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— Te diría que es falso — respondió segura con una media sonrisa, en cambio Jimin dejó de reír en cuanto escuchó esa respuesta

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— Te diría que es falso — respondió segura con una media sonrisa, en cambio Jimin dejó de reír en cuanto escuchó esa respuesta.

— No sabes eso — Jimin tomó un sorbo de la bebida que tenía en su mano.

SunJi lo observó, ¿por qué Jimin parecía un mar de dudas? Él era tan desconocido para ella. Era imposible descifrar lo que pasaba por la mente de aquel chico. Dejó de mirarlo cuando sintió que era demasiado contacto visual y su vista se posó en la fiesta, habían muchas personas enmascaradas dentro bailando al compás de la música.

Son todas falsas, devoradoras de almas...

— ¿Has dicho algo? — SunJi frunció el ceño.

— ¿Perdona? — Jimin no entendía a que se refería. Él no había vuelto a hablar.

— Descuida.

Negó y volvió a entrar hasta llegar a la puerta de salida. No se sentía bien, el ambiente la estaba molestando, necesitaba salir de allí y cuando lo hizo, se encontró de nuevo en un espacio que reconocía muy bien. La mansión de los Park.

Pero no estaba demacrada, el gran salón estaba decorado con bellos adornos dorados y en el centro se encontraban personas bailando.

Cerró sus ojos intentando volver en sí, los abrió y nada pasó. Seguía en el mismo lugar. Miró hacia las escaleras y abrió mucho sus ojos de la impresión cuando vio al niño en brazos de una anciana, era ese pequeño que había estado viendo. Subió y se detuvo cerca de ellos, parecían entretenidos viendo lo que se estaba llevando acabo abajo hasta que la mujer mayor habló.

— Son todas falsas — escuchó — Esas Jimin, son sonrisas falsas, devoradoras de almas. Esas, te queman desde adentro sin dejarte escapar.

¿Qué? ¿Jimin? ¿Ese pequeño era Jimin? No podía ser, no entendía que estaba sucediendo. La cabeza de SunJi dolió tanto que cayó al suelo desmayada.

(...)

Abrió los ojos y lo primero que vio fue a sus amigos con cara de velorio a su lado.

— Aun no he muerto chicos — dijo mientras se levantaba con dificultad. Su cabeza parecía que quería estallar.

— ¡Choi SunJi! — NamJoon se acercó a ella extremadamente furioso — ¿Cómo se te ocurre irte a esa hora de la noche sola a la mansión?

SunJi palideció al instante. ¿Ella se había ido a la mansión? No, imposible, ella no recordaba haber caminado tanto, ni mucho menos lograr salir de la fiesta. En ese momento lo único que había hecho era delirar nuevamente con el pequeño que ahora sabía quién era, Jimin.

— Suerte que tenías la localización activada y te pudimos encontrar — Nam seguía hablando — ¡Imagina que te hubiera pasado algo peor que caerte por las escaleras!

— ¿Me caí?

— No boba, te tiraste.

Su amigo señaló su cabeza y SunJi la tocó. Tenía una venda alrededor de esta.

Su corazón palpitó asustado, eso estaba yendo demasiado lejos. ¡Nunca se cayó! Al menos que ella recuerde, solo lo había visto y punto. Su cabeza dio vueltas.

— No y te salvas que...

— Ya basta Nam, para con los regaños. Ya SunJi entendió — Jin lo tomó del brazo para sacarlo de la habitación y dejarla con su amiga.

Ella negó sin comprender aún.

— ¿Qué fue lo que pasó? — Hye se sentó a su lado y la miró preocupada.

Su amiga no estaba bien, NamJoon y SeokJin le habían contado lo que estaba sucediendo y eso la tenía preocupada.

— Nada...

— Sun creo que deberías ir al psicólogo — habló — Por tu bien, no es posible que estés teniendo esas alucinaciones y que llegues a hacerte daño.

— No son alucinaciones, es real ¡Todo es real! — quería que le creyeran, porque se había dado cuenta. Allí había pasado algo, y ella tenía que descubrirlo.

Porque Jimin quería que ella lo supiera, ese niño pequeño la necesitaba.

Porque Jimin quería que ella lo supiera, ese niño pequeño la necesitaba

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Mask; pjmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora