🌼 S i e m p r e ❤️

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Un viento cálido. Pero no tan cálido como los brazos de Jotaro.
Estiré mis brazos sobre el mantel grabado de la mesa, él me había invitado a salir. Eso me hizo feliz, era un restaurante muy bello lleno de luz y flores repartidas por todo el lugar.

Le reconocí llegar a la mesa de nuevo, después de pagar. Se sentó tranquilamente. Esa mirada perdida que alguna vez tuvo ya no estaba ahí, en cambio sus ojos estaban llenos de seguridad y aprecio. Aquel hombre testarudo, había quedado en el pasado.

Canciones tranquilas sonaban en el altavoz del lugar. La tranquila voz de Jotaro parecía estar acompañando a la música.

- ¿Después de esto a dónde quieres ir? - Dijo poniendo su mano sobre su mentón.

- No estoy segura... - Me deslicé sobre la mesa quedando mi cara apoyada en la mesa. - Donde sea está bien, mientras sea contigo. - Levanté la cabeza y le di una sonrisa.

Puso su mano sobre mi cabeza sonriéndome de vuelta. Me acomodé de nuevo al tratar de adivinar a qué lugar el queriese ir. Moví mis manos en dirección a las suyas atrapando una de ellas y entrelazandola con la mía, le di una mirada rápida.

- ¿A dónde quisieras ir tú? - Jugaba con sus dedos mientras le preguntaba.

- ... - Lo pensó un momento - Al acuario - Solté una risita discreta, a lo que al mirarme me entrecerró los ojos con falso disgusto.

- Ahí iremos - Me miró abrió un poco más los ojos

- No es... Podemos ir a donde tú quieras. -

- Quiero ir al acuario. - Suspiró y sonrió de lado, como rindiéndose.

Sin embargo, en serio quería ir al acuario, sabía muy bien lo mucho que a Jotaro le gusta la vida marina. Después de todo eso está en estudiando.

La comida llegó, yo me acomodé soltando la mano de Jotaro. Di las gracias y empezamos a comer algo ligero que antes habíamos pedido.

En el momento solo pensaba en que Jotaro era perfecto, tal y como estaba.

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Salimos del lugar hablando de su trabajo, de mis estudios y temas variados. En realidad no sabía la razón de por qué el me había invitado, pero si él no me la diría, no la preguntaría.

Caminamos hacia el auto. El abrió la puerta del copiloto dejándome entrar y posteriormente entró en el puesto del volante.

Inició el camino en silencio. Su mirada a veces se dirigía a mi, sus dedos en el volante se levantaban y golpeaban el cuero sintético en forma de distracción.

Parecía ansioso. Aunque seguía con su mirada tranquila.

Yo simplemente miraba por la ventana tratando de no cuestionarlo. Sabía que ello sería molesto para el.

Después del no tan largo viaje, ambos salimos del auto y juntos, entramos al sitio algo vacío para ser un fin de semana. Busqué su mano, y el al darse cuenta de ello tomó la mía mirándome de reojo.

Era tan cálido como siempre. Con las manos entrelazadas comenzamos a caminar. Los reflejos azules del acuario, caían sobre el rostro de Jotaro, cubriéndolo de un color similar al de sus ojos. El estaba tan animado, aunque no lo pareciese. Todo lo que veía era a él, a su forma de aficionarse a algo.

Hay algo sobre él que me hace sonreír cada vez que le veo. Su media sonrisa me hace olvidar que en algún momento si quiera llegué a sentir tristeza. Mis problemas no existen a su lado.

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Salimos del lugar, hablando de lo hermosos que fueron los animales del lugar.

Al ver al cielo, me encontré con uno a punto de apagarse, y en medio de este una luna formándose con estrellas casi imperceptibles. Sentía su mano aferrarse a la mía con más fuerza, entonces fue cuando me miró.

- Sube al mirador. Yo estaré ahí en un momento. - Le miré confusa.

- ¿Estás seguro? Si tienes algo que comprar yo te acompaño. - Me acerqué a él para caminar a su lado sin embargo, extrañamente me detuvo.

- Si, estoy seguro. Te prometo que estaré ahí. - Asentí sin más. Pude ver su ropa blanca alejarse.

Seguía confundida; pero seguí sus instrucciones y me dirigí lentamente hacía la cima del mirador. Cada vez se acercaba más el atardecer. Se sentía la brisa más tranquila del mundo, aquella parecía a Jotaro.

Me quedé mirando desde el punto más alto del lugar. No había casi nadie para sorpresa mía. De repente, una mano conocida tomó mi hombro.

- Cuánto tiempo. - El hombre de cabellera rubia hizo que me pusiera a la defensiva.  - Acabo de ver a Jotaro en la calle. Obviamente que estás con él en un día tan importante ¿no es así?

- ¿Importante? ¿Cómo lo sabes?- El me miró mientras se acomodaba.

- Ah. Supongo que aún no... - Se quedó pensando un momento - Es mejor así. Por cierto. No te preocupes, ya no me interesa llevarte conmigo para dominar el mundo, en realidad ya encontré a alguien. Es un sacerdote... Impresionante , no te parece? -

- Eso... Es bueno supongo. - Puse una mano en mi nuca - ¿Debería tratar de detenerte ahora? En realidad no tengo la fuerza necesaria para hacerlo.

- No estoy buscando eso. Todo llegará a su tiempo, tal vez sea tu hija la que me va a tratar de detener. - Desvié la mirada. - Mira quién viene ahí. Es mejor que me vaya. Suerte con eso en tu bolso. Es una pena que no me hayas escogido a mi. - Hizo una mueca y poco después se alejó del lugar de una forma muy misteriosa, y casi imperceptible.

Volteé y me encontré con un Jotaro, con un ramo bastante grande de rosas rojas.
Le sonreí sorprendida y rápidamente me acerqué a él. El las puso justo en frente mío con una sonrisa.

- Son para... La mejor mujer del mundo. Para aquella que superó junto conmigo todo. - Las sostuve en mis manos con una gran sonrisa que nunca se me iba a borrar - Son para la mujer con la que quiero pasar el resto de mi vida - Esto último me costó procesarlo hasta que el se arrodilló justo al frente mío. Sacando de su bolsillo una caja sencilla. La abrió. Y nunca supe que tan feliz podía ser, hasta que vi ese anillo en medio de la tela en la caja. Sin borrar mi sonrisa, lágrimas caían sobre mi rostro y las tape con mis manos.

Cada vez eran más, y no sabía cómo detenerlas.

- Yo quería pedírtelo primero - Saqué una caja roja de mi bolso y el con su voz ronca comenzó a reír. Me agaché justo a su lado. - Gracias por estar aquí - con su mano limpió lo que quedaba de mis lágrimas. - Gracias.

- No... Gracias a tí. Por amarme. - Ambos sonreímos.

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Simplemente, lo amé, lo amo, y lo amaré, hasta que mi sistema nervioso se canse de vivir cada día a su lado como el primero.

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Fin :D

Gracias por seguir la historia hasta su final. Tal vez haga un epílogo, o no, xd. Espero que esta historia les haya gustado mucho, le puse todo mi empeño. 💖










LA CHICA QUE NO LO QUIERE  🌺 (Jotaro x Reader)Where stories live. Discover now