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-¡Hyung!

Una voz femenina lo llamó en la distancia, una que Namjoon conocía muy bien. Unos segundos después una preciosa chica de cabello negro le saltó en la espalda, haciendolo tambalear a pesar de ser ligera. Y no es que Namjoon fuese débil, sino que lo había tomado completamente desprevenido. Ellos irrefutablemente siempre llamaban la atención en el colegio. Eran un dúo tan ruidoso que el resto de sus compañeros ya ni se molestaban en prestarles atención.

-Y dale con el hyung, Yareli. Oppa, soy tu oppa. A ver, repite después de mí o-ppa. Después de tres años aquí uno pensaría que ya aprendiste a hablar coreano.

Yareli hizo una mueca de total desagrado, arrugando su carita de catorce años, totalmente en contra de llamar a su mejor amigo de esa forma.

-Y parecerme a todas esa básicas que te van detrás con sus excesivamente dulces oppas~ iugh, no. Antes muerta.

Namjoon suspiró resignado. Después de tres años en compañia de esa niña, ya se había acostumbrado a su carácter fuerte, aventurero y decidido. Todo lo contrario a las chicas que lo rodaban, era esa una de las muchas razones por las que la amaba.
Una sonrisa dulce se pintó en los labios del moreno, y sacudió su cabeza de forma negativa dándole a entender a su amiga que entendía sus razones.

Yareli le sonrió con esa sonrisa preciosa que solo ella poseía, que hacia que un halo de luz apareciera a su alrededor y agitaba el corazón de Namjoon de sobremanera, atontandolo más de lo debido. Namjoon era consciente de que su mejor amiga no sentía lo mismo por él y aunque dolía, no podía evitar amarla.

A demás de que había notado de que no era al único chico que había mostrado interés en esa belleza latina que poseía la menor. A sus catorce años, Yareli ya se estaba desarrollando de forma tan hermosa que ponía a las chicas coreanas un poco envidiosas.

-Namjoon... ¡Nam!

Le gritó Yareli sacándolo de sus ensoñaciones. Al parecer se había perdido en sus pensamientos otra vez y ella lo había notado como siempre.

-¿Estabas pensando en DaHee de biología?

Le preguntó alzando las cejas de forma sugerente, una sonrisa traviesa bailando en sus labios. Namjoon rodo los ojos internamente.

Como si fuese posible que viese a alguien más que no seas tú.

Pensó con tristeza. Pero eso ella no lo sabía y él era demasiado cobarde como para confesarse y arriesgarse a perder su amistad.

-Si... DaHee.

Descartó sin ánimos, dándole la razón por costumbre cada que hablaba de su interés por otras chicas.

-¿Qué haremos para tu cumpleaños mañana?

Preguntó Yareli deteniéndose a mitad del pasillo y volteando a ver al mayor con una tierna expresión entre confundida y pensativa.

-Yare, es solo otro cumpleaños. Si vamos al McDonald's o a un restaurante o a lo que sea estará bien para mí. Siempre y cuando mi mejor amiga esté ahí... Y me regale algo.

Yareli sonrió entusiasmada y volvió a saltar sobre la espalda de Namjoon.

-¡Corre como el viento, Namjoon!


-¡Corre como el viento, Namjoon!

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Namjoon despertó en su cumpleaños número quince con un ligero dolor de cabeza, los oídos le zumbaban, los ojos le ardían y le lagrimeaban sin parar, casi parecía que estaba llorando. No entendía que estaba pasando con su cabeza y el ligero dolor en sus sienes se estaba convirtiendo en un dolor de proporciones mayúsculas que no parecía tener fin.

Mareado y tambaleandose ligeramente, Namjoon entró al baño en el pasillo fuera de su habitación. Se mojó la cara con agua fría un par de veces y sintió como la irritación en sus ojos comenzaba a disminuir al mismo tiempo que su dolor de cabeza. Por un segundo, el moreno no reconoció los ojos que le devolvieron la mirada en el espejo. Era como si los ojos que había conocido por quince años fuesen diferentes de una forma que no podía explicar. Eran los mismo de siempre, el mismo color café, la misma figura, pero al mismo tiempo no lo eran. Algo había cambiado en ellos. Tres toques ligeros en la puerta lo regresó a la realidad, olvidando su escrutinio por un momento y la suave voz de su mamá se escuchó del otro lado, amortiguada por la puerta.

-Hijo, ¿estás bien? Llevas un rato ahí dentro.

La preocupación en la voz de su madre era evidente y Namjoon puso su mejor sonrisa antes de salir para asegurarle que todo estaba bien.

Hoy era su día, nada debería de salir mal y menos si tenía a Yareli a su lado. La pasarían bien juntos, comerían lo que sea que se les antojase y un día más habría pasado sin inconvenientes.

Namjoon sonrió en grande una vez abierta la puerta y su madre le devolvió la sonrisa un tanto preocupada, pero feliz de igual forma.

-Estoy bien, mamá. No hay nada de que preocuparse.

Le aseguró pasando un brazo por sus hombros para atraer la contra su pecho. A pesar de solo tener quince años, Namjoon ya era significativamente más alto que su mamá, sacándole una cabeza por la menos.

-Feliz cumpleaños, cariño.

Le felicitó acariciando su mejilla con la mano izquierda. Fue entonces cuando Namjoon lo notó.
Delgadito, de color rojo y firmemente amarrado al dedo anular izquierdo de su mamá, justo arriba de donde su sortija de matrimonio descansaba orgullosa. El hilo rojo se extendía largo, hasta bajar las escaleras y perderse de vista.

Involuntariamente, Namjoon saltó hacia atrás sorprendido, asustando a su madre en el proceso, quien la miró extrañada al ver nada que pudiese asustar a su hijo.

-¿Q-qué es eso en tu mano, mamá?

-¿Qué es qué cariño?

-¡Eso! Ese hilo rojo en tu dedo.

-¿Hilo rojo, de que hablas? Yo no veo nada.

La expresión confundida en el rostro de su madre le dió la respuesta a la interrogante que había tenido más temprano al observar sus ojos. ¿Pero por qué él? Namjoon no era tonto, sabía bien que era ese hilo rojo. No había nadie en Corea que no supiese la leyenda del hilo rojo. Era una leyenda muy popular que decía que todas las almas estaban unidad por un hilo rojo y que en algún momento de su vida estaban destinadas a encontrarse.

Namjoon observó su mano izquierda. No había nada. Ni un rastro del hilo rojo que podía ver en su madre. ¿Quería decir eso que no estaba destinado a nadie? La tristeza se apoderó de las facciones del rostro de Namjoon, alertando a su mamá de que algo pasaba con el menor.

-hey, hey, cariño. ¿Por qué estas tan triste? ¿Te sientes mal?

La mujer posó una mano sobre la frente de Namjoon, midiendo la temperatura de su rostro en busca de algún signo de enfermedad, pero sin encontrar absolutamente nada a demás del rostro afligido de su hijo.

-Estaré en mi cuarto, mamá. Si Yare viene dile que estoy aquí.

-Pero...

Namjoon no dejó que su madre dijera una palabra más y se encerró en su cuarto, cerrando suavemente la puerta detrás de él. No tenía más ánimo para ver nada o salir a ninguna parte. Solo quería ocultarse bajo las mantas y olvidar que tal vez nunca tendría una pareja destinada. Quería olvidar que cuando Yareli llegara, tendría que ver ese mismo hijo rojo que había visto en su madre en el dedo anular izquierdo del amor de su vida. Tendría que vivir sabiendo que ella al final de cuentas, amaría a alguien más.






[PRÓXIMAMENTE]





Dejaré otro próximamente porque soy bien impredecible alv. XD

Conectado a ti || NamMin By Kim© [PAUSA]Where stories live. Discover now