Día 23 - Hornear

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Fictober día 23

Hornear

Autor: Dayan Walker

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En el que Meng Yao prepara masa para hacer galletas y termina con resultado sexuales.


La cocina de su hogar es pequeña, modesta. Su departamento es del tipo minimalista, tiene lo justo en su lugar. Conviviendo con un hombre asiduo a mantener todo debidamente ordenado, utilizar lo justo y necesario, Meng Yao se ha acostumbrado a la circunstancia; pero, aunque la cocina sea pequeña, comedida, el porcelanato negro refulgente que posee a lo largo del mesón, le confiere de la elegancia que no le otorga lo diminuto del asunto.

Ahora, Meng Yao está sobre la isla ubicada en medio de la cocina, a un costado del parrillero eléctrico, terminando de echar en un bol la harina a utilizar para hacer las galletas que horneará. Meng Yao no es asiduo a los dulces, pero su esposo sí.

Sobre la isla están todos los ingredientes con la cantidad exacta a utilizar en recipientes de porcelana blanca que poseen dibujados en los bordes las medidas que se requieren para la adecuada creación de la masa.

Extiende su mano, agarra la vajilla que contiene la harina, lanzándola sobre la oscura superficie lisa. La reúne en el centro, creando con la punta de sus dedos un aro en el medio para meter los cuatro huevos que dicta la receta, esa que una vez su madre le escribió. Con la presteza que le confiere sus años cocinando para su esposo diversos platillos que van desde los dulces hasta los salados, utiliza una sola mano para abrir los huevos. Pronto, cuatro yemas amarillas intensas se congregan, fundiéndose lentamente a medida que la harina va absorbiendo la humedad.

Con la primera etapa de la creación realizada, vira, dando un paso hacia el frente donde el lavadero se esboza. Extiende sus manos, arremangándose hasta la altura de sus antebrazos la camisa de botones, demasiado grande, perteneciente a su esposo, y procede a lavarse las manos para quitarse la mayor cantidad suciedad en estas.

Ejecutada la acción, vuelve a girarse para posarse frente a la isla, donde pronto coloca sus manos sobre el producto creado, comenzando a amasarlo con destreza para crear de inmediato una masa homogénea a medida que va agregando más harina, azúcar, manteca: esos ingredientes extra que le dan esencia a la dulce aglomeración ambarina.

A Meng Yao le gusta cocinar. Mucho. Con el transcurrir de los años, su esposo ha comprado para él todo tipo de artilugios tecnológicos que le pueden ayudar a hacer de la cocina, un lugar más armonioso; pero Meng Yao prefiere el estilo tradicional donde él es uno con la idea de crear algo delicioso, único. Aquellos artefactos, puede conferírsele a una persona que no posea el tiempo suficiente y prefiera la rapidez a la calidad. Es por eso que Meng Yao ahora se encuentra friccionando la masa, dándole forma, textura.

Él sabe, está muy seguro de su capacidad: hacerlo con sus manos, por muy tedioso que resulte, quedará mejor que con batidora eléctrica.

Concentrado está en su tarea, y no se percata de la figura que lleva tiempo observándole desde el umbral. Recostado sobre el quicio de la puerta con los brazos flexionados a la altura de su torso, remarcando los músculos entrenados que le confiere ser policía de la región Hubei, Lan Xichen yace ahí, teniendo como única vestimenta un pantalón chándal de color blanco, puesto que la parte superior de su pijama la está usando el hombre que en ese momento yace en la cocina, con la concentración a flor de piel.

Fictober XiYaoWhere stories live. Discover now