Me haces mal. 1/2

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Jungkook no se admitiría a si mismo que realmente tenía ganas de ver al príncipe. Agarró la tarjeta de la mesilla y la volvió a tirar de mala manera en su cama, odiando la invitación. Quería ver a Yoongi pero sentía su orgullo herido por el mismo, y no quería ceder al suplicio de su lobo, que no dejaba de aullar con dramatismo. Quería que se callara y se diese cuenta de que Yoongi solo iba a traerles problemas.

Jungkook no quería creer en esos ojos miel que lo miraban como si fuese lo único que necesitaba en el mundo. No quería porque sabía que si lo hacía cedería como un tonto y habría un precio que se negaría a pagar. Esconder su amor por él. Si ese día en el jardín le fue imposible mantener las manos lejos del príncipe y colocó el clavel en su oreja, porque le pareció que estaría precioso ya que resaltaba el color de sus mejillas y el de la punta de su nariz; simplemente no podría mantenerlo alejado de él. Jungkook estaba lleno de amor, tanto, que no le cabía en el corazón.

Además, la diferencia de clases era demasiado grande y el emparejamiento entre un simple jardinero y un príncipe prácticamente era algo imposible en su época. Si no tenías riquezas no valías nada, y Yoongi costaba mucho más de lo que él nunca llegaría a costar en su vida.

Simplemente era imposible. Un amor imposible.

Jungkook estaba asustado. De su lobo, de si mismo.

Intentaba ver más allá y todo lo que veía era una niebla espesa, como la que normalmente acostumbraba a sumergir el bosque. A su mente venía el príncipe y pensaba en la niebla, pero a diferencia de la otra, esta se disipaba al paso de Yoongi, con su sonrisa suave y sus ojos brillantes de oro mirando los suyos. Aparecía como una luz que prometía con llevarle a través de un camino difuso. Y eso sentimiento lo enloquecía.

Jungkook pasó su mano por las hebras rebeldes de su cabello despeinándolo y resopló. No sabía que hacer.

— ¡Jungkook! — llamó su hermana mayor desde el piso de abajo, Jungsoo. — ¡baja, hay algo importante que quiero que veas!

Jungkook no contestó. Se sentó a los pies de la cama frotándose las sienes para calmarse un poco. Últimamente le dolía la cabeza, y pinchazos hacían que se llevase las manos a los costados de su cabeza, masajeándose.

— ¡Kookie-ah! — la pequeña niña había entrado como una bala a su habitación y había comenzado a dar brinquitos mientras se cogía de la manga de su hermano mayor. Otro pinchazo le dió en la cabeza a la vez que la niña empezó a hablar atropelladamente. — ¡Kookie, Kookie! Corre, baja que Unnie tiene algo especial que enseñarte, Kookie, ¿¡por qué sigues sentado?!

Dijo en carrerilla.

— Eh, eh. Antes que nada respira. — le frenó su hermano al ver a Junghee tan alterada. ¿Habría subido las escaleras corriendo? Le indicó que inspirase y expirase, y Junghee con tal de que Jungkook le escuchase le hizo caso. — Muy bien. Ahora dime qué pasa.

De nada sirvió que la tranquilisase porque enseguida volvió a saltar y sus ojitos a brillar.

— ¡Te vas a ver como un príncipe de verdad! — y la niña salió corriendo de la habitación, dejando a Jungkook atrás con un semblante confundido. Sin embargo, esta vez si se levantó, y siguió escaleras abajo a la lobita.

Una vez en el comedor buscó con la mirada a Jungsoo para que le diese una explicación de porqué parecía que Junghee se había comido una taza de azucar pero en cuanto divisó a su hermana sujetando un atuendo con una percha casi se le desencaja la mandíbula.

"A mis pies, su alteza." » KookgiWhere stories live. Discover now