29

468 38 24
                                    

Y aqui estamos, a las nueve de la mañana afuera del teatro esperando a que Erik llegara, Philippe nos estaba acompañando ya que no teniamos lugar en donde lo pudieran cuidar, espero que no le moleste que este con nosotros durante el ensayo.

Apreté el libreto contra mi pecho, cerré los ojos recordando lo que había pasado hace diez años en el Teatro Garnier, casi todo estaba plasmado en este libreto hasta incluir lo del candelabro.

- El candelabro -Susurré mientras abría los ojos de golpe.

Yo tiré el candelabro, no Erik, yo herí a muchas personas y maté a una de ellas; yo fui, yo fui.

Mi respiración comenzó a volverse más pesada, me costaba respirar cada vez más, aquello no había podido superarlo aún, aunque ya haya pasado demasiado tiempo de eso.

- ¿Estás bien?

La voz de Raoul se escuchó al mismo tiempo que sus manos sujetaban mis hombros con cuidado, lo había hecho que se preocupara por mi.

- Si -Dije mientras giraba mi rostro un poco para poder verlo- Estoy bien

- Bonjour -La voz de Erik se hizo presente, me giré hacia donde se había oído y pude verlo parado al lado de un carro bastante elegante- Llegaron temprano -Sonrió.

- Hay que ser puntuales -Dijo Raoul.

Erik forzó una sonrisa mientras yo me separaba de Raoul, ambos no se llevan bien y estoy segura de que Erik más lo va a odiar si nos ve juntos... aunque va a tener que soportarlo durante los ensayos y la misma obra.

- Hay que irnos -Dijo Erik- ¿El pequeño Vizconde nos acompañará?

- Son vacaciones -Dije- No tenemos donde se quede así que si, nos acompañará

- Bien, puede venir, eso no me molesta

Asentí y él nos dió la espalda para después caminar hasta el coche al cual todos subimos después de él.

El viaje en el coche fue silencioso, Erik iba en el asiento del copiloto mientras Raoul, Philippe y yo ibamos atrás sin hablarnos, solo viendo el paisaje a través de la ventana.

El auto se estacionó enfrente de una mansión, era inmensa, hasta podría decirse que era más del doble de grande que nuestra casa.

- Aquí ensayaremos -Dijo Erik para después escucharse el ruido de la puerta del carro abriéndose.

Salí del auto seguida de Philippe quien me tomó fuertemente de la mano ya que no le habia prestado atención para ayudarlo a bajar por aquella mansión, aquella casa era casi hipnotizante.

- Bienvenidos sean a mi hogar -Dijo Erik- Es un gran cambio después de aquella mansión del lago ¿verdad?

- Una mansión sobre tierra -Susurré.

- Exacto Abigail -Dijo Erik mientras sentía como sus manos tomaban mis hombros por detrás para después sacudirme un poco- Siempre tienes las mejores frases que decir, hasta a veces las más inocentes

Sonreí lo mejor que pude mientras giraba mi rostro a la derecha para poder verlo, Erik me sonrió cuando nuestros ojos se cruzaron. Raoul carraspeó su garganta haciendo que desviara mi mirada de Erik y este soltara mis hombros.

- Bien - Dijo Erik mientras se escuchaban sus pasos rodearme hasta estar enfrente mio- Hay que entrar, tenemos que ensayar

- ¿Cuántos más ensayarán con nosotros? -Preguntó Raoul y Erik rió.

- Nadie -Sonrió- Solo seremos nosotros tres... y el pequeño Vizconde

Eso es extraño pero era de esperarse viniendo de Erik, seguramente después de varios ensayos nos presente al demas elenco aunque ahora hay que ensayar sin ellos.

Suspiré mientras Erik nos daba la espalda y comenzaba a caminar hacia su casa, nosotros le seguimos en silencio hasta entrar a aquella gran mansión que así como era hipnotizante por fuera lo era por dentro.

Las escaleras era lo primero que llamaba tu atención, enormes y perfectas, al lado derecho se encontraban una pequeña puerta y al izquierdo se distinguian algunos sillones que supuse eran parte de la sala.

- Bien -Dijo Erik- Ensayaremos aquí en la sala -Asentí mientras él caminaba a los sillones- El pequeño Vizconde puede jugar donde le plazca

Caminé detrás de él y pude notar que los sillones eran muy parecidos a aquel que tenía en la entrada de su casa en París, y al fondo, cerca de una ventana, estaba un órgano hasta donde caminó él.

- ¿Ese es el mismo que tenías en París? -Pregunté mientras me acercaba al mismo, Erik se giró hacia mi y sonrió.

- Si, no podía abandonarlo, es algo muy preciado para mi, fue un regalo de mi ti... de mi padrino

- Perdón por entrometerme en su conversación -La voz de Raoul se escuchó y me giré a verlo, estaba recargado en un sillón viéndonos a ambos- Pero ibas a decir otra cosa en lugar de padrino

- Eso a usted no le incumbe Vizconde -Dijo Erik con claro enojo en su voz.

- Pero no se puede negar lo que fue claro para todos -Dijo Raoul mientras se enderezaba y metía sus manos en su pantalón.

- Vizconde -Dijo Erik para después suspirar, giré a verlo y este se encontraba parado recto- Por favor, no quisiera usted acabar con la poco paciencia que ahora me queda -Dijo para después cruzarse de brazos.

- Ya antes atentaste contra mi vida y la del Persa ¿acaso debo temer algo más?

Erik tensó su mandíbula y pude ver como sus uñas se clavaron en sus brazos arrugando su saco, estaba enojado y estaba tratando de contenerse para no empezar algo que sabía bien que acabaría mal.

El silencio llenó la sala, podía sentirse la tensión en el ambiente, ambos estaban conteniendo sus inmensas ganas de comenzar una pelea a golpes que debieron tener hace años y nunca pudieron.

- Creo que debemos comenzar a ensayar -Dije para tratar de cortar aquella enorme tensión pero ninguno de los dos hizo algún gesto- Philippe los está viendo, no pueden pelearse enfrente de un niño -La risa de Erik se escuchó.

- Quien dijo algo de pelearse -Sonrió- El Vizconde y yo ya habiamos terminado con nuestra pequeña conversación

Pudieron haber terminado con ella pero ambos quieren matarse.

De Vuelta en la OscuridadWhere stories live. Discover now