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El polvo entre los libros, entre los documentos y entre todas aquellas cartas eran tan inmenso que cuando Raoul sopló para que este se fuera una pequeña nube de polvo se formó enfrente de nosotros haciéndonos estornudar con fuerza.

Tapé mi nariz y sin querer toqué mis labios, al hacer eso pude recordar aquel beso que había tenido con Raoul hace unos cuantos minutos, no sabía que decir de ello ni que esperar de Raoul, lo único que sabía era que aquello fue muy extraño para ambos.

Raoul colocó todo aquello encima de su escritorio y comenzó a revisarlo mientras yo me agachaba con Philippe para jugar un poco con él, se estaba aburriendo de estar solo ahí sentado en el suelo mientras su padre recogía y veía todo aquello que tenía acumulado en su despacho durante dos años.

Tomé a Philippe entre mis brazos cuando la noche llegó y lo llevé hasta su habitación seguida de cerca de Raoul, lo acomodé en su pequeña cuna y Raoul lo arropó con cuidado, era tierno ver como se comportaba con su hijo que durante dos años tuvo que crecer viendo a su padre sufrir y llorar sólo en su habitación sin comprender el porque de ello.

Luego de que Raoul arropara a Philippe este se giró hacia mi para verme a la cara, suspiró con fuerza para después hablar.

- Perdóname -Dijo Raoul mientras jugaba con sus manos, estaba nervioso- No se que me pasó, no debí haberte besado 

- No te preocupes -Sonreí- No es para tanto

- ¡Claro que lo es! -Suspiró mientras pasaba sus manos por su cabello- ¿Sabes lo que encontré hace un momento entre los documentos que estaban llenos de polvo? -Negué.

¿Cómo se supone que puedo saber que estaba ahí si yo no fui quien los reviso?

- Encontré dos cosas -Pusó sus dedos enfrente para darme a entender que eran dos- Un documento era un acta de divorcio -Lo miré fijamente.

- ¿De quién es esa acta? 

- Mia y de Christine -Suspiró- Cuando la ví no lo creía, ¡¿cómo no pude darme cuenta antes de ello?!

Christine y Raoul se habían divorciado pero sin que uno de los dos se enteraran, a lo mejor para ello necesitaba Christine al abogado, ella estaba divorciándolos sin que él se enterara.

- ¿Qué más encontraste? -Pregunté mientras juntaba mis manos enfrente de mi pecho apretándolo ligeramente.

- Una acta de matrimonio -Hizo una pequeña pausa- Pero no era la mia y la de Christine

- ¿Entonces? -Raoul tragó saliva con dificultad- ¿De quién es el acta? ¿De tus padres?

- No -Respiró profundo- Es nuestra, Abigail estamos legalmente casados

Comencé a reí, lo que acaba de decir Raoul no podía ser verdad, él y yo nunca hemos firmado algunos papeles para permitirnos estar casarnos.

- ¡¿No me crees?! -Negué mientras trataba de controlar mi risa.

- Lo siento Raoul pero es que no creo que sea así, nunca hemos firmado una acta de matrimonio

- No juntos -Dejé de reir de golpe.

- ¿Qué quieres decir?

- Christine me hizo firmar papeles mientras estaba embarazada 

Y como si fuera un bote de agua fría la verdad llegó a mi mente, Christine también me había hecho firmar papeles mientras estaba embarazada, así fue como ella pudo divorciarse de Raoul y casarnos a ambos.

- Ella nos casó -Susurre.

- Si -La voz de Raoul se escuchó entrecortada- Ella se divorció de mi para casarme contigo ¿por qué?

El silencio se hizo presente, agaché la cabeza para tratar de organizar mis pensamientos ¿por qué había hecho eso Christine? ninguna respuesta llegaba para aquella pregunta solo surgian más y más dudas que no podían ser respondidas de manera sencilla ya que ella ahora no se encuentra con nosotros.

Algunos sollozos se escucharon en la habitación, por un momento pensé que eran de Philippe pero al levantar la cabeza pude darme cuenta que era Raoul el que sollozaba ya que estaba limpiando su rostro con las mangas de su camisa.

- ¿Raoul?

- ¡Estoy bien! -Dijo con fuerza pero su voz se escuchaba un poco temblorosa- Solo que aún no puedo creer que me haya divorciado de Christine sin siquiera saberlo, ella era mi todo -Suspiró- Ella es mi todo

- Ella debió haber tenido sus razones -Dije mientras me acerca a él- Aunque nosotros no las sepamos ahora no quiere decir que nunca lleguemos a ellas

- ¿Qué quieres decir?

- Que -Suspiré- Algún día sabremos porque Christine hizo lo que hizo... o eso quiero pensar

Raoul me tomó por sorpresa cuando abrazó con fuerza mi cintura para después esconder su rostro entre mi cuello y mi cabello, él había tomado aquel abrazo que necesitaba sin siquiera pedirlo, rodeé con cuidado su espalda para afirmar aquel abrazo.

Me encontraba de puntillas gracias a Raoul, ya que él es un poco más alto que yo y al abrazarme levantó un poco mis talones del suelo pero no me importaba, prefería que él se desahogara, lo necesitaba.

Raoul, mi esposo, mi marido gracias a Christine, gracias a su propia esposa, a la madre de su hijo, es increíble lo que un humano puede hacer a las espaldas de otro sin levantar sospecha alguna.

Lo que hizo Christine fue por algún buen motivo, ella nunca haría algo con maldad, ella no conocía la maldad, ella era demasiado inocente como para hacer cualquier acto de maldad en esta tierra... ella era demasiado buena para este mundo.

Y pensar que ninguno de los dos sospechó algo cuando nos hizo firmar algunos papeles después de que ella había pedido que su abogado fuera a visitarla, a lo mejor fuimos demasiado ilusos o ella aprovechó su inocencia para hacerlo sin que sospecharamos algo.

Pensándolo bien a lo mejor lo aprendió de Erik, él a veces era manipulador así que ella pudo aprender un poco de eso, él manipuló mediante sus cartas a los directores del teatro por mucho tiempo, tal vez ella tomó eso y lo transformo en hacernos firmar papeles sin hacernos dudar o entrarnos ganas de leerlos.

Erik, cuando parece que lo e olvidado regresa a mi mente, es como si no quisiera salirse de ahí, es estresante, han pasado casi tres años desde la última vez que nos vimos y yo aún sigo pensando en él aunque, bueno, tal vez no tanto como antes.

De Vuelta en la OscuridadWhere stories live. Discover now