12- La pelirroja.

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Emma Jhonson.

La sensibilidad no era algo mío, para mí todo eso de sentimientos era una pérdida de tiempo o que simplemente era de personas débiles, cosas que yo nunca he sido.

Cuando estaba en el instituto, ninguna de las chicas con las que me juntaba era sensible, excepto una, pero que a pesar de su sentimentalismo había aprendido a ser una chica fuerte y ruda.

Hoy me encontraba mirando un álbum viejo de fotos que tenía, de cómo hace un año más o menos, en las fotos estábamos todas. Sofia, Blair, Angela, Ashley y yo, la foto que observaba era una de mis favoritas, fue de un viaje que hicimos, todas nos sentamos al borde de un acantilado y un chico que estaba por la zona nos tomó la foto, recuerdo que luego el chico fue un ligue de Sofia y que pasamos luego todo ese día perdidas porque Ash había perdido el mapa con el que nos guiamos.

Una sonrisa adornó mis labios al tan sólo recordar las risas, los chistes, nuestras locuras, pero principalmente lo unidas que éramos, ese mismo día juramos que a pesar de que nos peleáramos o nos separáramos nunca perderíamos el contacto y siempre seríamos las mejores amigas.

Pero las promesas se hicieron para romperse.

Guardé el álbum y me recosté en mi cama, pensando como hablaría con esa chica pelirroja en rizos, no sé cómo llegar y decirle que lo siento y tratar de saber cómo ha estado con toda esta mierda que nos envuelve.

―Emma tengo frío, quiero un abrazo novia de mentira. ―entró Marco a mi habitación y se tiró junto a mí en la cama, yo sólo rodé los ojos y dejé que con su brazo envolviera mi cintura.

Cerré mis ojos y me quedé ahí mientras él me abrazaba.― ¿Por qué tan acaramelado hoy? ¿Tuviste pesadillas anoche?

―Sí, porque tu no estabas para abrazarme anoche. ―dijo con voz infantil y yo abrí los ojos, lo miré y reí.

―Ridículo ―él sonrió y dejó de abrazarme―. Ya que dejas tu drama, necesito un favor tuyo Marco.

― ¿Cuál favor novia? ―rodé los ojos, Marco no dejaba de molestarme con eso.

―Necesito que te quedes hoy en casa con mi tía, tengo que hacer un par de cosas, necesito estar sola. ―Marco me miró con una ceja enarcada.

―No quiero quedarme con tu tía, ella parece una acosadora, me pregunta muchas cosas. ―reí.

―Tiene que cuidar a su angelito. ―me señalé.

― ¿Cuál? ―Marco empezó a mirar a todas direcciones menos a mí.

―Ja, muy gracioso imbécil. ―reímos y yo me puse de pie.

―Bien me quedaré, pero no me hago responsable si termino tomándome de los moños con tu tía. ―rodé los ojos.

―Adiós. ―iba a salir pero fui detenida por Marco, el cual me tomó del brazo y me pegó a él.

―Quiero mi beso de despedida. ―dijo con voz profunda y muy cerca de mis labios.

―Púdrete imbécil. ―espeté de mala manera y le di un beso en la mejilla.

Pensé que me dejaría en paz, pero de lo contrario, me empujó bruscamente contra la pared y me cargó, yo con mis piernas alrededor de su torso.

―Dije que quiero mi beso de despedida. ―sonreí con malicia como él lo hacía.

―Oh vamos Marco, no juegues a estos juegos de adultos, niños como tú no deberían jugar esto. ―Marco rio.

―Dame mi maldito beso y te irás Emma. ―me acerqué y con el fuego que nos atacó de momento lo besé.

La ferocidad era algo que a Marco y a mí nos caracteriza, somos fuego, una pasión feroz, una explosiva unión, ardiente y apasionante.

Mi Amado Problema. (Problemáticos #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora