Quiero decirte que soy L

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Deshacerme de mi humanidad no fue difícil, ya que nunca la tuve muy marcada en primer lugar. Es verdad que mi sentido de la justicia era grande y estandarizado, pero la bondad y pureza que aparentaba nunca fueron del todo reales.

Pasaba mis días encerrado en una rutina basada en ir a la escuela, comer, volver a casa, comer, estudiar, dormir. Y no es que me desagradara, al contrario. Me era mucho más cómodo vivir así que enredarme en demasiados lazos sociales, llevándome a lugares a los que no quería ir con gente lamentablemente inferior en lo que respecta a lo intelectual.

Quizá sea esa la razón por la que me cuesta tanto entender a los demás. Claro que juzgo su inteligencia y soy capaz de usarla a mi favor, pero la mayoría de las veces me sorprendía lo estúpidas que podían llegar a ser algunas personas.

Sin ir más lejos en mi familia podía manipular fácilmente a cualquier integrante para hacer lo que yo quisiera. Si se los insinuaba de la forma correcta, me regalarían lo que yo quisiera o harían lo que sea que les pidiera. Y no sólo ellos. Mis compañeros, mis maestros, y en general todas las personas con las que convivía eran inferiores. Casi no se podían mantener conversaciones interesantes y la verdad, ya me había cansado de buscar a alguien capaz de entenderme.

Por eso, cuando la libreta llegó a mis manos, todo cambió. Podría finalmente usar mi potencial en algo que yo quisiera hacer y no en algo que otros me indicaran que hiciera. Mis ambiciones hasta hace poco habían sido convertirme en el mejor policía, que resolviera casos y fuera la voz de la justicia.

Pero esa libreta, bendita libreta lo cambió todo. Con semejante poder en mis manos, mis ambiciones podrían expandirse. Finalmente le daría un uso a todo mi intelecto y sería aquello en lo que merecía convertirme.

Así como el primer nombre, usaría la libreta para escribir los nombres de todos los criminales sobre la tierra. Porque no hay segundas oportunidades, porque ya estoy cansado de ver como hay personas que desperdician sus recursos y toman el camino fácil mientras que otras se esfuerzan al máximo para conseguir la mitad que ellos. Es por su culpa que el mundo esté tan mal, como está ahora. Es culpa de toda esa escoria mundial.

Y así, comencé a anotar nombres de criminales. Rebasé los cientos cuando Ryuk vino finalmente a dar cuenta de que esa libreta había sido suya y que de ahora en más me acompañaría hasta el día de mi muerte, para poder recuperarla.

Y en eso estaba, en mi propio baño de gloria cuando apareció un investigador que me acusaba de ser un asesino en masa. Es decir, me esperaba que la policía comenzara a buscarme, pero en definitiva no esperaba que se acercaran tan peligrosamente a mí. La idea del principio era no dejar pistas, pero de alguna manera tuve incluso un agente del FBI vigilándome y cámaras esparcidas al interior de toda mi casa.

Pero lo peor, fue lo de hoy. Una auténtica locura.

El investigador del que hablo se hace llamar "L". Es un investigador privado de renombre mundial que ha resuelto innumerables casos y que logró descubrir que yo era un estudiante japonés de la región de Kanto que estaba relacionado con algún oficial de policía. Todo eso en un tiempo tan breve que ni siquiera me dio tiempo de procesar el gigante con el que estaba luchando.

Era la primera vez que me enfrentaba con una persona tan inteligente como yo, y ésta era una batalla en la que sólo uno de los dos podría salir vivo.

Me declaró la guerra por televisión en un principio, confirmando que necesitaba un nombre y un rostro para matar. Desde entonces le tengo mucho odio. Mi orgullo fue herido gravemente, se rio de mis sueños y se burló de mis estrategias. Me venció completamente, me acorraló como a un perro herido.

Firmando mi propia sentenciaWhere stories live. Discover now