basado ligeramente en el mito chino del Dios Trueno y la Diosa del Rayo, Lei Gong y DianMu.

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Al ver su reflejo en el oscuro lago, el dios del trueno, Lei Gong, asqueado por su apariencia real, recuerda que en sus vidas pasada había sido alguien bello, alguien digno, alguien honorable. También se acuerda que casi siempre pierde al amor de su vida; entonces su apariencia ya no le lastima. Tal vez así, en esta vida, su amor quedará lejano, y no tendrá que agregar otra espina en su corazón.

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La tormenta oscurece el cielo y todos los humanos huyen de ella. Todos menos uno. Las primeras gotas de lluvia recorren sus mejillas como lágrimas y finalmente suspira. Regresa a su hogar, su sonrisa cansada, pero sincera.

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El señor de las tormentas, una bestia alada y azul, vuela libre por los cielos. Su cuerpo desata descargas eléctricas con cada aleteo de sus alas, con cada rugido desconsolado. Era una bestia repugnante, decían de él, nadie lo amaba, solo le temían. La asimetría de sus partes combinadas le incomoda a dioses y humanos por igual, les aterra. Su poder, por otro lado, llenaba de asombro y respeto. Sin embargo, nunca era suficiente. No era como su hermano, el dios de la lluvia, que hacía que las plantas crecieran o los ríos se acrecentaran. No era como el amante de su hermano, el dios del ingenio, que alimentaba las ideas de los humanos con sueños y acertijos. Él solo podía destruir y matar; Lei Gong, dios del trueno. Aprovechaba estas noches para desatar su furia, ignorar su pesar, escuchar a los humanos, y olvidar.

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Cuando su madre se enferma esa temporada, todo su dinero se invierte en comida e incienso. Si hacía todo lo humanamente posible, le dejaría a los dioses todo lo demás. Pero en el burdel una mujer enferma aún conserva su valor... si tiene un reemplazo digno.

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Este día tenebroso, Lei Gong recorre las tierras de los humanos con desolado abandono, dejando caer truenos por todo el globo. En la tierra, los humanos lloran, celebran, oran, agradecen. En el cielo los dioses existen y dejan a los humanos existir; pueden escucharse entre sí, pero para un humano, la lengua de un dios nunca sería develada hasta encontrar la Iluminación. Pero el lenguaje de un humano, para un dios, eran casi balbuceos. De lo más rudimentario. Sin embargo a veces, los humanos se cultivaban con esmero y su lengua se hacía música, se elevaba al cielo. Cuando Lei Gong se acercaba a un pueblo en específico, siempre había una voz elevada entre los balbuceos, una estela de armoniosa luz, entre la lluvia y la oscuridad. Recitaba poesía que nunca había escuchado antes, siempre en los confines de su mente, el usual escondite del corazón humano. A veces no pasaba por ese pueblo por el miedo de accidentalmente eliminar al origen de ese bello corazón. Pero no podía evitar recorrer su alrededor con la esperanza de llegar a escucharlo.

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Las flores en el campo,

una tras otra,
semilla a semilla,
recorren todos los caminos de la tierra.

Así mis pesares,
uno tras otro,

lágrima a lágrima,

trazan el camino de mi vida.

Hacía la virtud o el pecado,
no lo sé.

Solo espero la poesía

Fictober XiYaoWhere stories live. Discover now